La veterinaria Eva Sánchez-Paniagua advierte: "Forzar a perros y gatos a exponerse a los petardos empeora su miedo"


El ruido, las visitas y los cambios de rutina se acumulan en Navidad y pueden generar estrés incluso en animales tranquilos. La experta explica qué señales no hay que normalizar y cómo protegerlos durante las fiestas


Perro triste y ansioso © Getty Images
24 de diciembre de 2025 - 12:06 CET

La Navidad no solo altera nuestras rutinas: también puede convertirse en una auténtica prueba de resistencia para perros y gatos. Petardos, música alta, visitas constantes, niños corriendo, olores nuevos y horarios cambiantes se concentran en apenas unos días y generan una sobrecarga de estímulos que muchos animales no saben gestionar.

La acumulación de estímulos navideños (visitas, música, cambios de rutina) puede generar estrés aunque no haya pánico evidente© Adobe Stock
La acumulación de estímulos navideños (visitas, música, cambios de rutina) puede generar estrés aunque no haya pánico evidente

Según explica la veterinaria Eva Sánchez-Paniagua, de Clinicanimal, el problema no suele ser un único ruido o situación concreta, sino la acumulación de cambios durante un periodo prolongado. Incluso animales tranquilos el resto del año pueden mostrar signos de estrés en estas fechas, a veces de forma sutil y otras con reacciones más evidentes.

Entender cómo viven ellos la Navidad —muy distinta a como la vivimos nosotros— es el primer paso para detectar a tiempo las señales de sobreestimulación y evitar que estas fiestas se conviertan en una fuente de miedo, ansiedad o malestar para nuestras mascotas.

¿Por qué la Navidad es una de las épocas del año con mayor riesgo de sobreestimulación y estrés para perros y gatos, incluso en animales que el resto del año parecen tranquilos?

 La Navidad concentra en muy pocos días muchos cambios que, para perros y gatos, resultan difíciles de procesar: alteraciones en los horarios, más personas en casa, ruidos constantes, olores intensos y una mayor falta de rutinas. Aunque algunos animales sean tranquilos el resto del año, esta acumulación de estímulos puede superar su capacidad de adaptación. No siempre es un solo factor el que genera estrés, sino la suma de todos ellos durante un periodo prolongado.

 Luces, adornos, música, visitas… ¿qué estímulos navideños son los que más alteran a perros y gatos y por qué su impacto suele subestimarse en casa?

 Los estímulos que más impacto tienen suelen ser el ruido —música alta, conversaciones constantes, petardos— y la presencia continua de personas entrando y saliendo del hogar. También influyen las luces intermitentes, los objetos nuevos y los cambios en el espacio habitual. Muchas veces se subestima su efecto porque las personas estamos disfrutando del ambiente festivo y tendemos a pensar que ellos lo viven de la misma forma, cuando en realidad perciben estos estímulos de forma mucho más intensa. En gatos, los cambios en el espacio (movimiento de muebles, retirada de zonas elevables…, etc) y los olores nuevos pueden tener un impacto incluso mayor que otros estímulos como las luces o la música.

Los petardos y los ruidos fuertes activan una respuesta de alarma intensa en perros y gatos, incluso en animales que el resto del año parecen tranquilos© Adobe Stock
Los petardos y los ruidos fuertes activan una respuesta de alarma intensa en perros y gatos, incluso en animales que el resto del año parecen tranquilos

 En la práctica clínica, ¿cuáles son las señales más habituales que indican que un perro o un gato está sobreestimulado o estresado durante las fiestas, aunque no haya pánico evidente?

 No siempre aparece un miedo intenso. En consulta vemos con frecuencia señales más sutiles como jadeo constante, inquietud, dificultad para descansar, hipervigilancia, temblores leves, pérdida de apetito o tendencia a esconderse. En gatos es habitual que reduzcan la interacción o eviten ciertas zonas de la casa, e incluso que hagan deposiciones fuera del arenero. Por su parte, en perros puede aparecer irritabilidad o una menor tolerancia al contacto, así como aumento de conductas repetitivas (lamido excesivo, vocalizaciones). Son signos que conviene no normalizar.

