De las cinco parejas que han marcado la vida de Isabel Preysler, tres han presentado el problema de celos. En concreto, detalla “escenas” con Julio Iglesias, Miguel Boyer y Mario Vargas Llosa, quienes, curiosamente, son los hombres que más reconocimiento han logrado con sus carreras profesionales. En sus memorias, Mi verdadera historia, que salen a la venta este miércoles 22, Isabel detalla cómo se enfrentó a estas situaciones y cómo interfirió en su amor.
Con motivo de la publicación de su libro, Isabel habla con ¡HOLA! de este asunto. “¿Qué les pasa a los hombres?, ¿es falta de seguridad en sí mismos? ¿Qué opinas sobre los celos en la pareja?, le preguntamos en la entrevista. “Desde luego, los celos son una falta de seguridad en uno mismo”, responde Isabel con rotundidad. “Siempre son malos para el que los padece y para el que los sufre y dañan cualquier relación, por muy sólida que sea”, responde añade.
Los celos de Julio Iglesias
Julio Iglesias fue el primer hombre que llevó a Isabel al altar y el primero en convertirla en madre, pero también quien le mostró cómo este problema, que terminaron deteriorando su historia de amor. “Sentía unos celos enfermizos hacia cualquier que se me acercara”, relata Isabel, quien destaca dos situaciones desagradables: Una la vivió estado con el marqués de la Esperanza y la otra, con el rey Simeón de Bulgaria.
Aquella “excesiva protección y vigilancia” la sintió ella cuando el aristócrata y el monarca le pidieron la mano para bailar en dos ocasiones distintas. ¿La reacción de Julio Iglesias? “Isabel, no quiero que bailes ni con Dios”, le soltó el intérprete de Me olvidé de vivir. Ella terminó rechazándoles, intentando mantener la sonrisa, por un lado, y soportando el bochorno, por otro. Prefería eso que volver a revivir “la expresión de la cara” de su primer marido, mientras pronunciaba “aquella frase demoledora entre dientes”.
“Después de sus escenas de celos que fueron a más, Julio siempre me pedía perdón y yo me hacía la absurda ilusión de que iba a cambiar, Y digo absurda porque los celos los llevaba inscritos en su ADN”, afirma Isabel en su libro. “Para complacerle, me olvidé de mí y me convertí en su ideal de mujer. Mi aspiración era aportar tranquilidad y que nuestra relación no interfiriese en su trabajo”, añade ella en sus páginas.
Paradójicamente, Isabel decidió separarse cuando descubrió las infidelidades de Julio y fue implacable cuando su primer marido se lo confesó todo. “Me quedé sin fuerzas y sin voz”, recuerda ella, antes de apostillar: “Esa noche ya no durmió en casa”. Pese a todo, ambos lograron reconducir la situación con el paso de los años y en pro de los tres hijos que tenían en común. De hecho, mantienen una estupenda relación y se profesan un enorme cariño, como ha quedado reflejado en incontables ocasiones.
Los celos de Miguel Boyer
Este sentimiento de posesión desmesurada también la sufrió Isabel con su tercer marido. “Como pareja, Miguel Boyer y yo nos enfrentamos con un problema serio: sus celos. Tenía la ridícula obsesión de pensar y creer que todo el mundo se enamoraba de mí. Con los años, los celos se acrecentaron”, asegura Isabel en sus memorias. “No podía soportar que yo me riera con alguien que no fuera él. En una ocasión le rogué que acudiera al psiquiatra para solucionarlo”, desvela, para sorpresa del lector.
“Él no creía en este tipo de terapias, pero consintió que le pidiera hora. El psiquiatra me comentó que Miguel le había dicho que nuestro matrimonio marchaba muy bien y que yo comprendía perfectamente sus celos; que le constaba que yo jamás me había pasado de la raya, pero que él no podía remediarlos; terminó subrayando que, afortunadamente, acabábamos solucionando nuestros problemas”, escribe Isabel para luego continuar: “Lo que Miguel no le contó, porque no lo sabía, es que yo muchas veces tenía que llamar a nuestros amigos, con los que habíamos salido a cenar o de fiesta, para pedirles perdón por las escenas que le montaba”.
Uno de estos desencuentros surgió durante unas vacaciones en Capri, en julio de 2011. Estando en un barco con varios amigos, entre los que se encontraba Carlo Nasi y Karl Heinz Grasser, ministro austríaco de Finanzas, Isabel recuerda un episodio desagradable. “Al principio, estuve conversando con Karl, pero como Carlo conocía muy bien a Miguel, empezó a charlar conmigo par que yo dejara de hablar con Karl. Me di cuenta de lo que estaba haciendo y me entró la risa”, recuerda Isabel.
“Miguel estaba en otra mesa sentado frente a mí, vigilándome muy serio, porque no podía soportar que yo me riera con alguien que no fuera él”, continúa contando ella hasta llegar el momento que estalló el exministro, cuando Carlo Nasi habló de un museo de arte egipcio que había en Turín. “Qué sabrás tú”, dijo Miguel, provocando una discusión entre ambos.”Me levanté y mostré mi apoyo a Carlo”, escribe Isabel. “Aquella noche, hablé muy seriamente con Miguel porque consideré imperdonable la forma en la que se había comportado”, recoge en las memorias.
“Nunca estuve tan cerca de separarme de Miguel como tras aquel incidente, que tampoco fue el único, ya que hubo algunos más. Sentía que no podía controlar sus celos y que la cosa iba de mal en peor”, confiesa ahora Isabel, quien, pese a todo, considera que el exministro ha vivido “la historia de amor más importante” de su vida. “Le amé profundamente y, aunque en alguna ocasión pensé en separarme, creo que no hubiera podido vivir sin él, reconoce en las páginas.
De nuevo, con Vargas Llosa
En su última relación, la que vivió con Mario Vargas Llosa, Isabel volvió a enfrentarse a los celos. Así ella se lo expresó en la última carta que se envió con el premio Nobel, con la que concluyó su noviazgo. “Me cuesta encontrar las palabras adecuadas para explicarte el asombro que me produjo tu ridícula escena de celos la noche después de la fiesta de Moët & Chandon. ¿Cómo pudiste decirme levantando la voz, a lo que no estoy acostumbrada, que me estaba tomando «demasiadas libertades»?”, escribe Isabel, haciendo mención a una cena a la que acudió como imagen, el 30 de noviembre de 2022.
“Sabes perfectamente que era una fiesta a la que acudí porque formaba parte de mi trabajo y que, además, lo hice acompañada de mi hija Ana. Y utilizo el adjetivo de ridícula porque, a nuestra edad y en nuestro caso, las escenas de celos infundados están totalmente fuera de lugar y dan hasta vergüenza”, le recriminó Isabel a Mario.
En la misma misiva, Isabel le recordó a Mario “otra escena de celos” por asistir a otra fiesta “por trabajo” y con Tamara. “Reproché entonces tu egoísmo y tu mala educación a pesar de que debido a tu soberbia ni siquiera me pediste perdón. Esta ha sido la segunda vez que lo has hecho pero no va a haber una tercera porque, por respeto a mí misma y porque no me lo merezco, no voy a dar por bueno tu comportamiento que considero totalmente inaceptable”, escribió en la misma carta donde Isabel dio por zanjada su relación con Vargas Llosa.
Desde que rompió con el premio Nobel, Isabel no ha vuelto a tener ninguna pareja. De hecho, asegura que se encuentra encantada con su soltería y destaca de esta etapa su “independencia y libertad”. ¿Será que ella no quiere volver a sentir celos de ningún otro hombre?