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Fuera de consulta y a través de las secciones de belleza y bienestar de las revistas e incluso en sus redes personales, los dermatólogos nos enseñan los secretos de una piel saludable y bonita mediante rituales a medida que combinan activos eficaces como la vitamina C, el retinol, la niacinamida, los ácidos exfoliantes y otros ingredientes que iluminan, igualan el tono, combaten el daño oxidativo, suavizan la textura, tratan arrugas y líneas de expresión... Un sinfín de beneficios que caen en saco roto si por la mañana no se sella todo el tratamiento con un protector solar.
Confirmado: una rutina completa a base de activos potentes y fórmulas de vanguardia se queda coja sin un buen SPF que proteja frente al daño UV e incluso la luz azul de los dispositivos electrónicos. Los expertos no se cansan de repetirlo y como recordatorio hemos hablado con un grupo de dermatólogos de Madrid que nos revelan los secretos de la crema antiedad más poderosa de todas.
© dramariarogelDra. María Rogel, dermatóloga de Grupo Pedro Jaén
La especialista en Dermatología estética, láser y cosmética médica comienza sin paños calientes: "La radiación solar que recibimos a diario produce daños en nuestra piel, provocando efectos perjudiciales a corto y largo plazo. A corto plazo, la quemadura solar supone un daño en el ADN celular que repercutirá a medio y largo plazo en la aparición de manchas, arrugas, y por supuesto mayor riesgo de sufrir cáncer de piel. El uso de fotoprotección reduce en gran medida estos daños, siendo esencial en cualquier época de la vida pero especialmente en edades tempranas".
Para la experta, un fotoprotector efectivo comparte 3 características: "En primer lugar, debe ser de 50 o 50+. En segundo lugar, el tipo de filtros, que cubran eficazmente radiación UVB y UVA. Si además bloquea la luz visible o luz azul, mejor aún. Y en último lugar, que la fórmula se adapte a nuestras necesidades, buscando productos resistentes al agua y arena en caso de niños, o al sudor si realizamos ejercicio físico".
Por último y como recomendación de lujo, le preguntamos por el ritual perfecto: "Sería interesante incluir el uso de antioxidantes por las mañanas como la vitamina C o la niacinamida, que refuercen esa protección contra la radiación solar. Por las noches, activos transformadores y renovadores como el retinol, el ácido glicólico o el ácido salicílico. Todo ello unido a una correcta higiene facial y fotoprotección son la combinación perfecta para una buena rutina antienvejecimiento".
© doc.chaconDra. Cristina Chacón, CEO y Directora Médica de la clínica CCH Privé
En la búsqueda del fotoprotector perfecto, la Dra. Chacón coincide con su colega sobre la importancia de buscar una fórmula de alto espectro, "asimismo, es recomendable que contenga que refuercen la defensa celular frente al daño oxidativo; e ingredientes hidratantes y reparadores que preserven la función barrera de la piel". Además, "en pacientes con tendencia a manchas o tras tratamientos médico-estéticos, también valoramos activos despigmentantes suaves o calmantes".
Ante la duda de si aconseja una fórmula urbana diferente a la de vacaciones asiente y añade que en el caso de la primera, "solemos recomendar fórmulas ligeras, no comedogénicas y con acabado invisible o con color, que además de proteger, unifican el tono y se integran fácilmente en la rutina diaria". ¿Para la playa o la piscina? "Se deben priorizar fórmulas resistentes al agua y al sudor, con texturas más densas y alta fotoprotección. La reaplicación frecuente en estos casos es fundamental para mantener su eficacia".
Por último, advierte sobre la aplicación escasa: "Es imprescindible utilizar la dosis adecuada: aproximadamente 2 mg/cm² de piel, lo que equivale a dos líneas de producto en los dedos para rostro y cuello". También señala otro error habitual: "Olvidar zonas clave como párpados, labios, orejas, cuello, escote y manos, que están especialmente expuestas y requieren atención".
Dr. Manuel Ballesteros, dermatólogo de IMR
El especialista en Dermatología Médico-Quirúrgica, Medicina Estética y Medicina Capilar, nos recuerda que el fotoprotector no es solo un cuidado de cielos despejados: "La radiación solar es capaz de atravesar nubes, cristales e incluso reflejarse en superficies como el agua o la arena, por lo que su efecto está presente también en días nublados, lluviosos e incluso durante el invierno".
El especialista señala a los rayos UVB como responsables de que nos quememos y a los UVA de los daños estructurales a largo plazo: "Estos últimos degradan fibras de colágeno y elastina, acelerando el proceso de envejecimiento cutáneo, favoreciendo la flacidez, la pérdida de luminosidad, la aparición de arrugas profundas y, además, contribuyen al desarrollo de distintos tipos de cáncer de piel. El daño que provocan es acumulativo: no depende solo de exposiciones intensas en verano, sino de una exposición continua, incluso en la ciudad, durante todo el año".
Como guía para dar con la fórmula perfecta, además de las recomendaciones anteriores, el Dr. Ballesteros nos explica que "el índice SPF (Sun Protection Factor) mide exclusivamente la capacidad de protección frente a UVB, por lo que también debemos fijarnos en que el producto cuente con un índice PPD (Persistent Pigment Darkening) o símbolo UVA, que garantice al menos un tercio del valor del SPF, como exige la normativa europea. Este valor evalúa la protección frente a los rayos UVA, fundamentales para prevenir el fotoenvejecimiento y los efectos inmunosupresores del sol sobre la piel".
Por si necesitábamos más razones para aplicar un fotoprotector los 365 días del año, le preguntamos al especialista cómo envejece una piel desprotegida: "Envejece más rápido, de forma más visible y más agresiva. A nivel clínico y bioquímico, los rayos UVA inducen la degradación de colágeno y elastina a través de la activación de metaloproteinasas, enzimas que destruyen las fibras que sostienen la arquitectura cutánea. Esto se traduce en pérdida de elasticidad, arrugas marcadas, piel engrosada, tono apagado y flacidez prematura".
También nos habla de la predisposición a la hiperpigmentación a edades más tempranas, y termina con un mensaje contundente: "A largo plazo, el daño actínico acumulado se convierte en un factor determinante para el desarrollo de lesiones precancerosas (como la queratosis actínica) y cánceres de piel como el carcinoma basocelular, el carcinoma espinocelular o el melanoma".
Un cuidado de la piel que no solo proporciona beneficios a nivel estético como el de prevenir el fotoenvejecimiento, sino que también es sinónimo de salud.
