Compartir la cama con un gato es una costumbre cada vez más común entre los amantes de los felinos. La calidez, el ronroneo y la compañía nocturna pueden convertirse en un refugio emocional, pero también plantean ciertas dudas sobre la higiene y la calidad del descanso. Dormir junto a un animal implica una convivencia íntima que no siempre resulta adecuada para todos.
Para hablar de todo ello contamos con Sara Fernández, veterinaria de Sanicat (marca especializada en arenas para gatos), que nos hacontado los beneficios y riesgos de esta práctica, así como las recomendaciones para disfrutar de una noche tranquila sin comprometer la salud ni el bienestar de ninguno de los dos.
¿Qué riesgos sanitarios puede conllevar dormir con tu gato?
Dormir con nuestras mascotas, especialmente con los gatos, es una práctica común. Sin embargo, esta conlleva posibles riesgos sanitarios, aunque generalmente bajos y prevenibles. Estos incluyen la transmisión de zoonosis (enfermedades que se transmiten de animales a humanos) como parásitos, bacterias y hongos. También puede agravar alergias o asma, alterar el sueño por los hábitos nocturnos del felino, y en casos raros, causar lesiones accidentales.
Para minimizar estos riesgos, la prevención y la higiene son fundamentales, como las visitas veterinarias regulares para desparasitación y vacunas y estricta limpieza de la caja de arena. Las personas con el sistema inmunitario debilitado, las mujeres embarazadas y quienes tienen niños pequeños deben extremar las precauciones y, en muchos casos, se recomienda evitar esta práctica para proteger su salud.
¿Son los mismos en caso de que la mascota no salga fuera del hogar?
Es una distinción crucial. Si la mascota no sale del hogar, los riesgos de contraer enfermedades se reducen drásticamente. Un gato de interior tiene mucha menos exposición a parásitos externos como pulgas y garrapatas, y a parásitos internos como lombrices, que suelen adquirir al cazar o al entrar en contacto con heces de otros animales. Del mismo modo, la probabilidad de contraer y transmitir bacterias o virus presentes en el ambiente exterior disminuye considerablemente. Esto hace que la convivencia sea, en general, más segura desde el punto de vista sanitario.
Sin embargo, algunos riesgos persisten. Las alergias y el asma no dependen de si el gato sale o no. La alteración del sueño por sus hábitos nocturnos tampoco cambia. Además, aunque menos probable, un gato de interior aún podría adquirir parásitos si hay una infestación de pulgas (que pueden entrar en casa), o si se alimenta con carne cruda. La tiña (hongos) también puede aparecer por esporas en el ambiente o si el gato fue expuesto antes. Por ello, incluso con un gato de interior, las visitas veterinarias regulares, la desparasitación preventiva y una higiene rigurosa (especialmente respecto a la caja de arena) siguen siendo fundamentales para garantizar la salud de todos en el hogar.
¿Qué beneficios emocionales o de bienestar puede tener compartir la cama con el gato, tanto para la persona como para el animal?
Más allá de los posibles riesgos, compartir la cama con un gato puede aportar numerosos beneficios emocionales y de bienestar. De hecho, según el último estudio de Sanitcat, el 60% de los españoles que tienen gato duermen con él.
La presencia del felino genera en las personas una profunda sensación de relajación, confort y reducción del estrés.
Su ronroneo y su calor corporal actúan como un bálsamo que aporta compañía y seguridad, ayuda a combatir la soledad y mejora el estado de ánimo, favoreciendo así un descanso más reparador.
Para el gato, esta cercanía también es muy positiva. Refuerza enormemente el vínculo afectivo con el humano, ofreciéndole una sensación de seguridad y protección. El contacto físico y el calor son fuentes de confort para ellos, contribuyendo a su bienestar emocional y reduciendo la ansiedad. En resumen, cuando se gestiona adecuadamente, es una experiencia mutuamente enriquecedora.
Algunos aseguran que los gatos ayudan a relajarse y dormir mejor. ¿Qué hay de cierto en esto desde el punto de vista del comportamiento animal?
