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Laura Encina, coach financiera: “Cuando una mujer no tiene recursos propios, pierde la capacidad de elegir. Y cuando no puedes elegir, no eres libre”


Laura Encina, especialista en educación financiera, ha elaborado 'La deuda de ser mujer', un estudio pionero sobre la libertad económica femenina. El informe, que se presentará en Dubái, revela que la dependencia financiera sigue siendo una barrera para la autonomía de las mujeres.


Laura Encina, coach financiera© BYSANJU
7 de noviembre de 2025 - 8:00 CET

El estudio La deuda de ser mujer: Radiografía de la brecha financiera en pleno siglo XXI ofrece una mirada directa a la relación de las mujeres con el dinero y al impacto que la desigualdad económica sigue teniendo en su vida diaria. A partir de una encuesta a más de 5.000 mujeres en España, el informe muestra que muchas continúan dependiendo económicamente de su pareja, que los cuidados familiares penalizan su desarrollo profesional y que persiste una gran inseguridad a la hora de tomar decisiones financieras. 

A las puertas de presentar oficialmente el estudio, que tendrá lugar en Dubái durante la celebración de la cumbre 'Mujer al Mando', entre el 14 y el 16 de noviembre, Laura Encina nos cuenta en esta entrevista las causas de esa desigualdad económica y nos explica por qué considera que la independencia económica es esencial para la libertad y la seguridad de las mujeres. 

Una joven con un suéter beige está sentada a la mesa revisando facturas© Getty Images

¿Qué revela este estudio sobre la situación real de las mujeres en España cuando hablamos de dinero y poder económico?

El estudio revela una verdad incómoda: muchas mujeres aún no se sienten dueñas de su economía. A pesar de los avances sociales, la brecha entre independencia emocional y económica sigue siendo profunda. Más del 60% de las mujeres encuestadas reconoce haber dependido económicamente de su pareja en algún momento, y casi la mitad afirma no sentirse segura tomando decisiones financieras por sí misma. Esto demuestra que la desigualdad económica no es solo cuestión de ingresos, sino también de educación, cultura y confianza.

Hablas de 'violencia económica', un concepto todavía poco visible. ¿Cómo se manifiesta y por qué cuesta tanto reconocerla?

La violencia económica es una forma de control silenciosa, pero muy dañina. Se manifiesta cuando una persona limita el acceso al dinero, impide trabajar, supervisa cada gasto o usa la economía para someter emocionalmente a su pareja. Cuesta reconocerla porque durante años se ha normalizado: frases como “yo llevo el dinero porque se me da mejor” o “no hace falta que trabajes, yo te mantengo” se han camuflado bajo una falsa protección. Pero detrás de esa dependencia, muchas mujeres pierden su libertad sin darse cuenta.

El informe muestra que muchas mujeres han permanecido en relaciones por dependencia económica. ¿Hasta qué punto el dinero puede convertirse en una forma de control o de encierro?

El dinero puede ser una herramienta de libertad o una cadena invisible. Cuando una mujer no tiene recursos propios, pierde la capacidad de elegir. Y cuando no puedes elegir, no eres libre. Muchas mujeres no se quedan en una relación por amor, sino por miedo: miedo a no poder mantener a sus hijos, a no tener un techo o a no saber por dónde empezar. Por eso, la independencia económica no es solo una cuestión de finanzas, sino de dignidad y poder personal.

Los roles de género y los cuidados siguen penalizando la independencia económica femenina. ¿Cómo repercute esto en su estabilidad laboral y en sus pensiones?

El trabajo invisible tiene un coste visible. Las mujeres seguimos asumiendo la mayoría de los cuidados familiares, lo que significa menos tiempo para formarse, emprender o ascender profesionalmente. Eso se traduce en salarios más bajos, carreras más interrumpidas y, a largo plazo, pensiones mucho menores. En definitiva, las mujeres viven más años, pero con menos recursos. Si no se valora y compensa el trabajo de cuidado, perpetuamos una desigualdad que nos acompaña toda la vida.

Tras una ruptura, muchas mujeres afirman que su situación económica empeora y algunas sufren impagos como forma de castigo. ¿Podemos hablar de una violencia económica posruptura?

Absolutamente. Tras una separación, muchas mujeres se enfrentan a un doble castigo: emocional y financiero. Los impagos de pensiones, los retrasos o la manipulación económica son formas de violencia posruptura muy frecuentes. No se habla lo suficiente, pero usar el dinero para seguir controlando o castigando a una expareja es una forma de abuso. Y lo más doloroso es que muchas lo viven en silencio, normalizando algo que es injusto e inaceptable.

Donacion de dinero © Getty Images

El estudio refleja una gran inseguridad entre las mujeres a la hora de gestionar su dinero. ¿Por qué persiste esta brecha de conocimiento y confianza financiera?

Porque durante generaciones nos enseñaron a cuidar, no a prosperar. A ahorrar “por si acaso”, no a invertir “para crecer”. Jugamos más a no perder que a ganar.

A muchas mujeres se les ha transmitido la idea de que el dinero es cosa de hombres, y ese mensaje deja huella. Escucho a multitud de mujeres decir “yo no soy buena con los números”. Pero también influye la culpa: culturalmente, asociamos el éxito económico femenino con egoísmo, cuando en realidad es una forma de autonomía. Por eso la educación financiera no debe limitarse a números, sino a sanar nuestra relación con el dinero. Y por eso las mujeres debemos quitarnos ese estigma y ayudarnos entre nosotras. Cuando una mujer brilla, lo hacemos todas.

Si tuviera que dar un mensaje a las mujeres que hoy sienten dependencia económica o miedo a tomar decisiones financieras, ¿cuál sería? ¿Cómo pueden las mujeres comenzar a fortalecer su independencia económica desde hoy, incluso en contextos difíciles?

Les diría que no hay nada más poderoso que una mujer que decide creer en sí misma, incluso cuando tiene miedo. Que no esperen a sentirse seguras para actuar, porque la seguridad llega después del primer paso, no antes. Empezar a mirar las cuentas, a entender en qué se va su dinero, a hablar de dinero sin vergüenza… eso ya es empoderarse.

La independencia económica no se construye de golpe, se teje día a día con pequeños actos de amor propio: aprender, preguntar, ahorrar, aunque sea poco, decir “esto lo decido yo”. Porque cuando una mujer toma las riendas de su vida financiera, no solo cambia su futuro: cambia el de todas las que vienen detrás.

¿Ve señales de cambio en las nuevas generaciones respecto a la gestión del dinero y la igualdad económica?

Sí, y eso me da esperanza. Las nuevas generaciones hablan abiertamente de inversión, de libertad financiera y de poner límites. Ya no quieren depender, quieren elegir. Pero todavía queda trabajo: transformar esa conciencia en educación práctica desde los colegios y hogares. Si logramos que hablar de dinero sea tan natural como hablar de salud o bienestar, estaremos criando mujeres verdaderamente libres.

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