¿Alguna vez has conocido a alguien que presume de ser un experto en todo, pero cuyos conocimientos no resultan tan sólidos como aparenta? Aunque el síndrome del impostor; esa sensación de no estar nunca a la altura; se ha popularizado mucho en los últimos años, existe un fenómeno psicológico que podríamos llamar “su cara opuesta”: el efecto Dunning-Kruger. Este término, acuñado a finales de los años noventa por los psicólogos David Dunning y Justin Kruger, describe la tendencia de algunas personas con bajo nivel de competencia en un área determinada a sobreestimar sus habilidades. Dicho de otro modo, no saben lo poco que saben, y esa falta de autocrítica les lleva a sentirse más seguros que los verdaderos expertos.
Exceso de confianza
Un ejemplo cotidiano se encuentra en quienes aseguran poder cocinar como un chef profesional tras ver un par de tutoriales en internet, o quienes creen dominar un idioma extranjero solo porque manejan expresiones básicas. Esta confianza excesiva puede resultar simpática, pero también esconde riesgos: desde tomar malas decisiones en el trabajo hasta subestimar la complejidad de situaciones que requieren preparación o prudencia.
El efecto Dunning-Kruger no significa que quienes lo experimentan lo hagan con mala intención. De hecho, los investigadores apuntan a que se trata de un sesgo cognitivo: cuando alguien carece de las habilidades necesarias, también carece de las herramientas para reconocer sus propias limitaciones. Mientras tanto, las personas realmente competentes suelen ser más conscientes de lo que ignoran, lo que las lleva a dudar más de sí mismas.
Ejemplos de la vida cotidiana
En el ámbito laboral, puede aparecer en empleados que sobrevaloran su capacidad para liderar un equipo o resolver problemas complejos sin contar con la experiencia suficiente. En lo social, se manifiesta en quienes opinan con rotundidad sobre temas científicos, políticos o médicos sin contar con formación en esas áreas. Y en la educación, se observa en estudiantes que creen dominar una materia tras una preparación mínima, para luego sorprenderse con los resultados.
¿Cómo se puede contrarrestar este exceso de confianza?
Los especialistas sugieren tres claves: formación continua, feedback honesto y humildad intelectual. Aprender de los errores, escuchar a quienes saben más y aceptar que el conocimiento es siempre parcial ayuda a mantener los pies en la tierra.