La percepción que muchos teníamos sobre Victoria Beckham ha cambiado después de ver su miniserie en Netflix. Siempre la habíamos visto como una 'mujer de hielo', inalterable, distante, rígida y extremadamente reservada. Como si nada ni nadie pudiera atravesar ese muro. Como si viviera en un mundo ajeno al de los demás, protegida por una armadura que la mantenía a salvo de cualquier emoción o vulnerabilidad. Siempre tan seria, con su imagen de mujer perfecta. Todo controlado y medido al milímetro. Nada fuera de lugar.
"Me veían como una estirada"
Victoria parecía inquebrantable, incluso en los momentos más difíciles. Intocable. Indestructible. Una mujer fuerte, capaz de todo, que no dejaba ver sus flaquezas y con una actitud tan desafiante como enigmática. La opinión pública de la mujer de David Beckham siempre giraba en torno a esta imagen: una mujer oscura, con un carácter difícil y que nunca sonreía (imposible no acordarse de aquella mítica foto en la que apareció en el aeropuerto luciendo una camiseta que decía: "La moda me robó la sonrisa").
Sin embargo, la serie muestra a una Victoria totalmente diferente y sorprende verla en su faceta más humana, vulnerable y auténtica. La diseñadora británica llora, se angustia, tiene miedo, se ríe, hace bromas, es provocadora, espontánea, divertida... y hasta se graba bailando haciendo TikToks con su hija Harper. Sí, es la misma Victoria Beckham, pero en una versión que nunca imaginamos.
"Quería desesperadamente gustarle a la gente"
Victoria comenzó a construir esa 'armadura' en el colegio, una etapa que fue muy difícil para ella. "En clase siempre estaba sola. Se metían conmigo, era tímida y no era muy sociable. No encajaba para nada", confiesa con los ojos vidriosos. La diseñadora recuerda que le encantaba bailar y disfrazarse porque le permitía ser otra persona. "Toda mi vida he utilizado la ropa para convertirme en otra persona, para ser la persona que siempre quise ser. Cuando estaba en el escenario todo era diferente. Me gustaba la sensación de evadirme de la realidad y ser otra persona. No quería ser yo", dice.
La mujer de David Beckham reconoce que "quería desesperadamente gustarle a la gente", una búsqueda que persiguió durante años. Sin embargo, al ver que no encajaba y que la dejaban de lado, la soledad la empujó a adoptar esa postura defensiva. Quién iba a decirle que, años después, esa experiencia dejaría una huella tan profunda, no solo a nivel personal sino también profesional.
Luego llegaron las Spice Girls y, gracias a ellas, todo cambió. "Me hacían sentir más alegre y divertida. Era la primera vez que sentía que encajaba. ", cuenta Victoria en su documental, asegurando que: "Mi vida hubiera sido muy distinta si no las hubiera conocido".
De un día para otro su vida dio un giro radical. "De repente, me hice popular...", recuerda. Fue un fenómeno abrumador: un boom global que las convirtió en un ícono mundial. Todos las adoraban, querían hacerse fotos con ellas, imitaban sus looks, coreaban sus canciones, soñaban con bailar y cantar como ellas... Las Spice Girls no solo revolucionaron la música pop, sino que también marcaron una época, convirtiéndose en símbolos de poder femenino, diversidad y diversión, influyendo en toda una generación.
Fueron unos años en los que Victoria fue muy feliz porque por primera vez sintió que encajaba en algo. Se sentía querida, protegida... y sus compañeras la animaban a mostrarse al natural para que el mundo supiera que, lejos de esa fachada, había una mujer encantadora y muy bromista.
Pero todo cambió cuando la banda se separó. Victoria se muestra muy sincera al hablar de cómo lo vivió: "Todo fue muy rápido. Éramos como un tornado y, de repente, se acabó. Nuestra separación fue algo extremo, supuso un cambio radical". Y es que no solo fue una transformación a nivel profesional sino también personal: "Pasé de promover el mensaje del empoderamiento femenino a ser una mujer casada metida en un piso en Manchester, sin amigos y lejos de mi familia. Esa transición fue muy muy dura para mí".
Todo eso provocó que se aislara de todo y de todos. Empezó a encerrarse cada vez más y a refugiarse en sí misma, desconectándose del mundo. La presión, las expectativas y la constante exposición mediática la llevaron a construir una muralla emocional, alejándose de todo. Se dio cuenta de que necesitaba construir su propio camino y tenía claro hacia dónde quería enfocar su futuro profesional. "Siempre había sido mi sueño", dice sobre su llegada al mundo de la moda.
Pero era consciente de que no iba a ser fácil. "Sabía perfectamente lo que pensaba la gente: era cantante y su marido es futbolista, ¿quién se cree que es? Entiendo por qué había ciertos prejuicios, pero soy de las que no se rinden. No ha sido un camino fácil y tengo mucha presión, y creo que es porque todavía me juzgan en todos los sentidos por venir de donde vengo", reflexiona.
Cuando empezó con su empresa hace más de 18 años, no conocía el sector y todos la cuestionaban, pero con el tiempo Victoria ha demostrado que sus mayores críticos se equivocaban y ha podido sacar a flote su negocio, contando con el apoyo incondicional de su marido, que incluso tuvo que ayudarla económicamente en su peor momento. "Me siento mal por todas las veces que tuve que pedirte que me ayudaras...", dice en un momento de su documental rompiendo a llorar desconsolada. "No tienes que demostrarme nada", le dice David. "Lo sé, pero quiero hacerlo. Y también a mí misma".
Y después vino su marca de belleza, otro momento transformador en la vida de Victoria a niveles que hasta ahora no imaginábamos. Y es que, tal y como ella misma revela: "Por fin dejé que la gente viera mi verdadero yo". Y cree que esa ha sido una de las claves de su éxito, ya que es habitual verla publicando vídeos en los que se hace su rutina de skincare o sus característicos maquillajes, como su mundialmente famoso smokey eye. "Tener por fin algo que funcionara, me hizo creer en mí misma".
En este último tiempo hemos visto a una Victoria casi irreconocible, riéndose, bailando, haciendo bromas... y demostrando que no hay nada más poderoso que creer en una misma. "Estoy orgullosa y no me avergüenza decir que soy ambiciosa y que aún hay muchas cosas que quiero hacer. No voy a parar", dice la diseñadora británica dando a entender que todavía queda Victoria Beckham para rato. La coraza sigue y no cree que nunca vaya a desaparecer del todo, pero permitirse ser ella misma y mostrar al público las luces y sus sombras de su vida ha sido increíblemente liberador.















