El verano ha traído una nueva luz para Alice Campello y Álvaro Morata, que han elegido las idílicas aguas de Formentera para crear recuerdos imborrables junto a sus cuatro hijos. La empresaria italiana y el futbolista español han compartido risas, juegos y tiernos abrazos en alta mar, navegando en un yate de ensueño completamente equipado. Tras unos meses marcados por desafíos personales y profesionales, la pareja se ha reencontrado con lo esencial: el amor, la calma y, sobre todo, la familia.
Rodeados del azul turquesa balear, se les ha visto cómplices y felices, como si el tiempo no pasara entre ellos. Pero, los protagonistas más adorables de este viaje han sido, sin duda, sus hijos Alessandro (6), Leonardo (5), Edoardo (3) y la pequeña Bella, de tan solo 1 año, que no se han separado ni un segundo de sus padres. Entre chapuzones y saltos al mar desde la cubierta, los niños derrocharon ternura y vitalidad, contagiando de alegría cada rincón del barco.
La encantadora familia ha dejado claro que en su día a día nunca faltan los abrazos. Sus hijos son tremendamente afectuosos y, allá donde van, no se separan de sus padres, buscando siempre su cercanía y cariño. Además, a medida que crecen, cada vez se parecen más a ellos: Alessandro, Leonardo y Edoardo son el vivo retrato de Álvaro, mientras que la pequeña Bella parece haber heredado el estilo inconfundible de Alice. De hecho, la propia italiana la define con ternura como una auténtica “modelito”, y no es para menos: con solo un año, ya deslumbra con su simpatía y ese encanto natural que la convierte en el centro de todas las miradas.
Los días en la isla han estado llenos de momentos familiares únicos, incluyendo una exquisita mariscada y crepes con frambuesas, que han disfrutado juntos, reforzando ese vínculo que los une más allá de las cámaras. Saltos desde el yate, juegos en el agua y besos entre los padres han completado una estampa de vacaciones que rebosa alegría y estabilidad. Tampoco han faltado las enormes muestras de amor de Alice y Álvaro que siempre encuentran un momento para estar juntos y demuestran que están tan enamorados como el primer día.
Siempre se vuelven a elegir
La historia de Alice y Álvaro no ha estado exenta de dificultades. En agosto del año pasado, sorprendieron al anunciar su separación tras ocho años de matrimonio. “Es una decisión dolorosa, por lo que pedimos respeto y empatía”, comunicó entonces Álvaro, mientras Alice, con la misma sinceridad, expresaba: “Álvaro es la mejor persona que existe. No nos hemos podido querer más”. Palabras que dejaban entrever que, aunque distanciados, el afecto seguía vivo.
Meses después, la vida les ofrecía una nueva oportunidad. Alice explicaba con claridad: “Hablo con Álvaro todos los días. No se ha ido con otra, nada de eso ha pasado. Álvaro me está respetando. No estábamos bien por nuestras cosas”. Y añadía con cariño: “Es mi familia y siempre lo será. Si puedo ayudarle, lo haré”. Y así fue. El reencuentro llegó con fuerza, esta vez, como aseguraba el propio Morata, “para toda la vida”.
Una segunda etapa que comenzó con una gran mudanza a Turquía, donde él ha fichado por el Galatasaray. La familia se trasladó a Estambul, iniciando allí una nueva rutina lejos del foco mediático, algo que Alice valora especialmente: “Estamos en familia, damos muchos paseos… Ahí la gente no te para muchísimo por la calle y podemos hacer una vida muchísimo más normal y eso ahora nos viene bien”. Organizar la nueva vida no fue tarea sencilla, pero Alice, como en tantas otras ocasiones, tomó las riendas con determinación: “¡Ya me he hecho una experta! Puedo organizar mudanzas, buscar casas, agencias inmobiliarias… ¡puedo con cualquier cosa!”, comentaba con una sonrisa.
La serenidad que han encontrado en Turquía parece haberles devuelto la armonía. Y ahora, durante estos días en Formentera, las imágenes hablan por sí solas: abrazos en la cubierta, risas en el agua, miradas cómplices y esa sensación de que, pese a todo, siguen eligiéndose. Y aunque el verano apenas comienza, para ellos ya es inolvidable. Porque más allá de las playas y el sol, lo que brilla es esa familia unida que ha sabido resistir tormentas, rearmarse y encontrar, en lo cotidiano, la verdadera felicidad.