Ir al contenido principalIr al cierre de página
Grupo de amigos en un chiringuito© Getty Images

"Chiringuito", "guiri" y "terracita": una experta en etimología nos descubre el origen de las palabas del verano

Isabel Calderón, más conocida como Linguriosa nos desvela el origen de algunas de estas joyas lingüísticas


21 de julio de 2025 - 10:00 CEST

Con la llegada del verano, se activa en nosotros un idioma distinto: más suelto, más informal, más soleado. Cambiamos el café de media mañana por una horchata, el asfalto por la arena, y el calendario laboral por la cuenta atrás para las vacaciones. Pero también aparecen en nuestras conversaciones algunas palabras muy particulares, cargadas de imágenes, sonidos y olores veraniegos. Isabel Calderón, más conocida como Linguriosa, la divulgadora que convierte la etimología en entretenimiento viral, ha desvelado el curioso origen de algunas de estas joyas lingüísticas que usamos sin pensar… pero que tienen mucha historia detrás. Hoy descubrimos de dónde vienen tres palabras inseparables del verano español: chiringuito, guiri y terracita.

Mujer trabajando en una terraza en verano© Getty Images

Chiringuito: una palabra con sabor a Cuba… y a caña bien tirada

Si hay un término que define el verano en España es chiringuito. Ese pequeño bar de playa (aunque ahora también los hay urbanos) donde el sonido de las olas se mezcla con el de los hielos chocando en un vaso. Pero su historia empieza mucho antes de la explosión turística y en un lugar más exótico: Cuba.

En los cafés cubanos del siglo XIX, se usaba la palabra chiringo para referirse a un café muy aguado, que se colaba en una especie de media o calcetín. El término pasó a los españoles que vivieron en la isla, y cuando algunos de ellos regresaron a la Península, llevaron consigo la idea… y el nombre. Fue en Sitges, en 1913, donde unos trabajadores montaron un pequeño puesto para servir bebidas en la playa. Lo bautizaron como chiringuito, diminutivo de chiringo, y el concepto no tardó en extenderse por todo el litoral.

Hoy en día, el chiringuito ha evolucionado: de modesto quiosco a sofisticado beach club, pero el espíritu sigue siendo el mismo. ¿Lo esencial? Arena, sombra, y algo fresquito para brindar con los pies en la arena.

Guiri: del frente de batalla… a la sombrilla de al lado

Si paseas por cualquier ciudad costera en julio o agosto, lo más probable es que te cruces con varios guiris. El término es tan común en el habla coloquial que muchos extranjeros lo han adoptado con humor. Pero su origen dista mucho del turismo.

La palabra guiri se remonta a las guerras carlistas del siglo XIX. En aquel entonces, los carlistas —partidarios del pretendiente Carlos María Isidro de Borbón— llamaban guiris a los soldados liberales, especialmente a los de origen extranjero que combatían en el bando contrario. El término, que parece derivar de guiristino (una deformación burlona de cristino, por los partidarios de la reina Isabel II), acabó calando.

Con el tiempo, guiri pasó a usarse para referirse a los extranjeros en general, sobre todo si eran fácilmente identificables como "no locales". A partir de los años 60, con el boom turístico en España, se consolidó su uso tal y como lo conocemos hoy: ese turista despistado, muchas veces rubio y sonrosado por el sol, que pide sangría a las 10 de la mañana y se enamora de nuestro país a los cinco minutos de llegar.

Aunque en origen tenía un tono despectivo, hoy muchos lo emplean con simpatía, incluso como forma cariñosa de hablar del turismo que tanto ha cambiado (y sigue marcando) los veranos españoles.

Terracita: el diminutivo más deseado del idioma

Si algo hemos aprendido con los años es que en España una terraza no es solo un lugar, es un estilo de vida. Pero ojo: no es lo mismo una terraza que una terracita. El diminutivo tiene aquí un poder mágico: convierte el mobiliario urbano en un refugio emocional. No importa si hay coches pasando cerca, si la mesa cojea o si no hay sombra: si estamos en una terracita, somos felices.

El uso del diminutivo -ita o -ito en español no siempre indica tamaño. A veces expresa ternura, apego o deseo. Y en este caso, eso es exactamente lo que sentimos: la terracita es ese pequeño oasis urbano donde se alargan las cañas, los reencuentros y las buenas conversaciones. En invierno puede pasar desapercibida, pero cuando llega el buen tiempo, se convierte en protagonista absoluta del paisaje urbano. En muchas ciudades, la primera semana de sol se celebra con frases del tipo: “¿Nos tomamos algo en una terracita?”, como si fuera un ritual sagrado.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.