Don Carlos Fitz-James Stuart se encuentra al frente de una de las casas nobiliarias más importantes —e influyentes— de nuestro país, continuando el legado de sus padres, doña Cayetana Fitz-James Stuart y don Luis Martínez de Irujo, en la Casa de Alba, que, como nos contó en otra ocasión, supieron inculcarle el amor a la casa y, también, un gran sentido de la responsabilidad, que espera inspirar a las próximas generaciones.
Por lo pronto, junto a sus hijos —Fernando, duque de Huéscar, y Carlos, conde de Osorno, quien acaba de ser padre por segunda vez—, realiza un gran esfuerzo por conservar, mantener y dar a conocer el patrimonio de los Alba a través de su fundación —que el pasado mayo celebró 50 años de vida—. Aunque también hay otro legado que sigue preservando y tiene siempre presente: su conexión de siglos con el Reino Unido.
El recuerdo de su abuelo Jacobo Fitz-James Stuart
Para explicar esa unión del actual duque de Alba con el Reino Unido hay que remontarse, en efecto, a siglos atrás. Tras la muerte, sin herederos, de María Teresa de Silva, XIII duquesa de Alba, en 1802, la sucesión del ducado pasó a manos de Carlos Miguel Fitz-James Stuart, séptimo duque de Berwick —cuya familia descendía de la Reina María Estuardo—. Se unían, así, dos importantes linajes y se marcaba el inicio de una nueva era para la familia, en la que ha predominado el apellido Fitz-James Stuart —que lleva el actual duque de Alba—. Don Carlos tiene muy presente esta conexión británica —el ducado de Berwick y su apellido, nos dice, son la prueba de esas raíces—, pero no puede evitar recordar, de una forma especial, el papel de su abuelo Jacobo Fitz-James Stuart.
"La Casa de Alba tiene una conexión de siglos con el Reino Unido"
El XVII duque de Alba, quien fuera embajador de España en Londres, estudió en el prestigioso colegio de Beaumont, en Windsor, y mantuvo, a lo largo de toda su vida, una relación muy estrecha tanto con la Corona británica como con la nobleza, los políticos y el pujante mundo cultural británico. Ahora, él recoge, de alguna forma, ese testigo como vicepresidente honorario de la Fundación Hispano Británica, una prestigiosa institución que promueve el intercambio cultural entre ambos países. Por ello, no podía faltar a la recepción que organizó, un año más, el pasado mes de junio, en Madrid.
—Es vicepresidente honorario de la Fundación Hispano Británica, que se dedica a promover el intercambio cultural entre España y el Reino Unido. ¿Qué significa para usted?
—La Casa de Alba tiene una conexión de siglos con el Reino Unido.
—¿También procura contribuir a este intercambio cultural? ¿De qué manera?
—Respaldando su labor a través de la Fundación Casa de Alba, al igual que lo hiciera, hace ya más de 100 años, mi abuelo Jacobo Fitz-James Stuart, el XVII duque de Alba, a través del Comité Hispano-Inglés, que presidía, el cual, con el apoyo de la Embajada británica, organizó diversas actividades para la promoción de la cultura británica en España, como las célebres conferencias en Madrid a principios del siglo XX del explorador Howard Carter, tras el descubrimiento de la tumba de Tutankamón.
—¿Qué diría que fue lo más destacado de esta última recepción anual de la Fundación Hispano Británica? ¿Por qué es importante su labor?
—La amabilidad de Sir Alex Ellis, que nos recibía en su residencia, por primera vez, desde que tomara posesión de su cargo como embajador del Reino Unido en España. Destacaría también los premios que se entregaron, la beca Ignacio Echeverría, a una estudiante brillante y comprometida (Daniela Caro Clemares), y la distinción Amigo de Honor a mi admirado y querido amigo Pedro Schwartz, en reconocimiento a su trayectoria, en España y en el Reino Unido, en el campo de la docencia y la economía. La labor de la fundación es importante, porque, desde la iniciativa privada, promueve, a través de la cultura, el buen entendimiento entre España y el Reino Unido y entre la sociedad española y la británica.
—Llegó al acto en su vehículo, un Bentley (casa de origen inglés). ¿Quiso así hacer un guiño especial a la fundación?
—Me siento muy orgulloso como propietario de un Bentley del año 57, comprado por mis padres, con todas las piezas originales. Me satisfizo mucho asistir a la recepción de la Fundación Hispano Británica con el coche.
—¿Qué retos diría que afronta la fundación para el futuro más cercano?
—Mantener la conexión, sobre todo, en tiempos tan complejos como los actuales, y las buenas relaciones entre españoles y británicos, por cuanto nos une en nuestra historia común desde hace siglos, como ha ocurrido en el último año, con el homenaje que la Fundación Hispano Británica rindió a la figura de Leonor de Castilla, conmemorando los 750 años desde su coronación como Reina consorte de Inglaterra.
Un día para el recuerdo
El embajador del Reino Unido en España, Sir Alex Ellis —presidente honorario de la Fundación Hispano Británica (FHB)—, abrió las puertas de su residencia en la capital para recibir, junto a Pilar González-Baylín, presidenta del comité ejecutivo de la institución, a los invitados a este destacado acto —que contó con el apoyo del Ayuntamiento de Córdoba a través de Córdoba Patrimonio Gastronómico— y que, de hecho, pudieron degustar productos de calidad de la gastronomía cordobesa.
El diplomático dio la bienvenida a los asistentes -en la que fue su primera recepción tras tomar posesión como embajador del Reino Unido en España- y expresó su voluntad de mantener los lazos de colaboración con la Fundación -cuya presidencia de honor ocupa la infanta Margarita-, así como su admiración por el trabajo de Schwartz -divulgador del liberalismo a través de la Fundación Juan de Mariana-.
Además del duque de Alba, se encontraban personalidades como Sonsoles Diez de Rivera, vicepresidenta de la FHB; Sir Roger Fry, fundador y presidente del patronato; el jefe de Estado Mayor del Ejército G.E. Amador Enseñat y Berea, y numerosos amigos, como Piru Urquijo —abuela de Teresa Urquijo, mujer del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida—; el empresario Juan Entrecanales, y Joaquín Echeverría —padre de Ignacio Echeverría, condecorado, a título póstumo, por la Reina Isabel II, por su gran acto de valentía y que perdió su vida en el atentado de Londres de 2017—.