Ir al contenido principalIr al cierre de página
mujer madura con la menopausia con calor en la cama, junto a un ventilador© Adobe Stock

“El calor y el estrés impiden alcanzar el sueño profundo y dañan la memoria”, advierte la Dra. Daniela Silva

Analizamos como el 30% de los españoles se despierta por las mañanas con la sensación de no haber descansado adecuadamente


29 de julio de 2025 - 12:00 CEST

En los meses más cálidos del año, muchas personas notan que duermen peor, se sienten más cansadas y menos concentradas. Y no es casualidad: el estrés y el calor son dos factores que afectan directamente la calidad del sueño, con consecuencias importantes para la salud física, emocional y cognitiva. 

Según la Sociedad Española de Sueño (SES), alrededor del 30% de la población se despierta con la sensación de no haber descansado adecuadamente. Esta privación crónica del sueño, si se mantiene en el tiempo, puede desembocar en fatiga acumulada, deterioro del rendimiento diario y una mayor vulnerabilidad a trastornos mentales. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda dormir entre 7 y 9 horas por noche para garantizar un equilibrio adecuado del organismo. Dormir menos de seis horas de manera habitual no solo reduce la calidad de vida, sino que también puede acelerar el deterioro cognitivo.

mujer tapándose los oídos en la cama© Getty Images

Durante el sueño, el cuerpo necesita reducir su temperatura corporal entre 0,5 y 1 °C. Sin embargo, en ambientes calurosos, este proceso se ve alterado: el cuerpo tiene dificultades para disipar el calor, lo que impide una relajación profunda y natural. En consecuencia, se fragmenta el ciclo sueño-vigilia y aumenta el número de despertares nocturnos. La duración del sueño se acorta y se reduce el tiempo en fases profundas y reparadoras.

El estrés, nuestro compañero habitual

A esto se suma el impacto del estrés, un compañero habitual en la vida moderna. El estrés activa el sistema nervioso simpático, elevando los niveles de cortisol y adrenalina. Este estado de alerta constante dificulta conciliar el sueño y fragmenta el descanso, generando una sensación persistente de agotamiento. 

Según datos del estudio Cigna International Health, el 55 % de los españoles considera el estrés la principal causa de interrupción del sueño, especialmente en mujeres y en personas entre 45 y 59 años.

La Dra. Daniela Silva, especialista en Medicina Interna y E-Health Medical Manager de Cigna Healthcare España, señala que “el estrés provoca una activación continua del sistema nervioso autónomo que impide alcanzar fases profundas del sueño como la REM, esenciales para la restauración física y mental. Por ello, mantener una buena higiene del sueño es tan importante como una dieta equilibrada o la práctica regular de ejercicio físico”.

Las consecuencias de un mal descanso son numerosas y afectan directamente al rendimiento diario. Entre las más frecuentes destacan: deterioro de la memoria, disminución de la concentración, alteraciones emocionales como ansiedad o irritabilidad, reflejos más lentos y, a largo plazo, mayor riesgo de desarrollar trastornos como la depresión o la ansiedad.

Para contrarrestar estos efectos, los expertos recomiendan adoptar rutinas de sueño saludables: 

  • Mantener horarios regulares
  • Reducir el uso de pantallas antes de dormir
  • Evitar el consumo de estimulantes como la cafeína, crear un ambiente fresco y oscuro en el dormitorio 
  • Practicar técnicas de relajación como la meditación o la respiración consciente.

Dormir bien no es un lujo, sino una necesidad fisiológica. Prestar atención al descanso, especialmente en épocas de calor y estrés, es clave para cuidar el cerebro, las emociones y, en definitiva, la calidad de vida.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.