La vida de Nina Junot se ha visto sacudida por el cáncer de mama. Por un lado, su padre falleció por esta enfermedad, a los 87 años, después de ser operado en dos ocasiones. Por el otro, su abuela paterna también la tuvo. Afortunadamente, la madre de Isabelle Junot –una delos tres hijos que tuvo durante su matrimonio con Philippe Junot— no la ha vivido en primera persona, pero, durante muchos años, tuvo miedo al padecer cáncer. Al contar con esos antecedentes, Nina decidió realizarse unas pruebas médicas que revelaron el alto riesgo que corría: descubrieron que era portadora del gen BRCA1, que multiplica las probabilidades de padecer cáncer de cáncer y de ovarios, entre otros.
Pero la ex modelo danesa decidió someterse a una doble mastectomía preventiva en 2018 y a una histerectomía, seis meses después, con extirpación también de trompas de falopio y ovarios. Con motivo del día Mundial del Cáncer de Mama, que se celebra este domingo 19 de octubre, Nina comparte su testimonio con ¡HOLA! y recalca la importancia de hacerse revisiones. Es un mensaje que quiere transmitir tanto a mujeres como a hombres. “La gente se sorprende que haya hombres con cáncer de mama, pero los hay”, nos dice la madre de la marquesa de Cubas. Además, nos comparte sus experiencias con enfermos, que, además de dar soporte emocional en Nueva York, también trabaja con Elite Hair International, una empresa francesa que fabrica pelucas sintéticas y de pelo natural. "La vida te cambia completamente cuando el cáncer de mama llega a tu vida".
¿Cuál fue tu prioridad cuando descubriste que podías padecerlo?
- Buscar una solución. Recibir una noticia así es un shock, pero hay que actuar y saber cómo: ¿Qué hago? ¿Cambio mi dieta? ¿Cómo me trato? La familia y los amigos siempre dan ideas, así que es un momento de confusión total. A mí me ayudó el libro de Lili Sciorra, que se llama “A Window Unto Life”, pero es importante que cada uno elija su camino y decida cómo afrontarlo. Lo veo mucho en mi trabajo, aunque no tengo autorización para dar consejos médicos, porque estoy para escuchar y para ayudar con el tema de la alopecia. Llevar una peluca es tomar una solución. Y es más poderoso de lo que puedas pensar, porque la mujer se esconde un poco cuando está enferma. Recuerdo que, después de mi operación, me escondía. Mis hijas me decían de dar un paseo, pero yo estaba introvertida y quería quedarme en casa.
¿Te sometiste a una doble mastectomía? ¿En qué momento el médico te plantea la operación?
- Fue algo instantáneo. Incluso, antes de que me hiciera el test de BRCA1, porque mi padre tuvo cáncer de mama y tenía una predisposición a padecer la enfermedad. Eso ya era una bandera roja.
¿Tuviste claro que te operarías o te lo pensaste mucho?
- Tardé años en tomar la decisión. No podía. Finalmente, mi oncólogo, Hernán Cortés-Funes, casi me dijo que me lo hacía gratis en el hospital High Care, de Marbella. Claro que mi seguro me lo cubría, pero entendí en ese momento que era importante operarme. Hasta ese momento, pensaba: “Yo como muy sano, no me va a tocar a mí”. Pero no puedes huir.
¿Y qué fue lo que te hizo decir sí a esa operación?
- Tuve una amiga que estuvo luchando siete años contra el cáncer. Cuando vi cómo afectó todo a su familia, a sus amigas y su entorno, me di cuenta de que no quería pasar por eso. Tampoco quería pasar por mamografías y ecografías cada seis meses, porque era una esclavitud. Tomé la decisión más drástica, pero confié totalmente en mis médicos y no tenía otra solución.
Además, te sometiste a una histerectomía para extirparte los ovarios y las trompas de falopio.
- Sí, todo fuera.
¿Ha cambiado mucho la relación con tu cuerpo y tu concepción de la belleza?
