La combinación de vinagre (ácido acético diluido) y agua oxigenada (peróxido de hidrógeno) es un truco casero que ha ido circulando con fuerza en redes sociales y blogs de limpieza, gracias a su bajo coste y al halo “natural” que le acompaña. Pero aunque puede ser útil en algunos casos, es imprescindible entender bien cómo usarlo, cuándo sí y cuándo no, y los riesgos que conlleva.
¿Para qué sirve esta mezcla (o más bien esta secuencia de uso)?
El vinagre es conocido por su capacidad como desengrasante, agente antibacteriano suave y neutralizador de olores. Por su parte, el agua oxigenada actúa como oxidante poderoso, con propiedades desinfectantes, fungicidas y blanqueadoras. Según expertos, la clave no es mezclarlos directamente en el mismo frasco, sino aplicarlos uno después del otro, dejando que cada uno actúe por separado.
Al aplicar primero vinagre sobre una superficie; por ejemplo, una encimera, tabla de cortar o fregadero; se ayuda a eliminar grasa, residuos y cierta carga microbiana. Luego, al pulverizar agua oxigenada encima de esa misma zona, se aprovecha su poder oxidante para destruir microorganismos persistentes. Esta secuencia, si se hace con cuidado, puede ofrecer una desinfección eficaz sin recurrir al cloro ni otros agentes agresivos.
¿En qué casos jamás deberías usar esta combinación (o secuencia)?
- Desinfectar superficies de cocina y baño: Neutralizar malos olores en refrigeradores, microondas o lugares húmedos.
- Lavar frutas y verduras aplicando vinagre, aclarando y luego agua oxigenada, aunque debe hacerse con prudencia.
- Blanquear ropa añadiendo vinagre durante el lavado y un poco de peróxido de hidrógeno en el enjuague final.
- Desinfectar esponjas, trapos o materiales porosos al sumergirlos primero en vinagre y luego en agua oxigenada durante unos minutos.
Y es que la 'mezcla' de vinagre y agua oxigenada no es tanto una mezcla química en sí, sino más bien una combinación por pasos: vinagre primero, luego agua oxigenada, con intervalos y sin juntarlos en un mismo envase. Bien usada, puede servir como alternativa más amable con el medio ambiente para la limpieza y desinfección doméstica.
Pero hay que tener cautela: no es adecuada para todo ni para todos los casos, y su aplicación exige respeto por la seguridad química básica (ventilación, protección cutánea, evitar contacto directo). Saber cuándo no usarla es tan importante como saber cuándo puede aportar un beneficio útil.