Angelina Jolie ha sido uno de los grandes reclamos de la 73.ª edición del Festival de San Sebastián. La ciudad vasca se han rendido ante los encantos de la actriz estadounidense, que ha pisado la alfombra roja del Kursaal en la tarde de este domingo para presentar Couture: la película dirigida por la francesa Alice Winocour que forma parte de la Selección Oficial del certamen -y que se mete de lleno en la vorágine de la Semana de la Moda de París-.
En torno a las 19:00 horas, su presencia ha paralizado la alfombra roja, siendo su llegada una de las más esperadas de todo el certamen celebrado en Donosti -junto con nombres como el de Jennifer Lawrence o Colin Farrell-. Angelina, que ha tenido que resguardarse de la lluvia tras su llegada, ha presentado el filme junto a la directora y sus coprotagonistas, Louis Garrel, Garance Marillier, Anyier Anei y Ella Rumpf. Se trata de la primera vez que la intérprete visita el Zinemaldia Donosti, motivo que explica el frenesí que su llegada ha generado. Para la ocasión ha escogido un vestido negro de tirante fino que dejaba entrever su larga y rubia melena. Sonriente y muy cercana con los allí presentes, que han esperado durante horas su aparición, la actriz se ha dado un baño de masas en la ciudad cinéfila. Incluso se saltó el protocolo para estar más tiempo con sus fans, saliéndose del photocall y saludándoles con mucha simpatía.
En la rueda de prensa posterior a la proyección, la intérprete habló de la complicada situación política, social y económica que atraviesa Estados Unidos: “Amo a mi país, pero no lo reconozco en este momento. Son tiempos muy difíciles. Mi familia, mis amigos, mi visión del mundo es internacional. Y cualquier cosa en cualquier parte del mundo que divida o que limite las expresiones y libertades de las personas me parece muy peligrosa”, admitía. Comenzó 20 minutos tarde, y duró unos 40 más, pero la actriz habló en profundidad de la importancia que ha tenido para el papel con el que ha visitado Donosti por primera vez en su carrera.
La película, estrenada el Festival de Toronto, narra cómo los caminos de tres mujeres, que lidian con las tragedias del mundo y los interrogantes de sus existencias, se entrecruzan en uno de los eventos más importantes a nivel mundial, la Semana de la Moda parisina: Maxime -el personaje interpretado por Jolie- es una directora de cine estadounidense en la cuarentena a la que le diagnostican cáncer; Ada, una joven modelo de Sudán del Sur, escapa de un futuro marcado para terminar en un entorno frívolo, y Angèle, maquilladora francesa que trabaja entre bambalinas en los desfiles, sueña con cambiar de vida. Aunque la cinta recibió críticas mixtas, los medios estadounidenses especializados, entre ellos Variety, alabaron la actuación de Angelina, metida de lleno en la piel de una directora gótica y glamurosa de películas de terror independientes. Couture es, para ella, un proyecto muy importante, pues aborda una temática que es especialmente sensible para la actriz: su madre, Marcheline Bertrand, falleció en 2007 tras una larga lucha contra el cáncer de ovario y de mama.
En la rueda de prensa en Donosti, Jolie admitió que, durante las grabaciones, llevó un collar de su madre para sentirse protegida: “Me es muy difícil hablar de ella, os hubiera encantado. Pienso mucho en mi madre. Y con Couture más, porque ella pasó mucho tiempo en el hospital. Ojalá hubiera podido tener esa oportunidad de batallar contra el cáncer, de haber disfrutado de la vida... Me emociono mucho, así que no puedo responder porque lloro”, contó a los medios allí presentes. Además de Bertrand, la tía y la abuela de Angelina también fallecieron de cáncer.
Durante la presentación del largometraje en Toronto, la actriz tampoco pudo evitar romperse al recordarla: "Ahora tengo 50 años. Mi madre y mi abuela a esta edad estaban en quimioterapia”, reflexionó. "Así que, si conoces a alguien que esté pasando por algo similar, pregúntale también sobre todo lo demás en su vida", admitía. “Todos tenemos cosas que nos preocupan o personas a las que queremos. Y eso nos puede hacer ralentizarnos y sentir que no podemos movernos, que no podemos dar un paso, o nos puede hacer aprovechar al máximo esta vida antes de que se acabe", expresó.
Dado el currículo sanitario familiar, cuando tenía 37 años Angelina decidió pasar por quirófano tras descubrir que tenía un gen hereditario que elevaban sus posibilidades de padecer cáncer de mama. "Me hicieron una mastectomía doble y luego me extirpé los ovarios y las trompas de Falopio, lo que redujo significativamente, aunque no eliminó por completo, mi riesgo de desarrollar cáncer", declaró. Una decisión que tomó para "mejorar mis probabilidades de estar aquí para ver a mis hijos crecer y conocer a mis nietos".














