A la vuelta le esperan Santander, Bayona, Lisboa, Valladolid, Murcia —donde, además, ejercerá de pregonero de la feria— y, luego, Bilbao, Nîmes, Sevilla... Y en noviembre, el décimo aniversario de su alternativa, en la Plaza de Acho, de Lima, donde se enfrentará a seis astados, allí, justo donde Andrés Roca nació como Roca Rey para el mundo del toreo. Una temporada dura y seguro que brillante para la que necesita descanso y desconexión. Y qué mejor que hacerlo al lado de la mujer que le sirve de bálsamo para sus heridas.
Ella es Marina Díaz, la mexicana con la que en mayo cumplió ya un año de relación. Una joven discreta; estudiante de ITESO, la universidad privada jesuita de Guadalajara; amiga de Victoria Federica —que fue quien hizo el "match" entre ambos—, y que, como ella, es gran aficionada a la tauromaquia. De hecho, ya conocía desde dentro este universo. O al menos sus supersticiones, angustias y pesares, porque, antes del peruano, mantuvo una relación con el torero Antonio Catalán, "Toñete". La pareja se prodiga con cuentagotas.
De hecho, la confirmación de "alfombra roja" de su noviazgo se produjo hace muy poquito, cuando Roca Rey anunció lo que contábamos antes: que el próximo 2 de noviembre convertirá a la capital peruana en el epicentro mundial del toreo por sus diez años con el capote y la espada. Pero no adelantemos acontecimientos. Ahora toca Cádiz. Pasear por sus larguísimas playas rubias, donde, por cierto, ya también ha encontrado refugio.