¿Y si te dijeran que en tu pueblo no puedes morirte? Suena a chiste… pero en algunos lugares del mundo es (o fue) una orden oficial. Ya sea por motivos sanitarios, creencias religiosas o simple desesperación administrativa, varios municipios han llegado a decretar que la muerte está, literalmente, prohibida. Y no hablamos solo de rincones remotos: uno de ellos está en España… y su historia te va a sorprender.
Longyearbyen (Noruega): donde la muerte está literalmente congelada
En este remoto asentamiento del Ártico, morirse está prohibido desde los años 50. El motivo no es filosófico, sino climático: el suelo está permanentemente congelado (lo que se conoce como permafrost), y eso impide que los cuerpos se descompongan con normalidad. El resultado: los cadáveres permanecen intactos durante décadas, lo que supone un riesgo sanitario real (incluso se teme la reactivación de virus antiguos). Por eso, si alguien enferma gravemente, se le traslada al continente. Enterrarse allí está, literalmente, fuera de toda posibilidad.
Sellia (Italia): "Aquí está prohibido morirse"
En pleno corazón de Calabria, Sellia es un pequeño pueblo italiano con un problema muy real: el envejecimiento acelerado de su población. En 2015, su alcalde, Davide Zicchinella, médico de profesión, decidió tomar una medida tan llamativa como simbólica: firmó una ordenanza municipal que declaraba ilegal morirse en el municipio. Sí, como suena.
"Está prohibido morirse en Sellia", rezaba el decreto.
Pero no se trataba de una broma ni de una ocurrencia absurda. La intención era clara: frenar el abandono del pueblo y promover la salud entre sus habitantes, muchos de ellos ancianos que evitaban ir al médico. Para hacerlo efectivo, el ayuntamiento asoció beneficios sociales —como ayudas o bonificaciones locales— a la realización de chequeos médicos regulares.
A día de hoy, esa ordenanza sigue vigente, y aunque no implica sanciones reales, se ha convertido en un símbolo del compromiso del municipio con la salud preventiva y el envejecimiento activo.
Isla de Miyajima (Japón): el tabú de morir en tierra sagrada
También conocida como Itsukushima, esta isla japonesa es uno de los lugares más venerados del país. No solo por su famoso torii flotante —una de las imágenes más icónicas de Japón—, sino porque todo el territorio está considerado sagrado según el sintoísmo, la religión ancestral del país. El sintoísmo es un sistema de creencias basado en el respeto y la armonía con la naturaleza, donde ciertos lugares —como montañas, ríos o islas— se consideran la morada de los kami, espíritus o divinidades. Y en Miyajima, la pureza es un valor esencial.
Por eso, desde el siglo XIX está prohibido nacer o morir en la isla, para no “contaminar” su carácter espiritual. En la práctica, esto significa que las mujeres embarazadas a punto de dar a luz y las personas en estado terminal son trasladadas al continente antes de que llegue el momento.
Es por ello que no existen cementerios ni hospitales en Miyajima y a día de hoy, esta norma sigue vigente, como parte del compromiso por preservar la isla como espacio puro y sagrado.
Lanjarón (Granada): el pueblo español donde morirse fue ilegal
En 1999, el pintoresco municipio granadino de Lanjarón, conocido por sus aguas minerales y su aire puro de Sierra Nevada, saltó a los titulares por una razón mucho menos saludable: su alcalde firmó un bando municipal que prohibía a los vecinos morir.
No era una extravagancia sin más. El cementerio del pueblo estaba completamente colapsado, y la Junta de Andalucía no autorizaba la construcción de uno nuevo. Ante la falta de espacio y la desesperación administrativa, el alcalde José Rubio publicó un decreto tan absurdo como efectivo:
"Queda terminantemente prohibido morirse en Lanjarón hasta nuevo aviso".
El bando causó un revuelo mediático nacional, pero también logró lo que buscaba: presionar a las autoridades para desbloquear la ampliación del cementerio.
Aunque la medida ya no está en vigor y nunca tuvo aplicación legal real, Lanjarón pasó a la historia como el único pueblo de España donde la muerte estuvo oficialmente "prohibida".
Le Lavandou (Francia): morir, un acto ilegal por decreto
En el año 2000, este pequeño y soleado municipio de la Costa Azul francesa sorprendió al mundo al prohibir oficialmente la muerte dentro de su territorio. ¿El motivo? Muy parecido al de Lanjarón, en España: el cementerio local estaba completo y un tribunal había bloqueado la construcción de uno nuevo por razones urbanísticas.
Ante la imposibilidad de enterrar a sus vecinos y la falta de soluciones por parte de las autoridades, el alcalde decidió firmar un decreto simbólico e irónico que declaraba:
"Está formalmente prohibido morirse en Le Lavandou".
La medida fue una forma de protesta con mucho humor, pero logró poner el foco mediático sobre un problema real, al igual que ocurrió un año antes en Lanjarón. Hoy el municipio ya cuenta con un nuevo cementerio, pero la anécdota aún sigue recordándose.