El mundo del cine todavía intenta asimilar una de las noticias más tristes y perturbadoras de su historia reciente. Rob Reiner, el legendario director de Cuando Harry encontró a Sally, y su esposa, la fotógrafa y productora Michele Singer, no solo eran una de las parejas más queridas y estables de la industria; eran, por encima de todo, dos padres cuya devoción por sus hijos definía su existencia. Sin embargo, tras la luz de las alfombras rojas y el éxito profesional, el matrimonio libraba una batalla privada, silenciosa y extenuante que hoy, tras su fatídico final, cobra un cariz desgarrador. Nuevos testimonios de su círculo más íntimo revelan que los esfuerzos de Rob y Michele por ayudar a su hijo Nick, de 32 años —actualmente acusado de dos cargos de asesinato en relación con sus muertes—, fueron constantes, desesperados y, a menudo, infructuosos. "Sus problemas estaban mucho, mucho más allá del control de sus padres", confesaba una fuente a People, subrayando que, a pesar de la entrega total del matrimonio, Nick nunca terminó de aceptar seriamente el apoyo que se le brindaba.
Para Rob y Michele, la familia siempre fue la prioridad absoluta. Quienes los conocieron de cerca aseguran que "esos padres tan cariñosos se esforzaron muchísimo durante años". Nick, que desde su adolescencia batalló contra las adicciones y problemas de salud mental, fue el centro de sus preocupaciones constantes. Una persona cercana al entorno familiar añade detalles sobre la compleja personalidad del joven: "Nick mentía mucho. No era de fiar, pero también era convincente e inteligente. Su familia era empática con cuánto contribuían sus luchas a su comportamiento. Nunca perdieron la esperanza en él, incluso cuando les asustaba o les hacía la vida más difícil".
Esa mezcla de miedo y esperanza es, quizás, la parte más dolorosa de esta crónica. Los Reiner intentaron todas las vías posibles: desde la cercanía más protectora hasta el espacio necesario para que él encontrara su camino. "Intentaron de todo: darle su espacio, mantenerlo cerca... pero sus problemas son muy profundos", relata un confidente en el último número de People. "Es simplemente la peor pesadilla de un padre. Eran personas encantadoras que intentaron ayudar a su hijo de todas las formas posibles".
"Una tormenta perfecta"
El carácter difícil de Nick se manifestó desde muy temprano, creando lo que su antigua instructora de yoga, Alanna Zabel, describe como una "tormenta perfecta". Zabel, que trabajó con la familia desde principios de los 2000 hasta 2010, recuerda a Rob y Michele como padres "increíblemente apasionados y entregados, haciendo todo lo posible".
Sin embargo, las sesiones de yoga familiares se convertían a menudo en un desafío. "Era notorio que Nick dificultaba las clases. Nunca podíamos terminar una sola sesión de yoga sin que Nicky irrumpiera y tuviera un problema intenso o un berrinche; realmente rompía el flujo de la clase", recuerda Zabel. Ante esta situación, los Reiner, siempre buscando soluciones, pidieron a la instructora que le diera clases privadas para ayudarle a calmarse y canalizar su energía. Aquella experiencia inspiró incluso un libro infantil, cuyo protagonista, Nicky, aprendía a regular sus emociones.
En el año 2015, padre e hijo colaboraron en la película Being Charlie, un proyecto dirigido por Rob y coescrito por Nick, basado libremente en las vivencias de este último con las drogas y sus pasos por rehabilitación (llegó a entrar en centros hasta 18 veces antes de cumplir los 22 años). Durante la promoción de aquel filme, los Reiner se mostraron inusualmente cándidos sobre sus "años oscuros".
En una entrevista que hoy resuena con especial eco en el Los Angeles Times, Rob admitió un profundo pesar: "El programa funciona para algunas personas, pero no puede funcionar para todos. Cuando Nick nos decía que no le estaba funcionando, no le escuchábamos. Estábamos desesperados y, como la gente tenía diplomas en la pared, les escuchábamos a ellos cuando deberíamos haber estado escuchando a nuestro hijo". Michele, siempre al lado de su marido, compartía esa sensación de impotencia: "Estábamos muy influenciados por esas personas. Nos decían que era un mentiroso, que estaba intentando manipularnos. Y les creímos".
A pesar de todo, el pasado mes de septiembre parecía que la calma se había instalado finalmente en el hogar de los Reiner. Durante el estreno de Spinal Tap II en Los Ángeles, Nick posó sonriente junto a sus padres y hermanos. El propio Rob declaró a la radio pública NPR que su hijo llevaba "más de seis años sin consumir drogas" y que se encontraba "en un lugar realmente bueno". Nadie podía imaginar que, apenas tres meses después, la tragedia golpearía con tal brutalidad.
El desgarrador relato de una noche fatídica
Los hechos que condujeron al fatal desenlace del domingo 14 de diciembre todavía están bajo investigación, pero han trascendido detalles que estremecen. Según diversas fuentes, padre e hijo habrían mantenido una "discusión muy fuerte" durante una fiesta organizada por el presentador Conan O'Brien horas antes del suceso. Fue la hija del matrimonio, Romy, de 27 años, quien descubrió la escena en la residencia familiar de Brentwood después de que una masajista no lograra contactar con sus padres. Según informa The New York Times, la joven huyó de la casa tras encontrar el cuerpo de su padre, sin llegar a ver que su madre también había sido atacada, una noticia que conocería poco después a través de los paramédicos.
Mientras la justicia sigue su curso —el médico forense ya ha entregado los cuerpos a la familia y Nick permanece bajo custodia a la espera de su comparecencia el 7 de enero—, los otros dos hijos del matrimonio, Jake y Romy, intentan encontrar consuelo en medio de un "dolor inimaginable que experimentamos cada momento del día". En un emotivo comunicado, los hermanos han querido honrar la memoria de quienes fueron sus pilares: "La pérdida horrorosa y devastadora de nuestros padres es algo que nadie debería experimentar jamás. No eran solo nuestros padres; eran nuestros mejores amigos".
En estos momentos de oscuridad, el "viejo Hollywood" ha demostrado que la lealtad va más allá de los focos. Amigos de toda la vida, como Billy Crystal y Albert Brooks, están protegiendo "ferozmente" a Jake y Romy, acompañándolos en el duelo por la pérdida de una pareja que, hasta su último suspiro, solo quiso lo mejor para los suyos. Rob y Michele Reiner dejan un legado de cine imperecedero, pero también el testimonio humano de dos padres que nunca dejaron de luchar por el bienestar de un hijo, incluso cuando el viento soplaba con más fuerza en contra.















