Este domingo fallecía Rafael de Paula, leyenda del toreo, a los 85 años de edad en su residencia de Jerez de la Frontera. "Yo he tenido el toreo en mis manos en dos ocasiones, y se me ha ido. Por eso no soy nadie. Y eso es imperdonable. Para un profesional es un fracaso", decía sobre su éxito. Con su partida, la historia de la tauromaquia cierra un capítulo único, marcando el final de la trayectoria de uno de sus nombres más destacados e irrepetibles.
Este martes, diversas figuras del mundo del toreo han acudido a su funeral, celebrado en la iglesia de Nuestro Padre Jesús del Prendimiento y María Santísima del Desamparo. Curro Romero y su mujer Carmen Tello, Víctor Janeiro, Javier Conde, Fermín Bohórquez, Luis y Antonio Domecq, Oliva Soto, Álvaro Montes o el artista Diego Carrasco han sido algunos de los asistentes a la emotiva ceremonia. Tampoco han faltado los hermanos Rivera, Francisco y Cayetano, que han querido estar presentes en el último adiós a la leyenda, que era muy amigo de su padre, Francisco Rivera 'Paquirri', y de su abuelo, Antonio Ordóñez. También ha estado presente la alcaldesa de Jerez de la Frontera, María José García Pelayo, y los hijos y nietos del torero, visiblemente emocionados.
Nacido en el corazón del Barrio de Santiago de Jerez, Rafael Soto Moreno, su nombre de nacimiento y no artístico, fue siempre sinónimo de una vida con un carisma arrollador. Su estilo, considerado de culto para varias generaciones, se nutrió de esa cuna gitana que le imprimió un compás y un pellizco únicos a todo lo que hacía. Su figura trascendió el mundo del toreo para convertirse en un referente cultural y humano. Manuel Barrera, sacerdote que ha oficiado la Eucaristía, ha pedido un monumento en honor al legado del torero junto a la Plaza de Toros porque "Jerez tiene una deuda que saldar con el maestro", según ha contado el Diario de Jerez.
"Tuve la suerte de torear mucho con el torero. La última becerra que toreó en su vida la toreó conmigo. La verdad es que ha sido un maestro y un genio en todos los sentidos, y la verdad es que es una pena. Se están yendo todos ya...", ha expresado Francisco Rivera a Europa Press. Tanto él como su hermano han formado parte del cortejo que ha sacado el féretro con los restos mortales a hombros de la iglesia, pero los hijos de Carmen Ordóñez han mantenido las distancias y no se han acercado en ningún momento. Ambos se han ignorado, pese a que estaban a metros de distancia. Ni un saludo, ni un abrazo y tampoco ninguna conversación: la frialdad ha encompasado su presencia en el funeral.
"Rafael de Paula nunca ha dejado nada a la indiferencia y ha sido un genio en todo lo que ha hecho en su vida. Deja un vacío enorme. Lo echaré de menos mucho", ha añadido Francisco a la prensa que ha acudido a la iglesia. En 2002, el Ministerio de Cultura reconoció su trayectoria vital y artística al concederle la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. El maestro siempre marcó una distinción en su propia definición del arte: "No soy un torero artista, sino un torero de arte, que es distinto". Más allá del ruedo, Rafael de Paula fue un hombre profundamente familiar, conocido por su sencillez y su cercanía. Siempre tuvo un especial cariño por su tierra y por su gente, y su legado también se mantiene en la memoria de quienes lo trataron. Su voz, su mirada y su forma de contar la vida dejaron huella en todos los que lo rodearon.





















