Desde su estreno en Antena 3, La encrucijada, el remake español del éxito turco Sühan: venganza y amor, ha atrapado a los espectadores con la intensa historia de amor y pasión entre dos jóvenes de familias enfrentadas. En el centro de este drama se encuentran César (Rodrigo Guirao), un joven busca venganza por la muerte de su padre, y Amanda, la hija de su mayor enemigo. Ella es una mujer sensible, familiar y decidida, que sabe cómo conseguir lo que quiere. Este papel está interpretado Ástrid Janer, quien para dar vida a este personaje se ha enfrentado a uno de los mayores desafíos de su carrera y, curiosamente, no está relacionado con su faceta como actriz.
En la ficción, Ástrid, de 30 años, encarna a la hija de Octavio Oramas (Abel Folk), un constructor hotelero millonario que ejerce un férreo control sobre el pueblo. Amanda vive con el corazón dividido entre la lealtad a su familia y el amor que siente por César. Es una joven con los pies en la tierra, profundamente unida a su padre y a su hermano, pero también con una fuerte determinación. Lo que más atrajo a Janer de su personaje es que "tiene muchas facetas", ha destacado en una entrevista con Antena 3, añadiendo que "ella cree que sabe quién es, pero a raíz de lo que sucede, se ve obligada a replantearse por completo su mundo. Lo que supone una evolución del personaje muy interesante".
Amanda es sensible, valiente y rebelde. Uno de sus grandes dilemas, tal y como cuenta su intérprete, es que "siempre tiene que pensar qué es lo correcto, tanto para los demás como para ella“, confesando el rol de mediadora que le ha tocado asumir en su familia a raíz de muchas discusiones y peleas. Sin embargo, su crecimiento en la serie será mucho más impactante de lo que podemos llegar a imaginar: “Se preguntará qué es realmente lo que quiere”.
La mayor encrucijada de la joven Oramas radica en que, ante cualquier situación que se le presenta, "siempre hay dos fuerzas tirando en sentidos opuestos" y ella debe decidir cuál es el camino correcto. Ástrid reconoce sentirse especialmente conectada con “la búsqueda de la verdad” de su personaje, aunque admite que se aleja de Amanda en otro aspecto que consiste en “escuchar demasiado lo que los demás creen que es”.
A pesar de la profundidad emocional del papel, el mayor reto para la protagonista de Acacias 38 no ha sido el drama ni las escenas de alto voltaje o tensión, sino uno mucho más concreto: montar a caballo. “Me daban un poquito de miedo”, ha confesado entre risas. Superar esa fobia fue todo un logro para ella, que acabó galopando en tiempo récord. Lejos de ser un obstáculo, la experiencia se convirtió en uno de los momentos más especiales del rodaje: “Fue muy bonito”, ha declarado a El Confidencial.
Más difícil, en realidad, han sido para ella las despedidas. “Porque ya se estaba terminando y este proyecto es muy importante para mí”, ha dicho con sinceridad. Aunque también guarda con cariño otros recuerdos de los días de rodaje: los ataques de risa en el set. Vienen muy bien para rebajar tensiones, porque "en la serie pasan tantas cosas, y algunas muy duras, que está muy bien reírse con el equipo y con los actores”, ha asegurado. Además, reconoce que rodar en Canarias ha sido para ella “muy inspirador”.
Para Janer, La encrucijada se resume en tres palabras: “amor, pasión y dolor”. La actriz destaca la crudeza emocional de la ficción como uno de sus principales atractivos. Los protagonistas, lejos de los estereotipos, muestran una humanidad compleja que permite al público identificarse con sus dudas, decisiones y conflictos. “Los personajes son de una forma, pero también tienen motivos para ser como son y hacer lo que hacen. Y, con un poco de empatía, se puede llegar a entenderlos. Vale la pena hacer más preguntas que juicios”, reflexiona la actriz.