El 29 de junio de 1978 Carolina de Mónaco se casaba con Philippe Junot (padre de Isabelle Junot, marquesa de Cubas y coach de alimentación consciente); el mismo día aunque 41 años después, el 29 de junio de 2019, su hija, Carlota Casiraghi, le daba el "sí, quiero" a Dimitri Rassam en Saint-Rémy-de-Provence; por último, el 2 de julio de julio de 2011, la nadadora Charlene Wittstock se convertía en la princesa consorte Charlene de Mónaco tras su matrimonio con el príncipe Alberto II. Tres fechas marcadas en la historia del Principado que nos sirven como el antes perfecto para analizar cómo han cambiado las tres royals desde que se vistieron de novia por primera vez.
Carolina de Mónaco, belleza elegante y atemporal
Su belleza ha sido admirada desde siempre y también se le ha considerado como el epítome de la elegancia. Siendo hija de la mismísima Grace Kelly, su estilo y carisma casi que se dan por sentados y el día de su boda, con un vestido de dos piezas con aires bohemios de Christian Dior y el peinado hippie chic con adornos florales que ha inspirado a miles de novias desde entonces, Carolina de Mónaco celebraba su primer matrimonio en Montecarlo (se ha casado dos veces más: con Stéfano Casiraghi en 1983 y con Ernesto de Hannover en 1999).
Cuarenta y siete años después, la primogénita de Grace y Rainiero III mantiene esa sofisticación y elegancia atemporales de las que hace gala en cada una de sus apariciones públicas. Como en el Baile de la Rosa de 2025 al que acudió vestida de blanco con un diseño de Chanel Alta Costura Otoño/Invierno 2024-2025. Además de las canas, que luce extra cuidadas, luminosas y perfectamente difuminadas con su base natural, la Princesa prescinde del bronceado intenso que lucía durante su juventud.
Una de las claves de belleza que sí mantiene es la búsqueda constante de la naturalidad. Sus looks de maquillaje, apenas perceptibles, se centran en potenciar sus rasgos a través de cosméticos que igualen el tono y potencien la luminosidad; suele lucir un toque discreto de máscara de pestañas tanto en las inferiores como en las superiores y lleva las cejas pobladas y de color castaño.
Para terminar, mientras que hace años apostaba por la manicura clean nails sin color a la que a veces regresa, sí que se atreve con el rojo que adoran las royals y que le hemos visto a su hija Carlota en más de una ocasión. Eso sí, desde siempre lleva el limado corto que destaca por cómodo y elegante.
Carlota Casiraghi, belleza 'chic' con un toque atrevido
Con claras referencias al primer vestido de novia de su madre, Carlota Casiraghi se casaba de Giambattista Valli el 29 de junio de 2019 con Dimitri Rassam, un matrimonio que finalizó en 2024. Al igual que Carolina, su hija también ha destacado por una belleza natural que la ha llevado a ser embajadora de Chanel y la favorita de las firmas de moda. Seis años después del enlace, el look de la royal se mantiene intacto, siempre en pos de la naturalidad.
Peinados calculadamente despeinados, piel impecable pero sin apenas producto y labiales centrados en resaltar la belleza natural de su boca generosa, Carlota Casiraghi encarna una belleza moderna que mezcla naturalidad y refinamiento. Su enfoque está marcado por la discreción: parece que no busca llamar la atención, pero siempre deslumbra.
Como te decimos, desde el día de su boda mantiene las mismas máximas beauty de piel luminosa, maquillaje minimalista con sello francés y melena con carácter, aunque el gesto de belleza en el que realmente se deja llevar por la creatividad es la manicura, para la que se atreve con los colores de moda en las paletas más divertidas y coloridas, aunque siempre lleva las uñas cortas.
Charlene de Mónaco, belleza enigmática y vuelta a los orígenes
La nadadora profesional Charlene Wittstock se convirtió el 2 de julio de 2011 en Charlene de Mónaco, princesa consorte por su boda con el príncipe Alberto II. La australiana dió el "sí, quiero" vestida de Giorgio Armani, un exquisito diseño bordado con 40.000 cristales de Swarovski y el escote Bardot que destacaba sus atléticos hombros. A día de hoy y tras una época en la que ha estrenado impactantes cambios de look, ha recuperado un look muy similar al que llevaba entonces.
Como vemos en la imagen de la derecha tomada en junio de 2025, Charlene apuesta ahora por un rubio más natural e integrado en sus raíces de manera imperceptible, un truco que ayuda a espaciar las visitas a la peluquería. Su piel se mantiene impecablemente cuidada, con acabado satinado, entre el mate y el glow, para potenciar la luminosidad con un acabado saludable. Aunque del maquillaje, sobrio, la mirada siempre destaca con delineados definidos, sombras suaves y cejas perfectamente estructuradas.
Al igual que Carlota con sus manicuras, Charlene también se ha aficionado al color a través de labiales frambuesa, ciruela, rojos y otros colores más intensos que los nudes y rosas pálidos a los que nos tenía acostumbrados. Un cambio que imprime fuerza a sus looks y del que esperamos ver nuevas variantes muy pronto.