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La ciencia revela qué le pasa a tu cerebro cuando mueres: el misterio de los 7 minutos de recuerdos


Durante los dos a siete minutos posteriores a que el corazón deja de latir, el cerebro no se apaga: entra en un estado de actividad frenética y organizada que podría explicar los conocidos “flashbacks” panorámicos que muchas personas aseguran vivir al borde de la muerte


Cerebro © Adobe Stock
27 de noviembre de 2025 - 21:03 CET

Durante siglos, el momento de la muerte ha estado envuelto en misterio. Religiones, mitos y miles de testimonios de experiencias cercanas a la muerte han repetido una misma idea universal: “la vida pasa ante tus ojos”. Incluso en situaciones extremas solemos decir que “vimos nuestra vida pasar en diapositivas”, algo que el cine ha representado en infinidad de ocasiones en películas como ¡Qué bello es vivir!, Forrest Gump o El curioso caso de Benjamin Button, donde los protagonistas reviven momentos esenciales de su existencia en cuestión de segundos. Hasta ahora parecía una metáfora poética… pero la ciencia empieza a demostrar que podría ser real.

Los investigadores registraron por primera vez la actividad organizada del cerebro humano en los segundos previos y posteriores a la muerte.© Getty Images
Los investigadores registraron por primera vez la actividad organizada del cerebro humano en los segundos previos y posteriores a la muerte.

En los últimos años, varios estudios de neurociencia han revelado algo impactante: el cerebro no se apaga inmediatamente cuando el corazón deja de latir. De hecho, entra en un estado de actividad frenética y organizada que dura entre dos y siete minutos, un fenómeno que podría explicar por qué tantas personas, que han vivido experiencias cercanas a la muerte, aseguran haber visto recuerdos, escenas o momentos importantes justo antes de morir.

El misterio de los 'siete minutos de vida'

Cuando el corazón se detiene, el flujo de sangre al cerebro cesa, pero las neuronas no mueren de inmediato.

En ese breve periodo ocurre algo sorprendente: la falta repentina de oxígeno desencadena una hiperactivación neuronal que hace que neurotransmisores como el glutamato, la molécula que activa y acelera la comunicación entre neuronas, inunden el cerebro. Al mismo tiempo, varias regiones implicadas en la memoria comienzan a sincronizarse de forma intensa, generando un “último estallido” eléctrico que mantiene brevemente la actividad organizada, incluso cuando el corazón ya se ha detenido.

Este fenómeno, detectado tanto en humanos como en animales, coincide con las llamadas oscilaciones gamma, ondas cerebrales implicadas en la memoria, los sueños, la percepción consciente y los recuerdos emocionales.

Para muchos neurólogos, esta actividad podría ser la responsable de esos flashbacks panorámicos narrados por personas que han estado clínicamente muertas durante unos minutos. Se trata de una especie de revisión acelerada de la vida, en la que los recuerdos no aparecen de forma aislada, sino como una sucesión continua de escenas: momentos importantes, detalles aparentemente olvidados, emociones intensas y conexiones significativas que se presentan como si fueran un montaje cinematográfico. No es un recuerdo lineal, sino una experiencia envolvente, casi tridimensional, en la que la persona siente que revive fragmentos esenciales de su historia.

Estudios como AWARE documentan testimonios de personas que aseguran haber visto su vida pasar mientras estaban clínicamente muertas© Getty Images
Estudios como AWARE documentan testimonios de personas que aseguran haber visto su vida pasar mientras estaban clínicamente muertas

El caso real que lo cambió todo

En 2022, un equipo médico de Canadá registró por primera vez la actividad cerebral de un paciente de 87 años justo en el instante de su muerte. El hombre, que estaba siendo monitorizado por epilepsia y contaba con una orden de no reanimación, sufrió un paro cardíaco mientras el electroencefalograma (EEG) seguía grabando. Lo que ocurrió a continuación sorprendió a los neurólogos: el cerebro mostró un aumento abrupto de ondas gamma junto a patrones de actividad sorprendentemente organizados. Era como si su mente estuviera recreando escenas significativas en un último acto de consciencia. Este caso se convirtió en el primer registro directo que demuestra que el cerebro humano puede mantener actividad coordinada incluso después de que el corazón haya dejado de latir.

¿Por qué aparecen recuerdos tan nítidos?

Los científicos creen que, en esos instantes finales, el cerebro puede activar los recuerdos más cargados emocionalmente, aquellos que nos marcan de por vida: momentos felices, vínculos afectivos, descubrimientos personales o situaciones que definieron quiénes somos. Durante los últimos segundos de consciencia, todas esas memorias podrían aparecer como diapositivas, priorizando lo significativo frente a lo banal, casi como una última protección emocional del propio cerebro.

Las experiencias cercanas a la muerte lo refuerzan

El proyecto AWARE, uno de los mayores estudios sobre ECM (Experiencias Cercanas a la Muerte), encontró que algunos pacientes reanimados:

  • describieron ver su vida como una película
  • afirmaron haber escuchado conversaciones mientras estaban “muertos”
  • relataron escenas con una claridad sorprendente
  • hablaron de una sensación de paz y luz

Lo más llamativo es que sus testimonios coinciden con los patrones de actividad gamma detectados en el cerebro moribundo.

El hallazgo sugiere que el cerebro revive recuerdos intensos y significativos en los últimos minutos de vida© Getty Images
El hallazgo sugiere que el cerebro revive recuerdos intensos y significativos en los últimos minutos de vida

¿Ciencia, espiritualidad o ambas?

Para la neurociencia, estos flashes son una consecuencia biológica del cerebro intentando reorganizarse en un momento extremo. Pero para otras corrientes científicas y filosóficas, estos hallazgos podrían abrir la puerta a interpretaciones más profundas sobre la consciencia y su persistencia.

Lo que sí sabemos es que morir no ocurre de golpe. Aunque el corazón se detenga, el cerebro sigue funcionando durante un pequeño margen de tiempo. En esos minutos finales mantiene actividad organizada y puede activar recuerdos muy significativos. Por eso, los científicos creen que la muerte no es un corte brusco, sino una transición en la que el cerebro aún podría generar una última experiencia consciente.

Quizá, en esos pocos minutos en los que el cerebro se resiste a apagarse del todo, la mente despliegue un último intento de organización, recuperando los recuerdos que nos definieron y las emociones que nos hicieron humanos. Puede que no sepamos aún si se trata de un mecanismo biológico de protección o de algo más profundo, pero la ciencia apunta a una idea fascinante: en el umbral entre la vida y la muerte, el cerebro podría ofrecernos una última oportunidad de reconciliarnos con nuestra propia historia, de mirar hacia atrás con claridad y despedirnos con sentido

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