Era una especie considerada “segura” para las excursiones turísticas de observación de tiburones. Los tiburones oscuros (Carcharhinus obscurus) suelen evitar a los humanos y jamás se había documentado un ataque mortal. Hasta ahora.
El 21 de abril de 2025, Barak Tzach, un padre de 40 años y vecino de Tel Aviv, hacía snorkel en Hadera, Israel, cuando se convirtió en la primera víctima mortal registrada de esta especie. Equipado con una máscara, aletas y una GoPro, se lanzó al agua para filmar un grupo de tiburones. Minutos después, los testigos lo oyeron gritar: “¡Ayuda… me están mordiendo!”. El mar se tiñó de rojo.
Al día siguiente, solo se recuperaron pequeños restos humanos, confirmando que Tzach había sido devorado por varios tiburones. La tragedia quedó grabada en imágenes y ha dado lugar a un informe científico publicado en la revista Ethology.
El 'error fatal' de la GoPro
Según los investigadores Eric Clua (Universidad PSL de París) y Kristian Parton (Universidad de Exeter), la cámara pudo ser el desencadenante del ataque.
Las GoPro, aunque pequeñas, emiten señales electromagnéticas que ciertos tiburones pueden confundir con las de un pez herido. Un ejemplar curioso pudo lanzar un “mordisco accidental” dirigido al dispositivo… pero alcanzó al hombre que lo sostenía.
Ese pequeño mordisco bastó: la sangre y el sonido de la mandíbula atrajeron al resto, provocando una espiral de agresividad que se volvió incontrolable.
El tiburón que aprendió a 'mendigar'
Pero el estudio va más allá de la cámara y señala al factor humano como el verdadero responsable.
Hadera se ha convertido en un punto caliente de tiburones por el agua templada que libera una planta desalinizadora cercana. Además, turistas y pescadores locales suelen alimentarlos con desechos, lo que ha modificado su conducta natural.
Los expertos lo llaman un comportamiento de “mendicidad”: tiburones que se acercan sin miedo a los humanos esperando comida. Esa costumbre adquirida pudo haber hecho que uno de los ejemplares se atreviera a dar el primer mordisco.
La advertencia de los científicos
Los biólogos insisten: no son los tiburones los culpables. “La responsabilidad de este incidente recae esencialmente en los humanos”, escriben.
Su recomendación es clara: prohibir la alimentación artificial de tiburones para que vuelvan a mantener distancia con las personas. “La peor solución sería un sacrificio masivo de estos animales”, advierten.






