Si te enganchaste a Monstruo: la historia de Ed Gein o a Dahmer, prepárate para tu siguiente maratón. Netflix vuelve a sumergirse en los rincones más oscuros de la mente humana con El monstruo de Florencia, un nuevo true crime que ya tiene a medio mundo pegado a la pantalla. La producción italiana, inspirada en hechos reales, revive un caso que heló la sangre de todo un país: el del asesino que durante casi dos décadas convirtió las colinas de la Toscana en su coto de caza y que, aún hoy, sigue despertando más preguntas que respuestas.
En cuatro episodios, la miniserie dramatiza la escalofriante historia del primer asesino en serie moderno de Italia, conocido como 'Il Mostro' (El Monstruo), responsable de la muerte de al menos 16 personas entre 1968 y 1985 a las afueras de Florencia. Diecisiete años de terror, siempre con el mismo arma —una Beretta del calibre .22— y un patrón aterradoramente claro: parejas jóvenes en coches aparcados en lugares apartados que buscaban intimidad. La ficción arranca con el brutal asesinato de dos adolescentes que se dirigían a una fiesta y sigue a la fiscal Silvia Della Monica, interpretada por Isabella Ragonese, que llega a la escena del crimen cuando la policía parece estancada. Con la idea de avanzar en el caso, decide lanzar una estrategia arriesgada e inventa que la víctima masculina ha dado una descripción del asesino, información que da a la prensa, para hacer que el criminal entre en pánico.
La producción, que se ha situado en el número uno de lo más visto del gigante de streamig a nivel mundial, se basa en documentos judiciales, investigaciones periodísticas y testimonios directos, explorando los muchos posibles responsables que la investigación llegó a considerar —más de 100.000 personas fueron investigadas por la justicia italiana—. La premisa de la serie es clara: aunque haya habido varios "monstruos" a lo largo de los años, el verdadero asesino podría ser cualquiera y eso es lo que mantiene a los espectadores al borde del asiento.
El director Stefano Sollima (Roma Criminal y Gomorra), responsable de este estremecedor relato que reconstruye una de las investigaciones más largas y perturbadoras de la historia criminal italiana aún sin resolver, lo explica con claridad: “El horror, para contarlo de verdad, hay que enfrentarlo, no evitarlo. Y una historia, para que llegue con claridad, sin abrazar tesis, debe empezar desde el principio.” Según añade, el objetivo no es resolver ni explicar, sino recordar: "Contarla con honestidad, respeto y rigor sigue teniendo sentido. Es una manera de permanecer cerca de quienes se quedaron allí, para siempre en la noche".
La serie adapta el libro homónimo del escritor estadounidense Douglas Preston y el periodista italiano Mario Spezi, publicado en 2008 y traducido a más de veinte idiomas. Con su mezcla de misterio, una ambientación de época impecable y un caso real estremecedor, El monstruo de Florencia no es un thriller al uso centrado únicamente en la caza del asesino. Sus creadores, Sollima y Leonardo Fasoli, han querido ir más allá y dirigir el foco hacia la realidad social en la que se produjeron los crímenes. Para ellos no hubo un solo monstruo, sino muchos y, a través de esa metáfora, sitúan la violencia contra las mujeres en el corazón del relato, convirtiéndola en una historia contemporánea.
La atmósfera oscura de este true crime te mantiene pegado a la pantalla, con el corazón en un puño y mil preguntas rondando tu cabeza. Horror y curiosidad van de la mano para recordarnos que la realidad puede superar a la ficción y que la maldad humana no tiene límites. Más que un relato sobre un asesino, El monstruo de Florencia es una mirada a los miedos y contradicciones de una sociedad que aún intenta recuperarse y comprender lo que ocurrió.
El caso real del Monstruo de Florencia
La pesadilla comenzó la noche del 22 de agosto de 1968, cuando un niño de seis años llamó a la puerta de la familia De Felice y relató lo que nadie debería escuchar: “Ábreme, porque tengo sueño y a mi papá enfermo en la cama. Después me acompañas a casa, porque mi madre y mi tío están muertos en el coche”.
A partir de ese momento, la provincia de Florencia vivió una serie de homicidios a parejas jóvenes que buscaban intimidad en coches. Los crímenes se cometieron entre 1968 y 1985, con al menos ocho dobles asesinatos confirmados, siempre en escenarios aislados y siguiendo el mismo patrón: disparos seguidos de puñaladas, uso de una pistola Beretta calibre 22 y, en algunos casos, mutilaciones. El terror y los asesinatos se prolongaron durante casi dos décadas.
La investigación resultó una compleja madeja de teorías que fueron desde un asesino en solitario hasta varios criminales e incluso redes esotéricas. Alrededor de 100.000 personas fueron investigadas por la justicia italiana, hubo múltiples detenidos, condenas y absoluciones, y la pesquisa estuvo plagada de errores y pistas falsas. A pesar de los esfuerzos, —y aunque tres hombres han sido acusados a lo largo de los años— la identidad del asesino aún se desconoce. El caso, que sigue abierto como un enigma que marcó la criminología italiana, dejó una huella profunda en la sociedad del país, transformando costumbres y sembrando miedo en la vida cotidiana.
El caso fue reabierto por las fuerzas del orden en la década de 2000 y, en 2022, las familias de las víctimas solicitaron que se volvieran a examinar las pruebas. El apodo "El Monstruo" fue acuñado por el periodista de sucesos Mario Spezi, coautor del libro homónimo junto con Douglas Preston. Spezi llegó a ser arrestado y encarcelado por cargos que incluían difamación y obstrucción a la justicia, aunque finalmente fueron retirados.













