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Se disfraza de su madre muerta para cobrar su pensión: el caso más macabro de Italia


Una funcionaria detectó un detalle sospechoso que destapó una de las estafas más grotescas de los últimos años


Mujer anciana de espaldas© Getty Images
Ana ToroPeriodista y Locutora
28 de noviembre de 2025 - 13:30 CET

En un remoto pueblo del norte de Italia, un caso escalofriante ha sacudido a la opinión pública y se ha convertido en una historia tan rocambolesca como macabra: un hombre disfrazado de su madre fallecida, con su cadáver momificado oculto en casa, acudió al ayuntamiento para renovar su documento de identidad y así seguir cobrando su pensión. El engaño, descubierto por la perspicacia de una funcionaria, ha dejado al país aterrorizado, indignado y fascinado por lo insólito de los hechos.

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El engaño que parecía real

El suceso tuvo lugar en la localidad de Borgo Virgilio, en la provincia de Mantua (norte de Italia). Una mañana de noviembre de 2025, a una funcionaria del registro civil le tocó atender a quien decía ser una anciana de 85 años, llamada Graziella Dall'Oglio, con cita para renovar su documento de identidad. A primera vista, todo parecía normal: maquillaje, ropa femenina, uñas pintadas, un bastón, sin embargo, algo no encajaba.

La mujer, o eso decía ser, habló con voz torpemente femenina, pero en algunos momentos su voz se entrecortaba, dejando entrever tonos más graves. Sus manos y cuello, demasiado firmes, resultaban extraños para alguien de su supuesta edad. Incluso su complexión generosa y sus uñas pintadas despertaron sospechas. 

Uno de los detalles que resultó clave: llegó conduciendo un coche, algo extraño si tenemos en cuenta que su carné indicaba los años y su historial no registraba un permiso de conducir. Esa incongruencia llevó a los funcionarios a alertar a la policía.

La dura verdad: un cadáver oculto y una estafa monumental

Tras ser retenido, el supuesto trámite de renovación se convirtió en parte de una investigación policial. El individuo, un hombre de 57 años, ex enfermero, confesó que la “anciana” que había acudido era en realidad él mismo, disfrazado de su madre. Su verdadero nombre: hijo de la fallecida. Mientras tanto, en su casa, la policía descubrió el cuerpo de la mujer, envuelto en mantas y bolsas, ya momificado.

Se presume que la mujer falleció en 2022, con 82 años; su muerte nunca fue comunicada formalmente. A cambio, su hijo siguió cobrando su pensión; y también una pensión de viudedad, así como gestionando las propiedades familiares, entre ellas varias casas y terrenos. El fraude podría superar los 53.000 € al año.

Ahora, el hombre está siendo investigado por varios delitos: ocultación de cadáver, suplantación de identidad, falsedad documental y fraude a la seguridad social.

Más allá del horror: lo que la historia revela

Este suceso, aunque extremo, no es un simple expediente morboso: apunta a problemáticas profundas en la vulnerabilidad del sistema burocrático, la codicia individual y la desesperación. 

Por un lado, revela cómo la necesidad; o la ambición, puede llevar al ser humano a romper todos los límites éticos y morales: conservar un cadáver durante años, disfrazarse de un familiar muerto, presentar documentos falsos, cobrar pensiones indebidamente… todo en aras de ganar tiempo y dinero. 

Por otro lado, pone en evidencia la fragilidad de los sistemas de control: que alguien pueda presentarse ante autoridades con un documento caducado, cambiar su imagen, y lograr avanzar en trámites oficiales, habla de fallos graves en las comprobaciones de identidad. Afortunadamente, en este caso la intuición de una funcionaria lo impidió.

Además, hay una carga simbólica fuerte: una mujer muerta, su cuerpo olvidado, mientras su hijo seguía administrando sus bienes como si ella siguiera viva. Es un retrato oscuro de aislamiento, deshumanización y desmemoria.

¿Cómo terminó todo? Y qué lecciones deja 

Tras su detención, suplantación y ocultación del cadáver salieron a la luz. Las autoridades trasladaron el cuerpo para realizar una autopsia, con el fin de determinar la causa exacta de la muerte. 

Mientras tanto, el caso ha despertado debates en Italia y el extranjero sobre la necesidad de reforzar los mecanismos de verificación de identidad, actualizar registros civiles, y quizás revisar los sistemas de pensiones para evitar que situaciones como esta se repitan. 

También ha generado conmoción entre los vecinos de Borgo Virgilio, quienes admiten no haber visto a la mujer fallecida en años — como si ella hubiera desaparecido sin dejar rastro.

Reflexión final: hasta dónde puede llegar la codicia humana

La historia de esta familia es tan absurda como terrible: un hijo que rehúsa aceptar la muerte de su madre y decide mantenerla “viva” en los papeles; un sistema que, si no fuera por un ojo atento, habría seguido pagando pensiones durante años; una momia en casa, ocultada con una frialdad escalofriante.

Pero más allá del morbo y la conmoción, está la lección: la codicia combinada con la negligencia puede dar lugar a los crímenes más insospechados. Y conviene mantenerse alerta, exigir controles más rigurosos —sin olvidar la dignidad humana—, incluso en los trámites más rutinarios como renovar un carné de identidad.

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© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.