Es una de las preguntas más repetidas en las consultas de los dermatólogos, sobre todo después del verano: ¿cómo puedo eliminar las manchas que me han salido por el sol? Existen láseres y cosméticos despigmentantes que ayudan a atenuarlas en septiembre, pero, en realidad, evitar las manchas es un compromiso que debemos asumir durante todo el año. Al menos, eso es lo que me ha funcionado a mí.
Melasma, un problema muy común en las mujeres
Como tantas otras mujeres, he tenido manchas en el rostro durante muchos veranos, sobre todo en la zona de las ojeras (siempre parecía cansada) y sobre el labio superior (ya sabéis, ese horrible "bigote" oscuro). Como explica la cosmetóloga y creadora de Byoode, Raquel González, “las mujeres, debido a la presencia de estrógenos, tienen una mayor predisposición a desarrollar melasma, particularmente durante el embarazo o al usar anticonceptivos. Sin embargo, el otro gran desencadenante es la exposición a la radiación solar, que incluye tanto la radiación ultravioleta como la luz visible y la luz azul”. Además, en mi caso y supongo que en el de muchas, tengo la piel clara y con pecas; un fototipo perfecto para que se noten aún más las manchas oscuras.
La mezcla de ambos factores, predisposición genética y sol, hace que muchas mujeres terminemos las vacaciones con el rostro repleto de manchas, por mucha protección que utilicemos y aunque sigamos buenos consejos como evitar las horas de sol más intensas o cubrirnos siempre la cara con un sombrero y gafas de sol. La razón es que el melasma no es efecto únicamente del verano, sino que es una manchas activa. Lo explica Isabel Reverte, directora dermocosmética de Ambari: "el melasma no se limita a empeorar solo durante el verano, cuando la exposición al sol es más intensa, sino que hay que tratarla todo el año y veremos que, si no la tratamos continuamente, volverá de forma marcada”.
El único truco que funciona contra el melasma
Por eso, lo único que ha conseguido que, desde hace un par de veranos, no me aparezcan las manchas es utilizar protector solar TODOS los días del año, siempre, cada mañana. Es el paso esencial en mi rutina matutina (o de tarde, si voy a salir de casa y aún hay sol) e incluso la única crema que cuando voy de viaje y solo puedo escoger un cosmético, nunca olvido meter en mi neceser.
Después de la limpieza, el sérum y el contorno, y antes del maquillaje, siempre me aplico protección solar SPF 50, sea invierno o verano. Así es como he salvado mi piel de las manchas veraniegas; no hay más secreto. Y lo mejor es que es muy sencillo de seguir, se trata solo de convertirlo en un hábito; el mismo que siguen tantas celebrities y modelos, como Nieves Álvarez, y que siempre recomiendan los dermatólogos para envejecer menos y mejor.
Además, durante este verano, he completado mi rutina con un sérum con vitamina C para dar luz y unificar el tono (las pecas sí han reaparecido, ellas no dan tregua) y con un protector solar en stick que siempre llevo en el bolso y me reaplico en la zona del bigote y las ojeras cada media hora, más o menos, cuando estoy en la playa o la piscina.
En el cuerpo, mejor autobronceador
Por otro lado, y aunque me encanta estar morena, intento exponerme poco al sol. Afortunadamente, los autobronceadores corporales han mejorado muchísimo desde que comenzaron a popularizarse hace unos 15 o 20 años (nadie olvida esas primeras toallitas que dejaban todo el cuerpo con una suerte de animal print naranja fosforito...). Hoy en día existen fórmulas en spray, crema ligera o incluso para utilizar en la ducha fáciles de aplicar y con efectos progresivos, es decir, puedes ir poco a poco "subiendo" el tono de tu piel. Así nunca te pasas y evitas los peores efectos de la exposición solar, desde las antiestéticas manchas hasta las enfermedades como melanoma.