 Jadeo constante, inquietud, dificultad para descansar, hipervigilancia, temblores leves, pérdida de apetito o tendencia a esconderse... son signos que conviene no normalizar

Eva Sánchez-Paniagua, veterinaria

 Los petardos y fuegos artificiales siguen siendo uno de los grandes problemas de estas fechas. ¿Qué ocurre a nivel físico y emocional en perros y gatos cuando se exponen a estos ruidos?

 Los ruidos intensos e imprevisibles activan una respuesta de alarma muy potente. A nivel físico se libera cortisol y adrenalina, aumentando la frecuencia cardíaca y la tensión muscular. Emocionalmente, muchos perros y gatos no entienden el origen del sonido y lo perciben como una amenaza real, lo que puede generar miedo intenso y, en algunos casos, una sensibilización progresiva que hace que cada año reaccionen peor.

Las zonas de refugio en casa ayudan a que perros y gatos se sientan seguros durante los momentos de mayor ruido y movimiento© Adobe Stock
Las zonas de refugio en casa ayudan a que perros y gatos se sientan seguros durante los momentos de mayor ruido y movimiento

 ¿Qué errores comunes cometen las familias cuando hay petardos cerca y por qué pueden empeorar la situación?

 Uno de los errores más frecuentes es forzar al animal a exponerse al ruido, por ejemplo, sacándolo a la calle “para que se acostumbre”. También es habitual ignorar el miedo pensando que así se pasará antes, o, al contrario, transmitir mucha ansiedad intentando tranquilizar de forma excesiva. Lo más importante es acompañar con calma, sin castigar ni forzar, y ofrecer un entorno seguro donde pueda refugiarse. Es importante entender que tranquilizar al animal no empeora el miedo si se hace de forma calmada y no reforzando conductas de pánico.

 En casas con muchas visitas, niños y movimiento constante, ¿cómo se puede reducir la sobreestimulación sin aislar completamente al animal ni romper el ambiente navideño?

 La clave está en anticiparse. Mantener horarios estables de comida y descanso, limitar las interacciones cuando el animal muestra señales de cansancio y explicar a las visitas, especialmente a los niños, cómo relacionarse de forma respetuosa. También ayuda programar paseos o sesiones de juego antes de las reuniones para favorecer un estado más relajado, y permitir que pueda retirarse cuando lo necesite sin ser molestado.

 Los ruidos intensos e imprevisibles activan una respuesta de alarma muy potente. A nivel físico se libera cortisol y adrenalina, aumentando la frecuencia cardíaca y la tensión muscular

Eva Sánchez-Paniagua, veterinaria
Jadeo constante, inquietud o dificultad para descansar son señales frecuentes de sobreestimulación que no conviene normalizar© Adobe Stock
Jadeo constante, inquietud o dificultad para descansar son señales frecuentes de sobreestimulación que no conviene normalizar

 ¿Qué papel juegan las “zonas de refugio” en casa y cómo deberían prepararse correctamente para que realmente ayuden a perros y gatos a regular el estrés?

Las zonas de refugio son fundamentales porque ofrecen un espacio predecible y seguro en medio del caos navideño. Deben ubicarse en un lugar tranquilo, lejos del ruido y del paso constante de personas, e incluir una cama cómoda, agua y algún objeto familiar. Es importante que nadie invada ese espacio y que el animal lo asocie con calma, no con aislamiento forzado. En gatos, el refugio ideal suele ser elevado y cerrado, mientras que en perros suele funcionar mejor un espacio a ras de suelo, parcialmente cubierto.

 En animales especialmente sensibles o con antecedentes de ansiedad, ¿cuándo es recomendable consultar con un veterinario y qué tipo de ayudas pueden marcar la diferencia en Navidad?

Cuando sabemos que un perro o un gato tiene antecedentes de miedo intenso, ansiedad o reacciones exageradas al ruido, lo ideal es consultar antes de que lleguen las fechas más complicadas. Existen herramientas muy útiles, como feromonas, suplementos calmantes y pautas conductuales personalizadas, que pueden marcar una gran diferencia si se utilizan de forma adecuada y con tiempo. En algunos casos, puede ser necesario tratamiento farmacológico, pero siempre debe estar prescrito por un veterinario. Cada caso es distinto, por lo que el asesoramiento veterinario es clave para elegir la mejor estrategia.

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