La última noche de San Juan el pueblo de Cadaqués, situado en la Costa Brava, fue testigo de la boda de Gala González y John Steiner, una velada llena de amor y magia, y mucho significado. La influencer, diseñadora y empresaria gallega celebra el amor tras 7 años de noviazgo con John Steiner, de ascendencia sueca y danesa –aunque nació en Suiza- que mantiene una estrecha relación con la Costa Brava tras crecer en la casa que sus padres compraron en Cadaqués.
Un lugar lleno de encanto que Salvador Dalí revolucionó al llegar casi 100 años antes y enamorarse de sus costas, casas blancas y naturaleza. Tanto que decidió comprarse una casa en Portlligat, a las afueras de Cadaqués, en la que el artista vivió junto a su esposa Gala y trabajó desarrollando gran parte de sus grandes obras, y que hoy es la Casa-Museo de Dalí. De la misma manera sintió un flechazo con este paraíso la madre de John, que descubrió Cadaqués en uno de sus viajes y decidió comprar e instalarse en una casa entre el mar y la naturaleza en la que John crecería.
La pareja celebró su amor por todo lo alto en una boda atípica que contó con invitados de todo el mundo, entre los que destacan la familia gallega de la diseñadora, que vivió con intensidad los días previos, llenos de fiestas y actividades de todo tipo adaptadas a todos sus invitados.
Así fue como la espectacular y simbólica casa de la familia del novio fue el lugar elegido para la posterior celebración, en la que vivirían momentos llenos de amor y emoción, rodeados del cariño de su familia y de sus grandes amigos.
La ceremonia contó así con la presencia de 200 invitados llegados de diferentes partes del mundo a La Isla, una isla privada de la familia de John en la que pudieron ofrecer a todos un espacio multidisciplinar en el que había diferentes habitaciones con picoteo y experiencias sensoriales.
De esta manera, el enlace se desarrolló de la mano del actor francés Stany Coppet, que ofició una ceremonia en tres idiomas -francés, español e inglés- en la que sus grandes amigos tuvieron momentos de protagonismo, dedicando sinceras palabras llenas de amor a la pareja.
Quien también estuvo presente su pequeño perro “Zambu”-de Zamburiña- un chihuahua negro y blanco que la pareja adoptó y hoy es parte de su familia. “Zambu” tuvo un papel muy especial y se convirtió en el gran protagonista de la ceremonia al ser el portador de los anillos hacia el altar.
Siguiendo el dress code vestido de esmoquin, “Zambu” creó un momento lleno de ternura que estamos seguros de que sus dueños, así como todos los invitados de la boda, recordarán para siempre.
Esto solo sería el comienzo de una celebración que destacaría por sus grandes detalles y el amor que se ha puesto en ellos. Así es cómo, siguiendo con la idea de darle su lugar y protagonismo a su mascota, encargaron al ceramista Diego Nine 150 piezas que moldeó y horneó a mano con forma de zamburiña en su honor y que colocaron en cada sitio.
Piezas llenas de simbolismo y detalles en la cena celebrada en un lugar de ensueño –el jardín de la casa familiar- con vistas al mar y rodeados de verde y naturaleza. Para seguir con los homenajes y la decoración del evento, la wedding planner quiso poner una especie de altar con inspiración surrealista, siguiendo las líneas dalinianas, con el propósito de tener presente al gran Dalí y su vínculo con este lugar.
A su vez cuenta, que con el objetivo de no quita protagonismo el impresionante lugar de la celebración y sus vistas, apostó por una particular decoración que se aleja de los típicos arreglos florales.
Lo hizo a través de orquídeas en pequeños bouquets a lo largo de las mesas e integrando colores vivos a través de arreglos de frutas y verduras engarzadas como tomates y berenjenas, pero destacando e color negro y el naranja por conectar con la temática de la boda “From Sunset To Sunrise, desde el anochecer hasta el amanecer".
Una jornada tan emotiva como inolvidable, celebrada en la noche más corta —y, sin duda, la más mágica— del año. Una velada en la que la magia se hizo notar en cada detalle, tanto en los instantes cuidadosamente planificados como en los que surgieron de forma espontánea.
De esta manera, los novios habían preparado un divertido flashmob que, aunque no salió exactamente como lo habían ensayado, consiguió contagiar de entusiasmo a todos los invitados y dar paso a la gran fiesta creando el mejor ambiente. Una celebración marcada por la alegría, las sorpresas y la emoción, que culminó con unos fuegos artificiales tan espectaculares como inesperados, poniendo el broche de oro a una noche para el recuerdo.