Ha fallecido Rafael Soto Moreno, universalmente conocido como Rafael de Paula, a la edad de 85 años. Con su partida, la historia de la tauromaquia cierra un capítulo único, marcando el final de la trayectoria de uno de sus nombres más destacados e irrepetibles. Nacido en el corazón del Barrio de Santiago de Jerez, Rafael de Paula fue siempre sinónimo de una vida con un carisma arrollador. Su estilo, considerado de culto para varias generaciones, se nutrió de esa cuna gitana que le imprimió un compás y un pellizco únicos a todo lo que hacía. Su figura trascendió el mundo del toreo para convertirse en un referente cultural y humano.
En 2002, el Ministerio de Cultura reconoció su trayectoria vital y artística al concederle la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. El maestro siempre marcó una distinción en su propia definición del arte: "No soy un torero artista, sino un torero de arte, que es distinto". Más allá del ruedo, Rafael de Paula fue un hombre profundamente familiar, conocido por su sencillez y su cercanía. Siempre tuvo un especial cariño por su tierra y por su gente, y su legado también se mantiene en la memoria de quienes lo trataron. Su voz, su mirada y su forma de contar la vida dejaron huella en todos los que lo rodearon.
En su infancia, Rafael vivió en Jerez y en Córdoba, donde su padre fue cochero en una yeguada militar entre los 7 y 14 años. Siempre destacó que se crió "en la falda de su madre" y provenía de una familia humilde. Como torero inició su camino en Ronda, donde tomó la alternativa en 1960. Su carrera, aunque con altibajos, fue un continuo reflejo de su mundo interior. Se retiró oficialmente en el año 2000, en una emotiva corrida en su tierra natal en la que se cortó la coleta, un instante lleno de profundo simbolismo.
El diestro también se distinguió por sus reflexiones vitales, que compartió en numerosas ocasiones. Sus palabras eran un espejo de su alma y de su honestidad: "Yo no he sido nada. Yo, solamente, he sido, mire usted, un ave que he emigrado y he podido llegar al sitio y luego he podido volver. Un ave que ha hecho ese viaje y he vuelto con muchas fatigas y en estado agónico".
Esta humildad contrastaba con el peso de su carrera. Él mismo confesó, con crudeza, su perspectiva sobre el éxito profesional: "Yo he tenido el toreo en mis manos en dos ocasiones, y se me ha ido. Por eso no soy nadie. Y eso es imperdonable. Para un profesional es un fracaso".
Rafael de Paula también dejó clara su admiración por las grandes figuras que lo precedieron: "Ha sido Joselito El Gallo el que mejor ha toreado. Porque una cosa es ser buen torero y otra torear bien. Era el más grande... Ése es el mejor torero que ha parido madre de todos los tiempos. Ése es mi conocimiento y a la conclusión que llego".









