Puede que dirija una de las plataformas de metales preciosos más importantes del mundo, pero Daniel Marburger, CEO de 'StoneX Bullion' también sabe lo que es pedalear durante horas bajo el sol del Masái Mara, con el cuerpo al límite y la mente en silencio. El empresario ha cambiado por unos días las videollamadas y los trajes por el maillot y el polvo africano, participando en una de las carreras ciclistas más duras del planeta: la Migration Gravel Race en Kenia.
Su historia es más que un reto deportivo: es una reflexión sobre el liderazgo, el equilibrio y la necesidad de volver a lo esencial cuando lo tienes (casi) todo. Porque a veces, para reconectar contigo mismo, necesitas perderte muy lejos. En esta entrevista exclusiva, Marburger habla sin filtros de cansancio, disciplina, amistad, propósito y de cómo —en medio de la nada— redescubrió qué significa tener éxito de verdad.
¿Qué lleva a un CEO global a dejar el traje y cruzar África en bici?
Quería sentir algo real, algo crudo, otro gran reto después de haber completado la Cape Epic en Sudáfrica en 2023 —una de las competiciones de ciclismo de montaña por etapas más duras del mundo, conocida por su recorrido extremo y sus condiciones exigentes. El éxito empresarial es gratificante, pero con el tiempo también puede volverse muy abstracto. Pedalear por el Masái Mara en Kenia me dio justo lo contrario: calor, polvo, agotamiento, pero también presencia y sencillez. Allí, los títulos no significan nada. Solo eres tú, tu bici y tus límites. Pero también están las personas que conoces en el camino: ciclistas de todo el mundo, cada uno con su historia. Hice conexiones genuinas, amistades que durarán mucho más allá de la carrera. Esa lucha compartida te une como nada más lo hace.
¿Cómo se entrena el cuerpo… y la mente para una carrera así sin dejar de dirigir una multinacional?
Disciplina y sacrificio. Entrenaba después del trabajo o muy temprano por la mañana: entre 1 y 1,5 horas entre semana, y entre 5 y 6 horas cada sábado y domingo. No había atajos. También perdí 8 kilos con una dieta muy estricta. Eso quizás fue incluso más difícil que el entrenamiento—especialmente viajando tanto. Nada de comida rápida. Tenía que planificar cada comida, muchas veces buscando algo saludable en aeropuertos o lugares donde las ensaladas no existen. Pero cuando estás en la línea de salida en África, todo ese esfuerzo cuenta.
"En África, aprendes a soltar. Aprendes a adaptarte. Es una lección magistral de humildad y resistencia que ninguna aula puede enseñarte"
¿Qué se aprende pedaleando durante horas en la sabana que no te enseñan los MBA?
Aprendes cómo suena el silencio. Qué se siente el malestar. Aprendes paciencia, porque allá fuera nada sucede rápido. Pero también aprendes a confiar: en tu preparación, en tus instintos, en tu propia resiliencia. En un MBA —un máster en administración de empresas diseñado para formar líderes en estrategia, gestión y eficiencia— te enseñan a optimizar y controlar. En África, aprendes a soltar. Aprendes a adaptarte. Es una lección magistral de humildad y resistencia que ninguna aula puede enseñarte.
¿Hubo un momento en que pensaste en rendirte? ¿Qué te sostuvo cuando todo dolía?
Sí, más de una vez. En una de las etapas en Kenia estaba totalmente agotado. El sol era brutal, mis piernas no respondían y mis pensamientos se volvieron oscuros. Pero seguí adelante porque me había hecho una promesa: cuando todo duele, cuando tu cuerpo dice “basta”, aún hay una parte de ti que puede decir “todavía no”. Esa parte es poderosa. Esa es la parte que crece.
¿En qué ha cambiado tu visión del éxito tras cruzar la línea de meta en Kenia?
El éxito solía ser cifras: objetivos, beneficios, escala. Ahora incluye algo más: desafío. Vitalidad. Sentido. Todavía me importa el rendimiento —al fin y al cabo, soy trader, es decir, me dedico a comprar y vender activos financieros buscando rentabilidad— pero también he visto que el verdadero logro no es solo lo que construyes, sino cómo te sientes mientras lo haces. El éxito es ser capaz de sufrir y sonreír al mismo tiempo. Y a menudo, son las personas que tienes al lado las que lo hacen significativo. Algunos de los recuerdos más fuertes que me llevé de Kenia no fueron solo los paisajes, sino las conversaciones alrededor del fuego, el respeto mutuo entre ciclistas y las amistades forjadas en el agotamiento y la risa.
¿Qué le dirías a otros líderes que sienten que lo han logrado todo pero siguen vacíos?
Entonces ha llegado el momento de volver a empezar—en otro lugar. No en la sala de juntas, sino en lo desconocido. Haz algo que te asuste. Despréndete de tus comodidades. Puede que descubras que lo que pensabas que era el éxito solo era el primer capítulo. Siempre hay más que aprender, más que sentir, más en lo que convertirse.