Desde el punto de vista del comportamiento animal, es cierto que los gatos pueden ayudar a relajarse y dormir mejor. El ronroneo es clave; está demostrado que sus vibraciones de baja frecuencia tienen un efecto terapéutico, reduciendo el estrés, la presión arterial y relajando los músculos, lo que facilita el sueño. Es una señal de bienestar del gato que se transmite al humano.
Además, la presencia física del gato, su calor y la suavidad de su pelaje, ofrecen una profunda sensación de confort y seguridad.
Este contacto puede liberar oxitocina, la ‘hormona del amor’, fortaleciendo el vínculo y promoviendo la relajación.
Además, se reducen los niveles de cortisol, una hormona del estrés, y aumenta la producción de serotonina y dopamina, que promueven sensaciones de felicidad y relajación. La rutina de acurrucarse también puede actuar como una señal para el cerebro humano de que es hora de descansar. Sin embargo, es importante recordar que esto depende del temperamento del gato, porque algunos pueden ser más activos por la noche.
¿Puede dormir con el dueño afectar el comportamiento del gato o crear dependencia?
Sí, principalmente, fortalece el vínculo afectivo y aumenta su sensación de seguridad, lo que es positivo para su bienestar emocional. Para muchos gatos, es una gran expresión de confianza y afecto.
No obstante, esta cercanía extrema podría, en algunos casos, llevar a una mayor ansiedad por separación si el gato se acostumbra demasiado a la presencia constante para dormir. También podría volverse territorial con la cama. La clave es el equilibrio. Asegurar que el gato tenga sus propios espacios seguros y fomentar su independencia durante el día, para que la convivencia nocturna sea una elección mutua y saludable.
¿Es recomendable que el felino duerma junto a niños o personas mayores?
La recomendación sobre si un felino debe dormir junto a niños o personas mayores es más compleja y requiere una consideración cuidadosa.
En el caso de niños pequeños, especialmente bebés y preescolares, generalmente no es recomendable. Existe un riesgo, aunque bajo, de asfixia accidental si el gato se acuesta sobre el niño. Además, los niños tienen sistemas inmunitarios menos desarrollados y pueden ser más susceptibles a zoonosis o alergias. Un arañazo o mordedura accidental por parte del gato, que podría asustarse fácilmente, también es una preocupación.
Para personas mayores, la situación es diferente. Si bien los beneficios de compañía y reducción de la soledad son muy grandes, hay que evaluar la situación individual. Si la persona mayor tiene un sistema inmunitario comprometido, problemas de movilidad que dificulten la higiene, o la piel muy frágil (lo que haría un arañazo más problemático), se debe ser cauteloso. Sin embargo, para muchos mayores activos y con buena salud, la presencia del gato en la cama puede ser una fuente de gran confort y bienestar emocional, siempre y cuando se mantengan las estrictas medidas de higiene y desparasitación del animal.
¿Qué señales indican que un gato no quiere o no debería dormir con su humano?
Es importante observar el comportamiento de nuestro gato para saber si realmente disfruta o si, por el contrario, prefiere no dormir con nosotros. Las señales de que un gato no quiere o no debería dormir con su humano incluyen: evitar activamente la cama o el dormitorio, abandonar la cama poco después de subirse, o mostrar signos de incomodidad o estrés (orejas hacia atrás, cola pegada, tensión corporal) cuando está en ella. Si el gato elige consistentemente otros lugares para dormir, como su rascador, una cama propia o un lugar tranquilo en otra habitación, es una clara indicación de su preferencia.
¿Qué medidas se pueden adoptar para tratar de mantener la higiene en la convivencia con nuestra mascota?
Para mantener la higiene en la convivencia con nuestra mascota, especialmente si duerme con nosotros, es fundamental adoptar una serie de medidas preventivas.
En primer lugar, la salud veterinaria del gato es primordial. Esto implica visitas regulares al veterinario para asegurar que esté al día con sus vacunas y con sus desparasitaciones internas y externas. Un control estricto de pulgas, garrapatas y parásitos intestinales es la primera barrera contra la transmisión de zoonosis.
En segundo lugar, la higiene del propio gato es importante. Aunque los gatos son muy limpios, un cepillado regular ayuda a reducir la cantidad de pelo suelto y caspa. Si el gato ha estado en contacto con algo sucio, una limpieza localizada de sus patas o pelaje puede ser necesaria.
