La emoción se mezcló con el orgullo ayer en Guadalajara. La infanta Elena volvió a ser protagonista de una aparición pública muy especial, esta vez en su papel más entrañable: el de tía. La hermana mayor del Rey Felipe VI acudió al polideportivo David Santamaría para apoyar a su sobrino Pablo Urdangarin en un partido histórico para él: su debut con la selección española absoluta de balonmano.
Desde el palco, doña Elena siguió con atención cada jugada del encuentro entre el Sanicentro Guadalajara y el Fraikin Granollers, el equipo en el que milita su sobrino. A su lado, Miguel Urdangarin, hermano de Pablo, celebraba cada gol con entusiasmo, demostrando la unión familiar que caracteriza a los hijos de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin.
El ambiente se volvió especialmente emotivo en el minuto 55 del partido, cuando Pablo anotó su segundo gol. En ese momento, la infanta Elena y Miguel no pudieron contener la emoción y se abrazaron de pie, celebrando como si se tratase de una final.
El Granollers se impuso finalmente por 29-32, culminando una jornada perfecta para el jugador y su familia. Terminada la cita deportiva, la infanta bajó a la pista para felicitar a su sobrino con un cariñoso abrazo. Fue un gesto sencillo, pero cargado de afecto, que reflejó la complicidad entre ambos.
En las gradas también se encontraba Olympia Beracasa, actual pareja de Miguel Urdangarin, con quien se la relaciona desde el verano de 2024. La joven, que reside en el Palacio de la Zarzuela junto a la reina Sofía, realiza prácticas medioambientales y mantiene una relación muy cercana con la familia.
El debut de Pablo Urdangarin con la selección nacional representa un nuevo hito en su prometedora carrera. El joven, que juega como lateral en el Granollers, ha sido convocado por el seleccionador para los amistosos del 30 de octubre y 1 de noviembre frente a Suecia, como preparación para futuras competiciones internacionales. Una trayectoria que, inevitablemente, recuerda a la de su padre, Iñaki Urdangarin, quien también vistió la camiseta de la selección española, anotando 371 goles en 170 partidos y participando en los Juegos Olímpicos de Atlanta y Sídney.
Pero más allá del legado familiar, Pablo está construyendo su propio camino. En lo personal, atraviesa un momento de estabilidad. Su novia, Johanna Zott, estudiante de Administración y Dirección de Empresas, reside cerca de Granollers y se ha convertido en un apoyo fundamental. Johanna es una presencia habitual en las gradas, donde se la ha visto compartir gestos de complicidad con la infanta Cristina, madre del deportista. Ambas animan sin descanso al joven jugador, que parece vivir su mejor etapa tanto en lo profesional como en lo emocional.
Este gesto de apoyo de la infanta Elena se suma a sus últimas apariciones familiares. Hace apenas unas semanas, acudía junto a su hermana, la infanta Cristina, al acto de homenaje a la bandera en Torrejón de Ardoz, donde ambas sorprendieron por su coordinación de estilo —una con una blazer salmón y la otra con una chaqueta floral en tonos chocolate— y por la buena sintonía que demostraron ante las cámaras.
Pese a residir en ciudades distintas —Cristina en Ginebra y Elena en Madrid—, las dos hermanas mantienen una relación muy cercana y procuran coincidir en momentos importantes. Lo hicieron también el pasado septiembre, cuando la infanta Elena acompañó a su padre, el rey Juan Carlos, en una de sus competiciones náuticas en Sanxenxo, y ahora, volviendo a mostrar su faceta más familiar con sus sobrinos. El debut de Pablo Urdangarin no solo marcó un antes y un después en su carrera, sino que también dejó una imagen entrañable de la unidad y el cariño que reinan entre los miembros de la familia. Un orgullo compartido que, sin duda, seguirá acompañando al joven en esta nueva etapa.
Sus pilares
La influencia de Iñaki Urdangarin como exdeportista es innegable, y Pablo lo agradece sin rodeos: “Sí, siempre, siempre lo tengo ahí a mi lado, en cada entreno, en cada partido, y me ayuda muchísimo”, confesó recientemente. Lejos de sentir presión por la trayectoria de su padre, Pablo lo vive como un soporte: “Yo creo que eso ya se me fue hace mucho tiempo, y ahora lo tengo más como una ayuda”.
Pero no es el único pilar familiar. La infanta Cristina, aunque ajena al mundo del balonmano, también tiene un papel muy presente: “Obviamente, una cosa no quita la otra. Mi madre me ayuda también en los temas fuera del deporte… es mi mayor fan, que siempre la vemos en las gradas, sí”, aseguró sonriendo.