Carlos III se atreve con todo. Pinta acuarelas -es un artista muy exitoso- y ha escrito más de once libros. Entre ellos, un cuento infantil, El anciano de Lochnagares, que se convirtió en una película y un ballet, porque el Rey ama el ballet, además de la poesía, el teatro y la música clásica.
Es un loco de la música. Toca la trompeta, el violonchelo y el piano y se ha atrevido como director de orquesta. La última vez con una interpretación del “Idilio de Sigfrido” de Wagner, “Posiblemente la música más romántica de todos los tiempos”, dijo.
Baila break-dance, samba, practica yoga y meditación, camina muchísimo, chuta goles, pincha discos, maneja la pala y el martillo, sirve cerveza en pubs, es un gran buceador y piloto de aviones y helicópteros y “alimenta” su coche con queso y vino.
Hizo un cameo en Coronation Street hace años y, en 2012, presentó el pronóstico del tiempo para la BBC. Habla con los árboles y los abraza, es el Rey de las vacas -las trata con homeopatía al igual que a las ovejas- y les pone música para que estén más relajadas. De no haber sido príncipe heredero, hubiera sido granjero… O mago porque también hace magia.
Carlos III también diseña jardines, desbroza y planta él mismo, y es bien conocido por fomentar la agricultura en Highgrove, un paraíso orgánico de más de 364 hectáreas. Duchy Originals, la empresa que empezó con una galleta de avena tiene millones de beneficios, sin entrar en que tiene su propio whisky escocés orgánico de pura malta Highgrove; y una ginebra rosa con frambuesas cultivadas en el Castillo de Windsor que lanzó el Palacio de Buckingham para su Coronación en 2022.
No para. Y, ahora, en pleno agosto, mientras disfruta de sus vacaciones, acaba de lanzar galletas de lujo para perros, «para príncipes y princesas peludos» horneadas a mano en las cocinas de Balmoral, su residencia del rey en las Tierras Altas.
Estas delicias -se lee en el sitio web del castillo- , hechas “con cariño en pequeñas cantidades para tu príncipe o princesa de cuatro patas», se elaboran con harina integral, huevo y caldo de pollo.
Pero hay más. El Rey, uno de los hombres más elegantes del planeta, también ofrece complementos y vestuario real: vende collares, correas y bolsas (para golosinas) de tweed (el famoso estampado de cuadros escoceses) y un cuenco con el escudo de armas… Aunque lo más destacado son los abrigos de tweed disponibles en la boutique de la finca de Sandringham que se promocionan así: “Elegante, lavable a máquina y con una capa de agua, el abrigo de tweed para perros es perfecto para los fríos paseos invernales”. Pertenecen a la gama Happy Hound, marca exclusiva de Sandringham, que incluye un pañuelo, un juguete de hueso y una bolsa de golosinas, todo de tweed, el tejido que tanto le gusta al Rey desde que era joven.
No ha tenido una mascota desde que falleció su Jack Russell Terrier, Tigga, en 2002, pero ahora Carlos III está fascinado con su nuevo perro, un Lagotto Romagnolo de pelo rizado… Y puede que Snuff, le ha llamado así, tenga algo que ver con todo esto.