Ben Affleck ha sido, desde hace más de dos décadas, uno de los actores más observados de Hollywood no solo por su carrera, sino por su vida sentimental. Su lista de relaciones públicas —intensas, mediáticas, apasionadas y muchas veces fugaces— ha creado un relato en torno a él que trasciende la fama: la historia de un hombre que parece buscar siempre el mismo tipo de amor y que siempre termina del mismo modo.
Con Jennifer Lopez vivió un romance de película que marcó la cultura pop. Con Jennifer Garner formó una familia que parecía ejemplar y estable. Con Ana de Armas protagonizó una de las historias más románticas y comentadas durante la pandemia. Y, sin embargo, todas comparten un hilo conductor: comienzos explosivos, llenos de intensidad emocional, seguidos de una caída progresiva cuando la rutina hace acto de presencia.
¿Por qué ocurre esto una y otra vez? ¿Por qué un hombre que lo tiene todo —éxito, reconocimiento, estabilidad profesional— parece reproducir el mismo guion sentimental en sus relaciones?
Para comprenderlo, recurrimos al análisis de la psicóloga, experta en terapia de parejas, Silvia Manjavacas, quien nos ayuda a mirar más allá de lo visible y entender qué hay detrás de este patrón repetitivo.
Un amor que empieza arriba del todo
Según explica Manjavacas, lo primero que destaca en la vida sentimental de Affleck es “el nivel de intensidad emocional con el que entra en cada relación”.“ Ben tiende a enamorarse desde un lugar muy intenso, muy idealizado, muy de ‘esto por fin sí’”, apunta. “Esa intensidad inicial funciona como un refugio emocional: lo eleva, lo fascina, lo anestesia… y luego, cuando la vida cotidiana aparece, el vínculo se tambalea”.
Este punto es clave: lo que al principio actúa como bálsamo se convierte en una de las principales fuentes de conflicto cuando la relación avanza.
Jennifer Lopez: la historia épica que no podía sostenerse en la vida real
La historia de amor entre Affleck y Jennifer Lopez —en sus dos capítulos— es quizá el ejemplo más evidente de este fenómeno. Cuando retomaron su relación años después de haberse separado, el mundo entero lo vivió como una segunda oportunidad, casi como la reparación de una historia rota. Y él, según Manjavacas, también.
“El reencuentro fue vivido por él como la reparación definitiva de una herida del pasado. Como si al revivir Bennifer pudiera cerrar todo lo que quedó pendiente”, explica la psicóloga. Sin embargo, cuando una relación se carga de tanta nostalgia, expectativa e idealización, sostenerla en la cotidianeidad se vuelve casi imposible.
“Ben tropieza en ese tránsito: del amor de película al amor de todos los días”, señala. “Y ese paso, que es el más importante en cualquier relación, es el que más le cuesta”.
Jennifer Garner: buscar estabilidad desde la herida
Si con Lopez había intensidad y mito, con Jennifer Garner parecía haber encontrado la calma. Fue una relación larga, sólida y familiar. Pero, incluso ahí, el mismo patrón estaba presente.
“Con Garner buscó estabilidad y estructura, y ella se la ofreció”, cuenta Manjavacas. “Pero cuando uno entra en un vínculo buscando que el otro calme sus propias tormentas internas, tarde o temprano aparece la tensión: ninguna pareja puede sostener indefinidamente el peso emocional de otro”.
El matrimonio terminó, pero dejó claro otro aspecto del modo en que Ben se relaciona: la necesidad de contención emocional que busca en sus parejas.
Ana de Armas: la repetición del flechazo que se apaga
Con Ana de Armas, el actor repitió patrón: un enamoramiento veloz, intenso, casi arrebatador, que no llegó a consolidarse.
“Fue otra historia donde el subidón inicial era enorme, pero sin una base emocional trabajada por parte de él, ese entusiasmo no se convierte en estructura duradera”, explica Manjavacas.
Una vez más, lo que empieza arriba termina encontrando sus límites en la vida real.
¿Es mala suerte? ¿Es inmadurez? No. Es un patrón emocional
Nuestra experta es clara: esto no habla mal de sus exparejas ni necesariamente de él como persona. Habla de un patrón. “Lo que vemos es un guion emocional que viaja con él: heridas antiguas, necesidad de validación, búsqueda de intensidad inmediata, miedo a la rutina y dificultad para sostener frustraciones”, describe Manjavacas.
Este guion emocional es el que determina una parte importante de su “gusto amoroso”. No está eligiendo solo a una persona, sino la emoción que esa persona le despierta. “Su elección amorosa no es racional. Es emocional. Y responde a lo que él necesita sentir en esos primeros momentos: intensidad, validación, magia…”, añade. El problema es que esa emoción no puede sostener una relación a largo plazo.
El círculo que se repite… hasta que se comprende
Según la psicóloga, hay una frase que resume bien la trayectoria sentimental de Affleck: “Siempre el mismo subidón, siempre la misma caída. ”Ese es su ciclo amoroso. Y seguirá siéndolo, explica Manjavacas, mientras no trabaje la raíz emocional que lo impulsa. “No necesita otra historia de amor. No necesita otra pareja. Necesita comprender por qué siempre interpreta el mismo guion”, enfatiza. Solo desde ese trabajo interno podrá construir un vínculo que no se derrumbe cuando llega la vida real.
¿Puede romper su patrón?
La buena noticia, según los expertos, es que sí es posible. Pero requiere algo más profundo que enamorarse de nuevo.“Tiene que aprender a tolerar la rutina, a sostener la frustración, a vivir el amor más allá del subidón inicial”, señala Manjavacas. Y, sobre todo, a dejar de buscar fuera lo que solo puede encontrar dentro: calma, validación y estabilidad emocional. Hasta que eso ocurra, es probable que su vida amorosa siga teniendo ese aire de montaña rusa emocional que, para él, se ha vuelto casi una forma de estar en el mundo.