- (Toma unos segundos para pensar) Al principio, sí. Claro que te cambia el cuerpo como mujer y soy muy consciente, pero no me veo como un cuerpo físico, sino más como un ser humano. Mi identidad no es mi cuerpo, sino mi personalidad. ¡Tampoco tengo treinta años! (ríe). Vamos, que el cuerpo cambia igualmente con el paso del tiempo, sí. El médico me dijo: “De todas manera, el tejido de la mama tampoco es el más bonito después de los 50. Es mucho mejor un implante” (Nina echa una carcajada).
¿Cómo ha cambiado tu vida?
- Tengo una paz interior sobre el futuro, ya no tengo esa ansiedad de pensar que voy a tener cáncer. En ese aspecto, estoy mucho más tranquila. No tengo cero riesgo de cáncer de mama, pero es muy, muy bajo. Es verdad que salen nervios cada vez que me hago una ecografía, pero ya no es lo mismo.
¿Hay algo en tu día a día que no apreciabas antes y que ahora disfrutas?
- Es difícil responder, porque también cambias con la edad, pero me siento responsable de mi cuerpo, de mi vida y con mi familia... Puedo vivir más años, por ejemplo, como abuela... Eso da libertad. Disfrutas más mucho más de tu familia. Sí y, a mi edad, mi familia es lo que me da más felicidad. ¡Mis nietas son mi prioridad! (ríe). Es una buena pregunta, porque me hace pensar... Ahora camino con mi perro sin tener ansiedad por el futuro... .Antes tenía miedo a morir de cáncer. Ahora soy consciente de que no tengo riesgo cero, pero lo he bajado muchísimo.
Después de todo lo que has pasado, ¿te sientes más poderosa?
- Sí. Ha sido muy duro, brutal. Han sido seis semanas por cada operación: por la mastectomía y por la de ovarios. Es que no te puedes operar de las dos cosas a la vez, porque es demasiado. Al menos, yo no conozco ningún hospital que lo haga a la vez.
¿De qué manera ha influido esta experiencia en tus relaciones personales? ¿Te has vuelto más selectiva con la gente que te rodea?
- ¡Sí, el triple! (ríe). Es peligroso mantener a gente tóxica en tu entorno, porque afecta a tu día a día. Creo que todos somos buenas personas de base, pero hay gente que no para de criticar y de hacer comentarios negativos. Si sigues con esas personas tóxicas, te afectan emocionalmente y el ánimo es muy importante. No me refiero a familiares o amigos como problemas. Nunca dejo a nadie cuando tiene un problema. Al contrario. A una persona tóxica me refiero a alguien que critica por cosas que has hecho, como la operación preventiva que me hice. No me gustan los comentarios del tipo “¿Cómo puedes hacerte algo tan agresivo para nada?”. Si una persona insiste con esos comentarios negativos, la bloqueo por el teléfono. Out!
Después de todo lo que has pasado, ¿tenías algún miedo antiguo que se haya vuelto totalmente irrelevante para ti?
- No tuve ninguno en concreto, pero siento que soy más positiva y más agradecida. Cuando voy ahora a la iglesia, ya no pido cosas. Ahora rezo y doy las gracias. Por ejemplo, por tener un buen día, por pasar tiempo con mi nieta... Dar las gracias afecta. Pero quería comentar una cosa: como no se hacían mamografías durante el COVID, ha habido más pacientes cáncer de mama al no haberles diagnosticado a tiempo. Lo sé porque la venta de pelucas se dispararon. Por eso, hay que controlarse y ser preventivos. La enfermedad, si se detecta a tiempo, se cura bien.
Ahora tienes muy cerca la enfermedad con tus pacientes. ¿Cómo es tu relación con esas personas?
- Yo no puedo dar ninguna opinión o consejos médicos, porque mi papel es de levantar el ánimo. Pero, cuando las mujeres se prueban las pelucas y se miran al espejo, lo noto. Si les digo "un selfi", lo mandan a las familias y a los amigos. Ahí me siento muy satisfecha, porque siento que he hecho algo bueno. Es importante animar a cada persona, mucho más que vender una peluca.
¿Qué lección de vida has aprendido después de todo?
- Hay que ser paciente con las personas. Yo que vivo en Nueva York, no lo era, por la vida que tiene la ciudad. Pero nunca sabes si alguien que puede tener problemas: si su mamá está enferma o si ha podido perder a una persona importante. Entiendo más a la gente.