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"Incendios de sexta generación": la advertencia de una experta sobre los fuegos que ni los bomberos pueden apagar en España


Mónica Colmena, técnica del programa de Bosques de WWF, explica por qué estos incendios extremos son impredecibles, generan sus propias tormentas de fuego y obligan a replantear la prevención más allá de la extinción


Miembros de la UME luchan contra las llamas en Ourense© Anadolu via Getty Images
18 de agosto de 2025 - 10:53 CEST

España vive uno de los veranos más dramáticos de las últimas décadas. A 18 de agosto, el fuego ha devorado más de 160.000 hectáreas —una superficie superior a la provincia de Álava— y mantiene activos numerosos frentes en Galicia, Castilla y León, Extremadura, Andalucía y otras comunidades. Solo en territorio gallego se han perdido 57.500 hectáreas, mientras en León, Ourense y Cáceres las llamas avanzan con una virulencia inédita, obligando a evacuaciones masivas y a la movilización de miles de efectivos de la UME y de las fuerzas de seguridad.

Vecinos de Santa Baia de Montes (Ourense) intentan plantar cara al fuego con sus propios medios© Getty Images
Vecinos de Santa Baia de Montes (Ourense) intentan plantar cara al fuego con sus propios medios

¿Qué son los fuegos de sexta generación?

En este contexto de emergencia ha cobrado protagonismo un término inquietante: los “incendios de sexta generación”. Los expertos los definen con una palabra contundente: “Lo inapagable”. Sin embargo, como subraya Mónica Colmena, técnica del programa de Bosques de WWF, conviene matizar: 

“No todos los incendios extremos llegan a ser de sexta generación. Esa catalogación se hace siempre a posteriori y, hasta la fecha, en España solo se han identificado tres, el último este año en Torreceta (Lleida)”.

¿Qué los diferencia? “La gran diferencia está en la intensidad y el comportamiento atmosférico”, explica Colmena. En condiciones de calor extremo y con el monte saturado de combustible, el fuego genera tal energía que produce un pirocúmulo —una nube propia capaz de desencadenar tormentas de fuego y vientos explosivos—. En ese escenario ya no se puede controlar con medios humanos y la prioridad pasa a ser salvar vidas antes que apagar las llamas.

Como aclara Colmena, los grandes incendios forestales son aquellos que superan las 500 hectáreas. Aun así, no todos alcanzan la categoría de sexta generación. Esta se reserva para los fuegos más extremos, capaces de generar su propia meteorología y propagarse con una rapidez devastadora.

“Estos incendios son inesperables por medios humanos, además de impredecibles. La prioridad ya no es apagarlos, sino proteger vidas y bienes”, resume la experta de WWF.

Vecinos contemplan impotentes cómo el fuego devora los montes de Castrillo de Cabrera (León), en plena ola de calor que ya dura tres semanas© Getty Images
Vecinos contemplan impotentes cómo el fuego devora los montes de Castrillo de Cabrera (León), en plena ola de calor que ya dura tres semanas

La gran paradoja: más bosque, más riesgo

España tiene hoy un 7% más de superficie forestal que hace 20 años, pero eso no significa menos incendios. “El problema no es tener más bosque, sino cómo es ese bosque”, advierte Colmena. Los montes actuales son más densos, homogéneos y con baja diversidad de especies, resultado del abandono rural. La biomasa se acumula sin control: “La biomasa crece tres veces más rápido de lo que se corta. Un bosque más grande, pero sin gestión, se convierte en un polvorín”.

La lección pendiente: 'No se puede apagar lo inapagable'

España ha mejorado en la lucha contra el fuego, con uno de los mejores ratios de extinción por hectárea de Europa, pero seguimos confiando demasiado en esa carta.

“La gran lección que no hemos aprendido es que no se puede apagar lo inapagable. La prevención estructural sigue siendo la asignatura pendiente”, señala Colmena.

La solución real: gestionar el paisaje

La verdadera batalla no se libra en verano, sino durante todo el año. Para Colmena, gestionar el territorio significa crear paisajes menos inflamables:

  • Bosques en mosaico: intercalar masas forestales con pastos mantenidos por ganadería extensiva y cultivos estratégicos.
  • Cortafuegos vivos: agricultura y pastoreo que mantengan el monte fragmentado.
  • Reorientar las ayudas agrarias y forestales hacia prácticas que reduzcan combustible y fijen población en el mundo rural.
Fuego en la localidad madrileña de Tres Cantos© Getty Images
Fuego en la localidad madrileña de Tres Cantos

Mientras la UME y los equipos de extinción luchan contra llamas imposibles, la raíz del problema sigue en un paisaje abandonado y cargado de combustible. La clave no está solo en apagar, sino en prevenir: volver a cuidar los montes para que no se conviertan en polvorines.

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