El 11 de agosto, el municipio madrileño de Tres Cantos vivió una de sus noches más trágicas y sobrecogedoras. Un incendio voraz, avivado por rachas de viento de hasta 70 km/h, arrasó más de 2.000 hectáreas, obligó a evacuar a unas 180 personas y dejó tras de sí un rastro de destrucción: viviendas calcinadas, jardines reducidos a ceniza, ganado muerto y un cielo convertido en una bóveda roja que helaba la sangre.
En medio del caos, un nombre quedó grabado en la memoria colectiva: Mircea, un vecino de 50 años que perdió la vida intentando salvar a los caballos de una hípica en Soto de Viñuelas.
“Parecía el fin del mundo”
Alexia Lax, vecina de Tres Cantos, recuerda el momento en que todo cambió:
“A las siete y pico de la tarde vi algo raro… el viento empezó a girar como un tornado. Cerré la terraza pensando que venía tormenta, pero en vez de llover empezó a soplar aún más fuerte. Al rato vimos humo… Todo el cielo estaba rojo, daba mucho miedo, parecía el fin del mundo”.
Las horas siguientes fueron una sucesión de sirenas, mensajes de vecinos y desalojos preventivos:“No pegué ojo… no sabíamos si nos iban a desalojar. Algunos vecinos se fueron por miedo, sobre todo los que tenemos niños pequeños”.
“No éramos conscientes del peligro"
Para Carmen Padellano, otra vecina, el incendio pasó de ser una mancha en el cielo a una amenaza directa en cuestión de minutos:
“Primero nos dijeron que nos metiéramos en casa por el humo tóxico. Luego, que saliéramos, que evacuáramos. No había tiempo para pensar, solo: ‘vámonos’. Luego, al volver, vimos casas y jardines destruidos… entendí lo que significa perderlo todo”.
Pese a la angustia, Carmen destaca la rapidez de la respuesta:
“Tan rápido como el fuego fue la llegada de los que intentaron apagarlo. En otros incendios no se ve esa coordinación”.
La última llamada de Mircea
Según el relato de su familia, Mircea acudió a la hípica alertado por un amigo para intentar rescatar a los caballos atrapados y asistir a las pocas personas que quedaban dentro. En medio del humo y las llamas, logró llegar hasta ellos, pero quedó cercado por el fuego.
Fue rescatado por los servicios de emergencia y trasladado en helicóptero al Hospital La Paz con quemaduras en el 98 % de su cuerpo. Antes de perder la conciencia, pudo llamar a su esposa, Elena: “Elena, os quiero mucho, pero no sé si voy a aguantar”. Pese a todos los esfuerzos médicos, falleció horas después.
La voz de su viuda
En un mensaje público, Elena quiso agradecer el apoyo recibido y contar quién era realmente su marido:
“Mi gran marido NUNCA ha sido trabajador de esta hípica, solo conocido y amigo de los dueños… fue la persona que siempre ha estado ahí en momentos difíciles para ayudarles. Salió corriendo cuando vio las llamas porque sabía que las pocas personas que podían estar dentro no iban a poder hacer frente al desastre”.
La viuda transmitió también su gratitud al municipio:
“Os merecéis mucho más porque estáis con nosotros en estos momentos tan difíciles… mi alma se ha bloqueado, pero siento vuestro apoyo”.
Una comunidad unida para traerlo a casa
Amigos y vecinos han lanzado una campaña en GoFundMe para repatriar el cuerpo de Mircea a Tulcea (Rumanía), su localidad natal, y ayudar a su familia a sobrellevar esta pérdida.
“Porque los héroes merecen ser recordados, y sus familias, sostenidas”, reza el texto de la iniciativa, que ha recibido una ola de solidaridad en Tres Cantos y más allá.
El incendio está ya controlado, pero el recuerdo de aquella noche —el miedo, el humo, el cielo rojo— y la imagen de un hombre corriendo hacia las llamas para salvar vidas permanecerán para siempre en la memoria del municipio.