Hace un año Alfonso José Aragón, conocido como Fofito, estuvo al borde de la muerte por una neumonía severa. Afortunadamente, tras 37 días ingresado en el hospital recibió el alta y retomó su trabajo en el circo. Ahora el mítico payaso ha concedido su entrevista más especial y a la vez más difícil. Se ha sentado ante su hija pequeña, Nela Aragón, que es psicóloga, para hablar de la magia de su profesión, pero también de las sombras que acompañan a la vida circense. "A veces, debajo del sombrero y tras la nariz, hay historias profundas que jamás imaginaríamos. Y hoy le doy voz a mi padre para conocer que hay de puertas para dentro en Alfonso", dice Nela al inicio de la emotiva conversación.
"Yo he tenido que aprender que mi padre no es Fofito y que Fofito no es mi padre", reflexiona Nela. "¿A quién entrevisto entonces?", pregunta mirando al hijo del recordado Fofo. Sin pensárselo dos veces, Fofito responde tajante: "A Fofito". A partir de ahí, al artista, nacido en La Habana hace 76 años, comienza a recordar su pasado como payaso, un destino del que no pudo ni quiso escapar.
"Mi madre cuando dio a luz preguntó si era niño o niña y la comadrona le dijo: 'Ha tenido usted un payaso'", recuerda Fofito. "Mi padre siempre me dijo que estudiara. Quería tener un arquitecto, un medico o un abogado en casa. Pero yo le dije que eso no me gustaba, que yo quería hacer lo mismo que él", añade, desvelando que su película favorita es Dumbo. "Sigo llorando con ella". De no haber sido payaso, se hubiera dedicado a "algo que salvara la humanidad", una afirmación que Nela respalda sin dudar. "Si algo te caracteriza es el altruismo".
Fofito hace un recorrido por las canciones más icónicas de Los payasos de la tele, como Hola, don Pepito, Susanita tiene un ratón o La gallina turuleca. "Chapurreo muchos instrumentos, no soy un virtuoso como Emilio Aragón, pero me defiendo". Y se emociona al decir que "puedo hacer un pequeño museo de la familia Aragón porque guardo de todos un poquito, una gorra, un abrigo, una camiseta...".
En un momento de la charla, Nela se sincera sobre lo difícil que fue para ella convivir con la fama de su padre. "Tú pasabas mucho tiempo fuera de casa y poder hacer cosas contigo era algo excepcional. Recuerdo un día por Gran Vía en el que te paró mucha gente y yo me enfadé; quería que se quitaran todos. Luego aprendí que eras una figura pública y que recibes mucho cariño", confiesa.
Fofito, tras escucharla, responde con humor y nostalgia. "Y menos mal que en aquella época no había teléfonos para hacer fotos. Recuerdo cuando tu madre y yo cumplimos 25 años de casados y nos fuimos a Londres. Yo allí pensaba: ‘Qué bien, no me conoce nadie’, y de pronto, en la acera de enfrente, me dicen: 'Hasta luego, Fofito'. Pero es que nací con la fama, nací dentro de una familia de payasos, y el público me quiere porque soy el pequeño de Fofó".
Nela recuerda con ternura cómo, desde pequeña, entendió que su familia no era una familia cualquiera. "A mí me decían que mi abuelo, Fofó, no era solo mi abuelo, era el abuelo de todos los niños", comparte entre risas. Aquella fama era el resultado de una trayectoria inigualable. "Fueron más de diez años en Televisión Española. Llegamos en blanco y negro y luego pasamos al color. Fue muy bonito. Lo que más gustaba eran Los Payasos de la Tele", rememora Fofito.
Tras años en televisión, Fofito dio el salto al circo, un escenario en el que hoy da vida a todos los payasos de su familia, Fofó, Gabi y Miliki, en un homenaje que el público recibe con enorme cariño. "He hecho un repertorio nuevo, pero la gente siempre quiere que cante las mismas canciones", reconoce.
También admite que trabajar en un circo, tanto como artista como empresario, "es muy difícil", especialmente por los largos periodos lejos de casa. De hecho, estas Navidades estará en Barakaldo con su espectáculo, un ejemplo más de esa vida nómada que ha marcado su historia familiar. "Yo iba y venía a casa, y vuestra madre fue la que se sacrificó para estar con vosotras, y llevaros al colegio cada día. Yo me fui tres meses a trabajar a Argentina y mamá se quedó en España con vosotras", recuerda.
La distancia, confiesa, dejó huella en su matrimonio con Marianela Fernández-Cuervo y en su relación con sus hijas, Mónica, Mayte y Nela. "Se echa mucho de menos", afirma, visiblemente emocionado. Quizá por eso, su mujer y sus hijas le piden que se retire de la pista tras toda una vida dedicada a hacer reír a los demás. "Creo que ya me queda muy poquito. Mis hijas quieren que me retire, pero yo no me quiero retirar", asegura con una mezcla de ternura y determinación.
Después de recorrer su vida, Fofito no tiene dudas: ha sido y sigue siendo un hombre muy feliz. "Yo soy feliz, en mi matrimonio y con mis hijas; he sido feliz y sigo siendo feliz. No se lo digas a tu madre", bromea, provocando la sonrisa de su hija Nela. Recuerda también que no solo tuvo un padre, sino tres, porque Gabi y Miliki le enseñaron gran parte de lo que sabe hoy. "Gaby me enseñó a tocar el saxofón y a pintar. Miliki me enseñó a negociar en los despachos", rememora con cariño. De su padre, Alfonso, conserva una admiración profunda. "Mi padre nunca me regañó como un padre. Siempre hablábamos para llegar a un acuerdo. Me enseñó a viajar y me dijo que en la vida había dos caminos, el bueno y el malo, y que lo mejor era seguir el bueno para robarle una carcajada a alguien y que después viniera el aplauso".
Tiene tan buenos recuerdos de su padre que la peor etapa de su vida fue "cuando faltó". "Estuvimos casi tres meses sin actuar. De hecho, Miliki y Gaby se iban a retirar y vinieron los técnicos de televisión y les dijeron: 'Poned a Fofito como Fofó y seguís siendo los tres'. Pero ellos dijeron que no. Que yo tenía que seguir siendo Fofito y que Fofó estaba donde tenía que estar. Que ya no hacíamos más televisión. Pero los técnicos dijeron que no, que había que seguir. Y seguimos", relata. Aquel regreso implicó una reinvención total del grupo. "Cambiamos los papeles. Gaby siendo el serio. Miliki cogió el papel de Fofó y yo el de Miliki en comedia, no musicalmente", explica.
La charla de Fofito terminó con una serie de confesiones personales que permitieron ver su lado más íntimo. El artista contó que le gustaba viajar, el azul del mar y las canciones de Frank Sinatra, al que conoció personalmente. También desveló que nunca había ido a terapia, pero que había recibido muy buenos consejos de su familia. Por último, desveló que tiene un nieto, de 16 años, que es su "payasito favorito". "Toca la guitarra, incluso en la calle. Pone el sombrero en el suelo y se lleva la pasta para casa", dice entre risas.











