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Descubrimos la decoración de inspiración vintage de la boda de Stella Banderas: encaje de camariñas, candelabros y el romántico juego de velas


Una celebración donde la elegancia gótica se fundió con la esencia española en un escenario de ensueño


Los recién casados a su salida del templo© Días de vino y rosas
29 de octubre de 2025 - 6:16 CET

La “niña de los ojos” de Antonio Banderas y Melanie Griffith se casó hace escasos días en la Abadía Retuerta de Sardón del Duero, una pequeña localidad de Valladolid. Así es como la famosa familia de Hollywood se trasladó junto a sus aproximadamente 200 invitados para celebrar el enlace de Stella con Alex Gruszynski, al que conoce desde el colegio.

Los recién casados a su salida del templo© Días de vino y rosas

Una historia única que comenzó desde la amistad en la infancia y se transformó en amor en la adolescencia. Y a pesar de que, sus caminos se separaron en 2019, tras unos años se volvieron a encontrar para comprender que no querían estar el uno sin el otro nunca más. Por ello, en el verano de 2024 se prometieron y empezaron a soñar con una boda que honrara las raíces de Stella, un sueño que se hizo realidad.

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La novia, preparándose para el gran momento© Días de vino y rosas

Stella no quería grandes artificios ni muchos invitados en su boda, pero lo que sí tuvo claro desde el primer momento fue que quería acercar a su futuro marido y a su familia estadounidense a las raíces culturales que comparte con su padre creando una boda inspirada en la tradición y la gastronomía española. A su vez, la pareja quiso darle un toque gótico-romántico que se percibió hasta el los pequeños detalles. Una boda llena de personalidad en la que los novios y sus familias se involucraron y entregaron en cuerpo y alma para que todo saliese bien.

Llamaba especialmente la atención el ramo de novia por lo poco convencional del color de las flores. Se trataba de un "bouquet" de calas negras, atadas con un lazo de terciopelo también negro, con el que Stella quiso darle un toque gótico a su "outfit" nupcial. Antonio, su padre, también llevaba en la solapa una flor del mismo color© Días de vino y rosas

Así es como la temática principal se reflejaba a la perfección en cada detalle del vestido de la novia, que rendía tributo al encaje español y añadía un toque de personalidad al elegir un ramo de calas negras, atadas con un lazo de terciopelo del mismo color, consiguiendo que toda la celebración pareciera salida de una historia de fantasía.

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Imágenes de la capilla de la abadía Santa María de Retuerta, decorada para la ocasión© Días de vino y rosas

En cuanto a los espacios, una de las elecciones más importantes para celebrar una boda, el lugar elegido fue perfecto ya que se trataba de un monasterio del siglo XII. La ceremonia fue en la iglesia de la Abadía, que dejó de estar secularizada en el siglo XIX —por la desamortización de Mendizábal—. 

Antonio Banderas lleva a su hija del brazo hasta el altar, mientras sonaba una canción que había compuesto el tío abuelo de Stella expresamente para la ceremonia© Días de vino y rosas
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Característica por sus tonalidades oscuras y sus alto techos, se creó un ambiente acogedor mediante cientos de velas encendidas colocadas en elegantes candelabros negros y enormes cortinas blancas que colgaban cuidadosamente desde el techo, aportando un toque romántico y lleno de luz. Otro toque perfecto de este momento es ver como el enorme velo de la novia, bordado con un cuidado encaje, caía por las escaleras sobre las que los novios se daban el “sí quiero”.

Stella y Alex pronunciaron, muy emocionados, sus votos matrimoniales durante la ceremonia civil, que fue oficiada por Blake Lee© Días de vino y rosas
Stella y Alex pronunciaron, muy emocionados, sus votos matrimoniales durante la ceremonia civil, que fue oficiada por Blake Lee

Así, con la importante presencia de temas musicales y sus seres queridos, se creó un ambiente acogedor en el que también tuvo mucho que ver el actor Blake Lee, gran amigo de la familia que ofició la boda realizando un emocionante recorrido por la historia de amor de los novios.  

Tras la ceremonia religiosa, se sirvió el cóctel a base de "pintxos" y tapas, en el claustro del monasterio, mientras un cuarteto de cuerda amenizaba el momento. Stella y Alex disfrutan junto a sus amigos del aperitivo de marcado acento español© Días de vino y rosas
Tras la ceremonia religiosa, se sirvió el cóctel a base de "pintxos" y tapas, en el claustro del monasterio, mientras un cuarteto de cuerda amenizaba el momento

Tras ello, al caer el sol y rodeados de viñedos, los invitados disfrutaron de un cóctel al aire libre lleno de “pintxos” y gastronomía española, además de un cortador del mejor jamón ibérico en directo, coquinas, paella…acompañados de un cuarteto de cuerda que armonizaba la velada.  Esta transcurrió con éxito hasta llegar al banquete, que se celebró en la misma capilla de la Abadía pero ya transformada en un espectacular comedor que acogió a los invitados. 

La capilla de la abadía se transformó en un elegante comedor para la cena (mesas imperio con centros de flores negras e iluminadas por velas en candelabros de plata )© Días de vino y rosas

Marcado por mesas imperio vestidas con largos manteles blancos, y añadiendo más candelabros de plata e iluminación a base de velas, se creó un entorno de lo más acogedor. Las mesas contaban con todo lujo de detalles: vajilla blanca con servilletas que recordaban al mismísimo encaje del look nupcial, cubiertos y detalles en plata y mesas llenas de centros de flores negras y uvas, en perfecta armonía con el entorno vitivinícola del lugar. 

Detalles de la decoración de las mesas© Días de vino y rosas
Detalles de la decoración de las mesas
Media Image© Días de vino y rosas

Una celebración llena de personalidad en la que con ayuda de la wedding planner, y las familias de los novios, que se involucraron en decisiones tan importantes como el menú o el lugar elegido, se logró cuidar y apreciar minuciosamente cada detalle puesto con amor para lograr así un ambiente acogedor de lo más romántico, con toques góticos que crearon un espacio íntimo y cálido lleno de significado, donde cada rincón contaba una historia y donde el amor fue el verdadero protagonista.

El romántico beso de película en el que se fundieron los recién casados© Días de vino y rosas
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El segundo acto de la boda no se quedaba atrás. Los encajes volvían a reinar en el enclave: desde las servilletas utilizadas en la cena hasta carteles con una puntilla más gruesa con las iniciales de los novios, pasando por varios formatos del menú con la selecta carta de cocktails bordada, todo estaba cuidado hasta el último detalle bajo la premisa gótica que tanto apasiona a Stella.

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Los man​teles, de un purísimo blanco, contrastaban a la perfección con las sillas metalizadas de color oscuro, que se mimetizaban con el ambiente creado en la abadía, la cual estaba envuelta con magníficas cortinas que colgaban desde el punto más alto de la estancia y reposaban elegantemente sobre las paredes. Sobre las mesas, grandes velas como las de las historias de princesas, regias y distinguidas, acompañadas por centros florales de un color vino con mucha presencia. La cubertería y demás útiles, de una fina plata, combinaban con las piezas que indicaban los dueños de los respectivos asientos y se entrelazaban con la cristalería elegida para el evento. 

Media Image© Días de vino y rosas
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