Jordi Mollà es tan bueno en el cine como pintando, una faceta nada reciente, por cierto, porque lleva ya 27 años plasmando su espíritu en los lienzos. Casi el mismo tiempo que lleva atreviéndose en la pantalla con los personajes más diversos. Y aunque podríamos pensar que con él sobran las presentaciones, nunca está de más recordar que es el actor español más internacional junto a Javier Bardem y Penélope Cruz. Su universo se expande hasta el infinito en una especie de Big Bang creativo que abarca desde la actuación, la dirección, la escritura, la fotografía hasta los cuadros, que pinta prolíficamente sin descanso. Hablamos con Jordi, en fin, un hombre del Renacimiento, con motivo de la presentación de su nueva exposición Heaven.
–Heaven es un nombre cargado de simbolismo. ¿Qué representa para ti este cielo?
La belleza, en cualquier formato. A veces, la belleza también puede tener una connotación en algunos cuadros, como de misterio, pero es que el cielo también es un misterio total.
–¿Qué inspira esta exposición, Jordi, qué cuadros se pueden ver?
Hay cuadros como de los últimos tres años. Y para no redundar en el título de cielo, son otras cosas, y que así el espectador se haga preguntas como me las hago yo cuando pinto un cuadro.
–¿Te gustaría entonces que el visitante saliera con más preguntas que respuestas?
Siempre, siempre, siempre. Y aquí hay cuadros orientados a hacerse muchas preguntas y que me han costado mucho hacer, porque es el momento en el que un cuadro te pide una pregunta y está en tu estudio un año, hasta que un día le das la respuesta. O sea, que lo que hay aquí no es que se haya hecho en un "pim-pam". Además, soy muy prolífico: pinto continuamente. Y luego puedo jugar con eso que se llama la curaduría, con el setting, porque los conozco a todos y sé quién se lleva bien con quién. Yo instalé la exposición en 10 minutos. Y estos cuadros son el 3 por ciento de todo lo que hay.
–Estos cuadros son como tu familia…
Son mis hijos, claro. Yo no tengo hijos.
En general, ¿pintas desde la emoción, desde la herida o desde la calma?
Desde la vida. Pase lo que pase, desde la alegría, desde la vida. Es una buena manera de ir a pintar. Uno no puede ir a pintar de mal humor. No, mejor que no pinte, mejor que ese día se quede en casa.
–Pintas, actúas, escribes, fotografías, diriges… ¿Hombre del Renacimiento se nace o se hace uno?
Se nace; yo siempre fui así. Lo que pasa es que es como el vino, con el tiempo empiezas a tener una solidez. No lo sé por mí porque yo no miro nada, pero estando en Estados Unidos un chico que trabajaba en unos grandes almacenes de cosas de hogar y bricolaje me reconoció y me dijo: "Por favor, dime tu nombre". Y yo le dije: "¡Deberías saberlo!". Obviamente en broma. No tenía piernas el muchacho…Le di mi nombre de pila y buscó en Google y ponía: actor/artista. Así que, si el algoritmo me ha reconocido y me ha bautizado así, ni tan mal. Ha hecho todas las conexiones, ha sumado resultados en una milésima de segundo y ha dicho: Este tío es esto. Con lo cual, si Google considera que soy actor, artista, aparte de otras cosas, poco a poco todo llegará, ni tan mal.
"Hombre del Renacimiento se nace; yo siempre fui así. Lo que pasa es que es como el vino, con el tiempo empiezas a tener una solidez"
–¿Qué disciplina te ha enseñado más sobre ti mismo?
La pintura. El cine también, pero hay mucha gente, aunque por otro lado me encanta trabajar en equipo. Lo bueno es que es muy combinable. Pintar es muy solitario, en el buen sentido de la palabra, más introspectivo. Y tengo la fortuna y la oportunidad de decir: “ahora no quiero ver a nadie”, y entonces me pongo a pintar como un verdadero animal. Yo lo llevo haciendo desde hace 27 años; lo he ido haciendo casi al mismo tiempo que las películas. Y cuando necesito ver gente, gracias a Dios puedo decidir qué películas quiero hacer. Entonces: "Hello, how are you?" y es como wow, me relaciono con personas en un rodaje y también es maravilloso. Hasta que, de nuevo, necesito volver al estudio.
–Es una fortuna poder elegir cuando uno quiere estar solo o estar acompañado…
He estado un poco retirado del cine por voluntad y por necesidad. Esas cosas pasan, cuando llevas haciendo 30 años lo mismo dices: "No puedo seguir haciéndolo como lo estaba haciendo, porque no estoy apreciando este oficio de hacer películas al que le debo todo". Pero es como una novia con la que no puedes estar si no la amas. Entonces es mejor tomar una distancia…
–Y volverte a apasionar.
Efectivamente… y volverte a apasionar. Y ahora estoy totalmente en el sink. También la pandemia influyó mucho. El aislamiento para pintar va fenomenal. Lo que pinté yo en pandemia… si no pinté 180 cuadros, no pinté ninguno. Pero, claro, luego llegó el momento para todos de volver a enfrentarse al otro. Y entonces yo estuve ahí un décalage, un tiempo; necesité un periodo para poder volver al celuloide, y lo hice poco a poco, no con cosas muy grandes. Empecé con una cosa de Netflix en Estados Unidos; de ahí me fui a una película con Mel Gibson, luego a Mobland, de Guy Ritchie, después a Day One de Amazon, a Fortitude, en Londres… y el año que viene hago otra película.
–Tampoco veo que hayas parado mucho.
No, pero yo no tengo hijos, no tengo novia, no tengo amantes, no tengo esposa…
–¿Y por qué no tienes nada?
¡Porque tengo de todo! —ríe—. Y la gente me dice: "Tú eres muy inteligente"
–¿Hollywood es un sueño cumplido o un lugar del que conviene escapar a tiempo?
Las dos cosas. Está completamente satisfecho. La fama es preciosa siempre que sea buena y dosificada; de lo contrario, no la quiero ni saber, no me interesa. Yo supe qué fama tener, que fuera buena para mí y para los demás, y en cierta dosis. Porque eso es lo que hace que tú y yo estemos aquí, en una exposición de pintura. Es así: sea aquí o en Cincinnati, la gente ha llegado a entender quién soy, y eso es súper bonito.








