Óscar Casas ha mostrado en sus redes sociales su impresionante cambio físico para El gran salto, la serie en la que el pequeño de los Casas se mete en la piel del deportista español Gervasio Deferr y que se ha estrenado recientemente en Atresplayer. No es esta la primera vez, ni mucho menos, que tanto Óscar como su hermano Mario tienen que transformar su cuerpo de manera considerable para meterse de lleno en un proyecto. Los Casas se lo toman muy en serio y no hay más que ver los resultados de su esfuerzo cuando tienen que implicarse en la gran pantalla.
La ficción, presentada en la pasada edición del Festival de San Sebastián y estrenada el pasado 29 de junio en la plataforma de Atresmedia -después de varios meses de retraso, pues estaba prevista para el pasado mes de noviembre-, narra la vida del campeón, de su camino hacia el éxito y su posterior caída a los infiernos. El gimnasta español ganó dos medallas olímpicas de oro en salto, en Sídney 2000 y en Atenas 2004. Para interpretarle, Óscar ha tenido engordar, muscularse y después adelgazar, una transformación increíble que solo se consigue con mucho sacrificio.
El actor, que está viviendo uno de sus momentos más dulces a nivel profesional y personal, pues su relación con la cantante Ana Mena sigue afianzándose, ha compartido dos instantáneas en las que muestra el proceso arduo que su cuerpo sufrió a la hora de meterse en la piel del deportista español. En la primera podemos ver a un Óscar con un cuerpo más acorde con el que presenta en la actualidad. "Me la sacaron el primer día de rodaje, después de varios meses dando cada trozo de mi alma/cuerpo/mente intentando entender, empatizar y convertirme en Gervasio [...] Había obsesión, rabia, fuerza, ganas de luchar, de demostrar, de ser alguien", admite.
En la segunda imagen que ha compartido en la publicación, vemos a un Óscar mucho más lánguido, aunque igualmente fibrado. Una transformación impresionante que pone de manifiesto el compromiso que el actor ha tenido para interpretar a Gervasio con la mayor precisión posible. "Me la saqué el último día de rodaje, después de pasar por 14 años de vida, y pasar por todas las decisiones que le llevaron a lo más hondo de la oscuridad; la obsesión se convirtió en su mayor enemigo. La rabia se convertía en odio, la fuerza la utilizaba para autodestruirse, las ganas de luchar ya no existían, sentía que no había nadie a quien demostrar, y ser alguien le encarceló en el pasado", ha explicado.
Su sacrificio ha ido más allá de la esfera interpretativa. Para conseguir esta chocante transformación, Óscar ha tenido que cambiar algunos aspectos de su dieta. “Durante esa fase solo comía una lata de atún al día”, ha explicado el actor en una entrevista reciente en Men's Health. “Había ganado mucho volumen para la parte de los Juegos Olímpicos, y luego en solo tres semanas tuve que perder mucho peso. Me comía esa latita casi por tener algo en lo que pensar cuando me entraba hambre”, añadió. El esfuerzo, sin embargo, parece haber valido la pena, pues durante todo este proceso se percató de que es "mucho más fuerte de lo que sospechaba".
Durante la presentación de la ficción en el Festival de San Sebastián, Óscar habló de los duros meses de entrenamiento que tuvo que afrontar en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat (Barcelona), pero al mismo tiempo "fue una pasada" descubrir este deporte. "Es fascinante, la pasión que hay y cómo se dejan la piel cada día", señaló en declaraciones a El Periódico. "He intentado al máximo llegar a una meta, que era hacer en potro toda la carrera y la paloma con la caída clavándola. Pese a las dudas del principio, se ha conseguido".