Si eres amante de los gatos, seguro que te encanta abrazarlo y mimarlo. Pero resulta que muchas veces lo hacemos mal. Y aunque tu gato no te lo diga con voz alta, los expertos en comportamiento felino llevan tiempo advirtiendo que algunos gestos que creemos adorables para ellos, en realidad pueden ser molestos. No todos los gatos disfrutan de las mismas caricias, y entender sus señales puede marcar la diferencia entre un ronroneo y un arañazo traicionero.
La investigadora Lauren Finka, experta en comportamiento felino de la Nottingham Trent University, afirma que los gatos no son animales inherentemente sociables o táctiles como los perros. Muchos toleran que los acaricien en ciertas partes porque saben que les damos comida, cobijo o cariño, pero eso no significa que les guste cualquier tipo de contacto.
¿Dónde duelen más las caricias?
Zonas como la base de la cola, la parte baja de la espalda, e incluso el abdomen pueden generar reacciones negativas. Hay estudios que muestran que justo la base de la cola suele ser una de las áreas que más estrés provoca en muchos gatos cuando se acarician repetidamente.
¿Cómo acariciar bien?
Finka propone unas pautas bajo un pequeño acrónimo muy sencillo: C-A-T. Primero, deja al gato elegir: ofrécele tu mano, que sea él quien se acerque si quiere. Segundo, atiende su lenguaje corporal: orejas hacia atrás o planas, cabeza que gira para mirar tu mano, cola que se mueve de forma tensa, lamido de nariz, dejar de ronronear o de frotarse contra ti son señales de “basta ya”. Tercero, piensa bien dónde lo tocas: las mejillas, la base de las orejas, y debajo de la barbilla suelen ser zonas seguras.
También se recomienda hacer pausas: acaricia unos segundos y para, observa si el gato busca más caricias, se acerca, da señales de disfrute (ronroneos, amasar con patas, etc.). Si no, es buen momento para parar. Aunque parezca extraño, en muchos casos “menos es más”.
Si hablamos del abdomen, en general, es una zona que los gatos mantienen muy protegida; tocar ahí puede activar su instinto de defensa. Lo mismo con la parte baja de la espalda, cerca de la cola: aunque a veces puedan tolerarlo, no es lo mejor para un pellizco cariñoso de forma rutinaria.
Y es que acariciar bien a un gato no es solo cuestión de amor, sino de respeto, observación y empatía hacia lo que ese gato particular quiere en cada momento. Dándole opción, prestando atención a lo que te comunica con su cuerpo, y tocando en zonas que disfruta, lograrás que esas caricias sean para él un verdadero placer… y no algo que simplemente soporta por amor (y por un plato de comida bien puesto).