Durante años, los gestos de Donald Trump y Melania Trump se han hecho virales, alimentando todo tipo de teorías sobre su matrimonio. Desde los famosos desaires en la escalerilla de su avión hasta el comentado "beso al aire" durante su acto de investidura el pasado mes de enero, cada movimiento del presidente de Estados Unidos y su mujer es analizado al detalle por medios, expertos en lenguaje corporal y usuarios de redes sociales. Entre todos ellos, fue especialmente icónica la escena en la que Melania apartaba la mano de su marido en plena visita oficial, un gesto que muchos interpretaron como símbolo de una supuesta frialdad conyugal. Sin embargo, una reciente aparición pública de la pareja ha sorprendido por mostrar una inesperada complicidad entre ambos. ¿Y si las supuestas “cobras” no eran más que malentendidos pasajeros?
Hacía falta un contexto propicio y un momento 'íntimo', es decir, sin una traca de flashes enfrente, para que la naturalidad hiciera su trabajo y delatase una relación más sólida —y menos fotogénica— de lo que parecía. El pasado fin de semana, el presidente y su esposa visitaron en Kerrville, en Hill Country, la zona de Texas afectada por las inundaciones que han dejado un siniestro balance de 160 fallecidos. Allí observaron conmocionados los efectos de las riadas y Trump se reunió con los familiares de las víctimas. Un viaje duro en el que hicieron gala de una inusual complicidad, pero la imagen a la que nos referimos se produjo antes, cuando se dirigían el helicóptero que les llevaría rumbo a Texas. Como si se prepararan para la descarga emocional que les esperaba, la pareja caminó abrazada hacia el Marine One en el jardín sur de la Casa Blanca, protagonizando un momento como nunca antes.
A quien probablemente le haya sorprendido menos por su cercanía a la pareja es a la fotógrafa Régine Mahaux, retratista privada del presidente y su familia desde 2008. Melania, de 54 años, asume sus responsabilidades con causas que le tocan el corazón —como su campaña Be Best contra el ciberacoso y su trabajo para ayudar a los niños en hogares de acogida— y "siempre está en el lugar correcto", dice la fotógrafa belga. "Siempre está detrás de su marido. Él es quien está ante los focos; ella no los necesita, es fuerte. Es una excelente número dos. Siempre es su marido primero, y eso me gusta; tiene fuertes valores familiares, ser una buena esposa y asegurarse de que son felices", ha contado.
Son las palabras de una de las personas que mejor la conoce. Aun así, no podemos obviar todas las veces que, manteniéndose en su impecable posición como número dos, también ha marcado distancias con su marido o, al menos, eso parecía. Hace apenas un mes, el matrimonio asistía al desfile para conmemorar el 250º aniversario del Ejército de Estados Unidos cuando Donald Trump acaricio con su dedo meñique la mano de su esposa, que se mantuvo impasible ante la muestra de cariño.
No es la primera vez que se produce una 'cobra de mano'. Inolvidables las veces que la primera dama retiró la mano de la de su marido mientras bajaban del Air Force One o cuando en un viaje oficial a Israel directamente la apartó con un ligero 'manotazo'. En otro viaje, en este caso a Italia, se ve a la primera dama atusarse el pelo justo en el preciso instante en el que su marido le ofrece la mano.
Pero una de las últimas y más comentadas 'cobras' fue la que se vio en la última toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. No se sabe si fue voluntaria o exigencias del outfit, pero un sombrero de estilo cordobés impidió al presidente besar a su esposa en los labios, ya que el ala se lo impedía sin que Melania hiciese algún ademán por retirar el obstáculo. Si realmente eran desaires o situaciones anecdóticas sacadas de contexto solo lo saben ellos, pero está claro que según donde se sitúe el foco la historia puede ser otra.