Ocho años de relación y el último de estos como marido y mujer. Ana Cristina Portillo, diseñadora, y Santiago Camacho, ingeniero industrial, pusieron el broche de oro a su romance hace 365 días y, desde entonces, viven uno de sus mejores momentos. Han pasado doce meses desde el que fuera uno de los días más especiales para el matrimonio. Cuatro estaciones que han sido testigos de como su amor se ha consolidado entre visitas a maravillas del mundo, éxitos profesionales y mucha, pero mucha, felicidad.
Un soleado 28 de septiembre, en un lugar del que siempre quieren acordarse, Ana y Santiago se daban el esperado 'sí, quiero'. El enlace no pudo ser en otro paraje que no fuera la catedral de Jerez de la Frontera (Cádiz) —a la cual la novia le guarda especial cariño, no solo por su inolvidable boda, sino porque allí también fue bautizada y recibió la Primera Comunión—.
Las nupcias, a pesar de contar con una lista de invitados que superaban los 400 y casi 30 testigos, fueron de lo más sencilla y familiar —lo cual era uno de los mayores deseos de los novios para su día más especial—. Tras convertirse en marido y mujer, siguieron con la celebración en la casa de la infancia de la diseñadora, la finca Santiago, "donde viví con mi madre y mis hermanas".
Sus hermanas, fundamentales
La recordada Sandra Domecq, madre de la novia, que nos dejó hace dos décadas, estuvo muy presente en el que ha sido uno de los instantes más ilusionantes de Ana. La diseñadora, por supuesto, contó con el indivisible apoyo de sus tres hermanas, Alejandra, Eugenia y Claudia Osborne, a quien se encuentra muy unida.
Las cuatro son indispensables en su día a día, y cumplen a rajatabla la última promesa que le hicieron a su madre: permanecer siempre juntas. La casa familiar gaditana, además de haber sido el simbólico enclave de los enlaces de las hijas de Sandra (sí, de las cuatro), es testigo de los reencuentros en demás fechas señaladas del calendario, como por ejemplo cada 13 de agosto, el aniversario del fallecimiento de la ex mujer de Bertín Osborne.
"Gracias por hacer que nos reunamos todos los años, en familia, en Jerez, en nuestra casa. Gracias por tu ejemplo. Siempre te echamos de menos. Te quiero", compartía Ana Cristina este agosto, cuando hicieron un homenaje a su añorada madre.
Sencilla, elegante y emotiva
Ana Cristina no solo contó con la fuerza de su madre en el simbólico lugar donde festejó su enlace, también supuso una parte primordial de la ceremonia eclesiástica. Las arras que intercambiaron los novios pertenecieron a Sandra: un significativo gesto cargado de amor y nostalgia.
Durante la boda y la celebración posterior, Ana no perdió la sonrisa en ningún momento. Quizá por esto la diseñadora estaba radiante. Por eso y porque no quiso "disfrazarse" ni parecer nadie más que ella misma con su look nupcial, firmado por el reconocido diseñador Jorge Acuña, y su maquillaje, el cual se lo encargó al estilista de renombre Víctor del Valle.
Todo salió a pedir de boca y, un año después, Ana y Santiago se encuentran más unidos que nunca, desbordando felicidad y en un espectacular momento profesional.