Finalmente, la higiene del entorno y personal es clave. La caja de arena debe limpiarse con frecuencia y estar ubicada fuera del dormitorio. Es esencial lavarse las manos después de manipular la caja de arena o de jugar intensamente con el gato. Además, la cama donde duerme el gato debería lavarse con mayor frecuencia que lo habitual, idealmente una vez a la semana, para eliminar pelo, caspa y posibles microorganismos. Mantener la casa limpia y aspirada también contribuye a un ambiente más saludable para todos.
¿Cuál es el patrón de sueño de los gatos y en qué horas tienden a estar más activos?
El patrón de sueño de los gatos es bastante diferente al nuestro. Son animales polifásicos, lo que significa que duermen en múltiples periodos cortos a lo largo del día y la noche, en lugar de un único bloque largo como los humanos. De hecho, los gatos pueden pasar entre 12 y 16 horas al día durmiendo, aunque gran parte de ese tiempo son siestas ligeras o 'dormitando', estando siempre alerta a su entorno.
En cuanto a sus horas de mayor actividad, los gatos son predominantemente crepusculares, lo que significa que están más activos durante el amanecer y el anochecer. Estas son las horas en las que sus instintos de caza son más fuertes en la naturaleza.
Sin embargo, muchos gatos domésticos también desarrollan tendencias nocturnas, mostrando picos de actividad durante la noche, especialmente si sus dueños están durmiendo y no hay otras distracciones. Es común que jueguen, maúllen, o exploren la casa en estas horas. Esto se debe a su naturaleza depredadora y a que su visión nocturna está optimizada para la poca luz. Esta característica es precisamente la que a veces puede interferir con el sueño de sus dueños si comparten el mismo espacio.
¿Puede eso afectar al ciclo de sueño de los dueños?
Sí, el patrón de sueño y actividad de los gatos puede afectar significativamente el ciclo de sueño de los dueños. Como ya indicado, los gatos son predominantemente crepusculares y a menudo desarrollan hábitos nocturnos, sus periodos de mayor actividad suelen coincidir con las horas en que los humanos intentan descansar profundamente.
Esto se traduce en varias formas de interrupción, ya que el gato puede empezar a jugar, correr por la habitación, maullar para pedir atención o comida, usar su caja de arena (con los ruidos asociados), o simplemente moverse inquieto por la cama. Estas actividades, aunque sean leves, pueden interrumpir el sueño REM y el sueño profundo de las personas, fragmentando el descanso.
El resultado es que el dueño puede despertarse varias veces durante la noche, tener dificultades para volver a conciliar el sueño, o no alcanzar un sueño reparador. A largo plazo, esto puede llevar a fatiga crónica, irritabilidad, disminución de la concentración y otros problemas de salud asociados a la privación del sueño. Por ello, es crucial que cada persona evalúe si la presencia de su gato en la cama interfiere con su capacidad para obtener un descanso de calidad.
Para reducir estas interrupciones, se recomienda ofrecer sesiones de juego antes de dormir, programar la alimentación en horarios adecuados y proporcionar enriquecimiento ambiental que mantenga al gato estimulado durante el día.
¿Recomienda entonces a los dueños de gatos dormir junto a sus mascotas, o es recomendable por precaución evitarlo?
Para la mayoría de las personas sanas, si el gato está perfectamente sano, desparasitado (interna y externamente), vacunado y con buena higiene, y si su presencia no interrumpe significativamente el sueño del dueño, entonces la decisión de dormir juntos puede ser una experiencia mutuamente enriquecedora. Es fundamental mantener una higiene rigurosa del animal y del entorno (limpieza frecuente de la ropa de cama y de la caja de arena).
Sin embargo, para ciertos grupos de riesgo, como personas con sistemas inmunitarios comprometidos, mujeres embarazadas, bebés, niños muy pequeños o personas con alergias o asma severas, recomiendo encarecidamente evitar esta práctica. En estos casos, la precaución debe prevalecer sobre el deseo de cercanía, para proteger la salud humana.