Cuando el calendario señala el martes 21 de octubre de 2025 como el día en que Nicolas Sarkozy deberá ingresar en prisión para cumplir una condena de cinco años por asociación ilícita en el caso de financiación libia, la atención vuelve a centrarse en la pareja que durante años encarnó el poder y el glamour en Francia. A las puertas de la cárcel de La Santé, en París, Sarkozy afrontará uno de los momentos más difíciles de su vida política y personal. Fuera, Carla Bruni, su esposa desde hace diecisiete años, se mantiene firme, convertida en el rostro sereno de una noticia que ha sacudido a la élite francesa.
La noticia de la condena a cinco años de prisión por asociación ilícita ha supuesto un golpe durísimo para la familia Sarkozy-Bruni. Sin embargo, quienes la conocen aseguran que Carla se ha refugiado en la música, en su hija Giulia, en su madre y en el círculo más íntimo de amigos. En los últimos días, la artista ha compartido en redes sociales pequeños gestos cargados de simbolismo. En uno de ellos, publicó un vídeo casero en el que, con la guitarra entre las manos, le dedicaba a su marido la canción Let it be. “¿Puedo tocarte una canción, mi amor?”, se le escucha decir con ternura. “El placer es mío", responde él. Un instante de calma doméstica que refleja su unión en el momento más difícil.
Carla Bruni, italiana de nacimiento y francesa de adopción, llegó a Francia en 1975, con ocho años, cuando su familia abandonaba Italia. Allí se formó en música, artes y literatura, antes de que los grandes nombres de la alta costura, Chanel, Dior, Versace, Yves Saint Laurent o Givenchy, llamaran a su puerta y la convirtieran en una top model consagrada.
La vida sentimental de Carla durante aquellas décadas también fue intensa. En sus propias palabras: “Soy fiel a mí misma. Me aburro una barbaridad con la monogamia. Incluso si mi deseo y mi tiempo me unen a un solo hombre, no niego el carácter maravilloso de la intimidad. Soy monógama de tiempo en tiempo”, reconoció en una entrevista al semanario conservador Madame Figaro.
Ese modo libre y seguro de entender el amor dibujó su pasado sentimental con nombres tan reconocidos como Mick Jagger, Eric Clapton o Julien Clerc. Desde el 1999 al año 2000 estuvo con el editor Jean‑Paul Enthoven, antes de enamorarse de su hijo, Raphaël Enthoven, con quien tuvo a su hijo Aurélien.
Fue en noviembre de 2007 cuando Carla y Sarkozy se conocieron en una cena organizada por el publicista Jacques Séguéla. Según relatan fuentes próximas, aquel fue un “flechazo” inmediato. Carla lo describió tiempo después como: “Fue inmediato. No esperaba que él fuese tan divertido y vital. Su aspecto, su encanto y su inteligencia me sedujeron”.
Ese idilio desembocó pronto en matrimonio: el 2 de febrero de 2008 se casaron en el mismo Palais de l’Élysée. Con ello, Carla se convirtió en la primera dama más célebre, cosmopolita y observada en la historia política de Francia, acompañando a Sarkozy en desplazamientos de Estado, desde Londres hasta Washington, y aportando a la diplomacia europea un glamur poco habitual hasta entonces.
Pero mientras la pareja vivía este brillo público, no todo era idílico. Sarkozy acumuló varios procesos: había sido ya condenado en 2021 por corrupción y tráfico de influencias, y en este último caso, el tribunal le impuso una pena de cinco años por asociación de malhechores. Él dijo tras el veredicto: “Si quieren que duerma en prisión, dormiré en prisión, pero con la cabeza bien alta. Esta injusticia es un escándalo.”
Desde el primer momento de la sentencia, Carla desplegó su papel de apoyo incondicional. En declaraciones recogidas por agencias y medios europeos se informó que la artista compartió en Instagram el mensaje “El amor es la respuesta” con el hashtag “el odio no ganará”.
Ahora, con la fecha de ingreso fijada Carla asume un nuevo papel: el de compañera de reclusión y madre protectora para toda la “banda Sarkozy”, como algunos medios la han bautizado, incluidos los hijos de él y los suyos propios. La exmodelo, que hace años decía que su carrera como primera dama “no había sido positiva para mi carrera musical. La gente empezó a verme como una política, cuando yo no soy una política, soy cantante y compositora”. Por ello ha vuelto a la música para buscar espacios de refugio.