Desde mediados de noviembre de 2025, un tramo del río Manzanares —entre la presa 6, el puente Oblicuo y la pasarela de Andorra— se ilumina las noches de viernes a domingo gracias a 61 proyectores LED. Esa intervención, promovida por el Ayuntamiento de Madrid como un “proyecto piloto” con el fin de embellecer la ribera, ha puesto al emblemático cauce del río en el centro de una intensa polémica. Así es cómo funciona, lo que costó… y por qué muchas voces cuestionan la iniciativa.
¿Qué se ha hecho y cómo se ilumina el río?
El sistema ilumina un tramo de unos 560 metros del río, mediante 61 proyectores LED —instalados ya en 2024, aunque hasta ahora permanecían apagados. El encendido coincidió con la puesta en marcha de las luces de Navidad en la ciudad. El color elegido para la iluminación es azul, con el objetivo, según el Ayuntamiento, de “realzar la construcción central” de la presa y generar una experiencia nocturna atractiva.
Los focos pueden regularse de forma remota, modificando intensidad y color, y por ahora están previstos funcionar viernes, sábado y domingo entre las 18:30 y las 22:00; a partir de enero de 2026 el horario cambiará según el horario solar. Según el Consistorio, los focos están embebidos en un “cajetero” del río para limitar emisiones luminosas hacia el cielo, pensando en minimizar el impacto en el entorno.
¿Cuánto ha costado esta iluminación?
La instalación del sistema —los 61 proyectores — ha costado al Ayuntamiento unos 950.000 euros. Además, desde el Consistorio se indica que el proyecto es escalable, con lo que podrían extender la iluminación a otros tramos del río en el futuro. En ese sentido, lo presentado como un “experimento” podría acabar convirtiéndose en una intervención permanente.
¿Cuál es el argumento oficial?
El Ayuntamiento sostiene que la iluminación nocturna busca varios fines: embellecer la ribera del Manzanares, reforzar su atractivo como zona de paseo, convertirla en un espacio más seductor para vecinos y visitantes, y —además— mejorar la seguridad nocturna en el entorno. En su nota de prensa, el Consistorio ha definido el proyecto como “sostenible y respetuoso con el medio ambiente”.
Por qué hay polémica: voces en contra
No todos lo ven entonces como un acierto. Al contrario: la instalación ha desatado fuertes críticas por parte de vecinos, colectivos ecologistas como Ecologistas en Acción y asociaciones de la zona como Asociación Vecinal Pasillo Verde-Imperial.
-Impacto ambiental
Para muchos expertos, el río Manzanares —tras años de esfuerzo por renaturalizarlo y recuperar fauna y flora — era un símbolo de recuperación ecológica. Esta nueva iluminación, advierten, puede alterar el ciclo natural de aves, insectos y otras especies acuáticas dependiendo de la luz constante, alterando su comportamiento, reproducción o descanso. Muchos critican que, tras renaturalizar con éxito el río, ahora se está “volviendo a city” para turismo y luces.
-Contaminación lumínica y pérdida de sentido del espacio natural
Los detractores del proyecto argumentan que semejante instalación rompe con la idea de espacio natural urbano. Además, advierten del problema evidente de contaminación lumínica, algo que va en contra de los valores que implican la renaturalización. También cuestionan que la supuesta necesidad de seguridad sea real: muchos vecinos aseguran que en ese tramo no hay problemas de inseguridad, por lo que no ven justificada la medida.
-Falta de consenso y oposición ciudadana
La instalación generó rechazo ciudadano: más de 50.000 firmas contra el proyecto, movilizaciones vecinales, protestas, y un recurso contencioso-administrativo que inicialmente buscó paralizar el encendido.
Aunque la denuncia sigue en curso, una jueza denegó las medidas cautelares hace meses, lo que permitió al Ayuntamiento activar los focos. Muchos vecinos sienten que la decisión se tomó sin suficiente transparencia, y en contra del sentir del entorno natural restaurado.
¿Es un acierto o un error?
La instalación de luces LED en el río Manzanares plantea una pregunta central: ¿puede una intervención tan estética convivir con el objetivo de proteger y cuidar un espacio natural urbano? Para quienes la defienden, se trata de modernizar el paisaje, atraer turismo y revitalizar espacios públicos. Para sus detractores, es todo lo contrario: una forma de “turistificar” un entorno que había demostrado ser un éxito ecológico; pero ahora se pone en peligro su biodiversidad y su alma natural.
Lo cierto es que, mientras el proyecto piloto esté activo, el Manzanares mostrará cada fin de semana una nueva cara luminosa. Pero queda por verse si Madrid opta por seguir adelante con la transformación de otras zonas ribereñas, y si esa decisión conseguirá convencer a quienes lucharon —y aún luchan— por preservar un río vivo, natural… y oscuro.





