María Sharapova no solo conquistó los grandes torneos del tenis mundial, también ha sabido hacerlo en el terreno de los negocios. A sus 38 años, la exnúmero uno del mundo ha logrado lo que pocos deportistas consiguen tras cerrar su carrera profesional: transformar su legado deportivo en una marca personal global que factura millones. La tenista rusa ha construido un modelo de negocio diversificado que le ha permitido disfrutar de un retiro tan exitoso como su etapa en las pistas.
Primero fue una campeona imbatible en el circuito de la WTA y ahora es una empresaria visionaria que ha sabido capitalizar su imagen con inteligencia y estilo. Tal como la define el Daily Mail, Sharapova es “una máquina de hacer dinero”, dentro y fuera de la pista. Una etiqueta que no solo refleja sus logros financieros, sino también su capacidad para reinventarse y seguir ganando, incluso lejos del deporte. De hecho, su patrimonio neto fue estimado por última vez, por Forbes, en cerca de 220 millones de dólares (190 millones de euros), lo que sin duda le permite 'vivir con holgura'.
Desde que ganó Wimbledon en 2004 con apenas 17 años, su imagen se convirtió en una de las más cotizadas del deporte. Durante más de una década fue la tenista mejor pagada del circuito, acumulando más de 300 millones de dólares (260 millones de euros, aproximadamente) en patrocinios con marcas como Nike —incluida una línea personal de ropa—, Porsche, Gatorade, Evian, Tag Heuer, Tiffany & Co. y Land Rover.
Pero su visión iba más allá del deporte. En 2012 lanzó Sugarpova, una marca de golosinas inspirada en sus recuerdos de infancia. “Los dulces siempre han sido una parte importante de mi vida”, confesó entonces. Lo que comenzó como una inversión aproximada de 500.000 euros, se convirtió en una empresa con presencia en una treintena de países y llegó a facturar 25 millones de dólares (casi 22 millones de euros). La marca cerró discretamente en 2021.
Su fulgurante carrera profesional solo se vio eclipsada en 2016, cuando fue sancionada por dopaje. Los 15 meses que estuvo alejada de las pistas resultaron de lo más provechosos, ya que la rusa dedicó ese tiempo a estudiar management en Harvard Business School. Desde entonces, su faceta como inversora ha crecido exponencialmente, y en la actualidad es casi más famosa por sus negocios que por su carrera deportiva.
Con solo 26 años fue copropietaria de Supergoop!, una marca de protectores solares vendida a Blackstone por 750 millones de dólares (645 millones de euros) en 2021. También ha invertido en Tonal (gimnasio en casa), Cofertility (startup de congelación de óvulos), Wolf & Shepherd (calzado masculino), MoonPay (criptomonedas), Therabody (bienestar físico) y Public (plataforma de inversión). Tras retirarse del tenis en 2020, con solo 32 años, siguió colaborando con marcas como Stella Artois, Aman Hotels, Hastens y Dubai CFI.
En 2020, también probó suerte en televisión y participó en Shark Tank, el talent show donde empresarios y emprendedores presentan sus ideas de negocio. Allí invirtió junto a Mark Cuban, propietario de los Dallas Mavericks, en la marca de accesorios deportivos Bala. Invirtieron 900.000 dólares (775.000 euros) y hoy está valorada en 10 millones (más de 8,5 millones de euros). Además, forma parte del consejo de administración del Moncler Group, propietario de las marcas de lujo Moncler y Stone Island, y ha colaborado en diseño de interiores con Rove Concepts.
Sus mayores fracasos
Aunque María Sharapova ha demostrado tener un fino olfato empresarial, sin embargo, no todos sus proyectos han sido un éxito. Su participación como asesora en Naked Retail —una tienda que buscaba trasladar marcas digitales al mundo físico— y en Bright —una plataforma de vídeo en directo para conectar creadores con sus seguidores— terminó sin continuidad, y ambas empresas desaparecieron del radar antes de 2025. No obstante, estos tropiezos no han empañado su reputación como emprendedora audaz.
Uno de sus proyectos más comentados fue Sugarpova, una marca de golosinas lanzada en 2012 que, pese a las dudas iniciales, se convirtió en un fenómeno comercial. Sharapova se volcó por completo en su promoción, llegando incluso a bromear con cambiar su nombre a “Maria Sugarpova” durante el US Open de 2013. Su entusiasmo y dedicación convirtieron lo que parecía una excentricidad en una marca global con alianzas hoteleras y una estética muy personal. Sin embargo, desde 2021 no hay datos de contacto de la marca: el Instagram sigue activo, pero la web da error, y las marcas registradas en EE. UU. caducaron en abril de 2024.
Su vida personal
Mientras su faceta profesional sigue evolucionando, en lo personal Sharapova ha encontrado estabilidad. Posee una amplia cartera de bienes raíces, entre las que destacan propiedades en Summerland (valorada en 7,5 millones de euros), Montecito (9,5 millones de euros) y un complejo en Manhattan Beach, que vendió al jugador de los Los Angeles Lakers, Luka Doncic, por 22 millones de euros.
Desde 2020 mantiene una relación con el empresario británico Alexander Gilkes, con quien tuvo a su primer hijo, Theodore, en 2022. Aunque no han celebrado una boda oficial, forman una familia sólida y discreta, alejada del foco mediático.
Sharapova es, sin duda, un ejemplo de cómo el deporte puede ser el trampolín hacia una carrera empresarial brillante. Su historia inspira a una nueva generación de atletas que buscan trascender más allá del campo de juego, demostrando que el verdadero éxito está en saber reinventarse… y en nunca dejar de competir, aunque sea en otros escenarios.