El mundo del cine está en estado de shock tras la trágica muerte de Rob Reiner, legendario director y actor, y de su mujer, Michele Singer Reiner, quienes fueron hallados sin vida el pasado 14 de diciembre en su residencia de Brentwood, Los Ángeles. Según las autoridades locales, los cuerpos del matrimonio, de 78 y 68 años, presentaban heridas de arma blanca, lo que ha llevado a la Policía de Los Ángeles a tratar el caso como un homicidio. "Con profundo pesar anunciamos el trágico fallecimiento de Michele y Rob Reiner. Estamos devastados por esta repentina pérdida y pedimos privacidad durante este momento increíblemente difícil", ha declarado la familia de Reiner en un comunicado.
Según las primeras informaciones, los cuerpos fueron encontrados por la hija del matrimonio, Romy Reiner, y los bomberos acudieron a la vivienda tras recibir una llamada de emergencia alrededor de las 15:30 horas. Un portavoz del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) informó a The Post que detectives de la División de Robos y Homicidios del LAPD también se encontraban en el lugar, recordando que esta división se encarga de las investigaciones de alto perfil en la ciudad.
La calle frente a la casa del reconocido director quedó bloqueada y se podía ver diferentes coches de policía y las autoridades entrando y saliendo de la residencia. La Policía de Los Ángeles (LAPD) sigue investigando, pero el principal sospechoso es el hijo mediano del matrimonio, Nick Reiner, que está siendo interrogado.
"Esta es una pérdida devastadora para nuestra ciudad y nuestro país", declaró la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, el domingo por la noche. "Las contribuciones de Rob Reiner resuenan en la cultura y la sociedad estadounidenses, y ha mejorado innumerables vidas gracias a su trabajo creativo y su lucha por la justicia social y económica".
En una entrevista con la revista People en 2016, Nick Reiner se sinceró sobre su larga lucha contra la drogadicción, una batalla que comenzó en la adolescencia y que terminó llevándole a vivir en la calle. Según relató, entró y salió de centros de rehabilitación desde los 15 años, pero cada recaída lo iba alejando más de su entorno familiar y de cualquier estructura estable. Con el paso del tiempo, la adicción se intensificó hasta el punto de pasar largos periodos sin hogar, moviéndose entre distintos estados y sobreviviendo de manera precaria. "Estuve sin casa en Maine, en Nueva Jersey, en Texas... Pasé noches en la calle durante semanas. No fue divertido", reconoció.
En la entrevista, Reiner explicó que había “tocado fondo” tras años de recaídas y periodos sin hogar, y reconocía que la adicción le llevó a aislarse por completo de su entorno. También señalaba la dificultad de salir del pozo en el que entró, incluso contando con recursos, y defendía la necesidad de tratamiento profesional para afrontar una enfermedad que, como él mismo subrayaba, no distingue entre orígenes ni contextos familiares. El actor y cineasta afirmó que esas vivencias marcaron profundamente su trabajo creativo y que sus años de adicción sirvieron como base para Being Charlie, la película semiautobiográfica que coescribió y que aborda, desde dentro, el impacto de la dependencia y la dificultad de romper con ese ciclo
Los Reiner, casados desde 1989 y con tres hijos (Jack, Nick y Romy), era muy conocidos en el mundo del entretenimiento: Rob alcanzó fama mundial primero como actor en All in the Family y más tarde como director de clásicos como La princesa prometida, Misery y Cuenta conmigo. Pero la más importante y especial fue, sin duda, Cuando Harry encontró a Sally, la película en la que se enamoraron. Michele era fotógrafa y su relación fue creciendo en paralelo al rodaje, motivando una de las decisiones creativas más recordadas del cine romántico. Y es que fue precisamente esa historia real, inesperada y feliz, la que llevó a Reiner a cambiar el final de la película, apostando porque los personajes de Billy Crystal y Meg Ryan terminaran juntos.












