En un momento tan especial como el Día Mundial de la ELA, Juan Avellaneda ha decidido compartir con todos sus seguidores algo profundamente íntimo y, hasta ahora, desconocido: la delicada situación de salud de su padre. El diseñador catalán, de 43 años, conocido por su impecable estilo, su carisma en televisión y, más recientemente, por su debut como novelista, ha roto su silencio con un emotivo mensaje de conciencia y amor. “Desde que a mi padre le diagnosticaron ELA hace unos meses, todo cambió. Vives el día a día con otra mirada y entiendes lo vital que es dar visibilidad, apoyar la investigación y, sobre todo, no dejar solos a quienes la padecen y a sus familias”, ha confesado públicamente, en una declaración a través de su perfil público en redes.
Aunque es una figura pública muy activa, Juan ha confesado que rara vez se detiene a hablar de su vida personal. Sin embargo, la gravedad de la situación que atraviesa su familia le ha empujado a dar el paso. Así, se ha sumado a la campaña de concienciación impulsada por la Fundación Catalana de ELA Miquel Valls, compartiendo una imagen muy significativa: la letra "L" formada con su mano derecha, en honor a los enfermos de ELA. “Te confieso que para mí esta ‘L’ con la mano derecha ya no es solo un gesto simbólico”, ha escrito con gran emoción. Con palabras llenas de fuerza, Juan ha querido alzar la voz en nombre de miles de familias que conviven cada día con esta dura realidad. “Hoy, en el Día Mundial de la ELA, me uno a este gesto con todo el corazón”, ha dicho, invitando a sus seguidores a sumarse al movimiento: “Esta noche muchos edificios se teñirán de verde. Ojalá también se llenen las redes de apoyo, amor y fuerza. Si puedes, súmate”.
Consciente del poder de su plataforma, el diseñador quiere convertir su historia en un altavoz para otras familias, muchas de las cuales no tienen acceso a los tratamientos ni recursos que él mismo reconoce como una suerte. La enfermedad de su padre llega en un momento vital especialmente complejo para Juan, que también ha atravesado recientemente un importante susto de salud. A principios de año, una aparente gripe A acabó convirtiéndose en una neumonía con complicaciones. "Parece que me tocó la lotería de los virus… Empecé con una gripe A, pero sin darme cuenta se me juntó otra encima y acabó en una neumonía. Lo peor fue que no se quedó solo en los pulmones, sino que empezó a afectar a otras partes del cuerpo", contaba poco después de recibir el alta tras más de una semana ingresado.
La incertidumbre de esos días fue especialmente dura para él. Con antecedentes oncológicos, a los 26 años superó un cáncer de testículos, y una familia marcada también por la enfermedad, el temor a un nuevo diagnóstico le hizo revivir viejos fantasmas. “No te voy a mentir: por un momento mi cabeza se fue a los peores escenarios”, confesaba. “Intentas mantenerte positivo, pero hasta que tienes todas las respuestas es imposible no darle vueltas”. Por fortuna, los médicos confirmaron que su capacidad pulmonar estaba intacta y que no había secuelas graves. Aún así, el impacto emocional fue profundo: “Ha sido un golpe de realidad y un recordatorio de que hay que escuchar más al cuerpo y no forzar tanto”.
Desde muy joven, Juan ha aprendido que la salud es un bien preciado. Superó el cáncer, acompañó a su madre en su lucha contra el de mama, y hoy lidia con el diagnóstico de ELA de su padre. “Muchas veces vivimos con la sensación de que somos eternos, que tenemos todo el tiempo del mundo… De repente, te das cuenta de que no. Que la vida es frágil y que hay que aprovecharla”, reflexionaba. Su experiencia vital le ha enseñado también a hablar sin tapujos de temas que aún, en pleno 2025, siguen rodeados de tabúes. “Me costaba verbalizar la palabra cáncer. Es un fantasma que te sobrevuela, que está ahí. Pero también es importante darle visibilidad y normalizarla”, explicaba, recordando el impacto que tuvo para él recibir cientos de mensajes de apoyo tras compartir su testimonio.
Un nuevo capítulo: la literatura como catarsis
En medio de estos desafíos, Juan ha encontrado también una vía de expresión en la escritura. Su primera novela, Flashing Lights, es un retrato ficcionado pero muy sincero del universo de la moda y de su propia vida. "Es un libro en el que me desnudo muchísimo", confesaba con una sonrisa tímida. En él, ha volcado miedos, sueños y vivencias. “Jon es mi alter ego”, asegura. Y su pareja en la ficción, Fabrizio, es un claro homenaje a su marido, Sergio Corvera. La novela ha tenido una acogida excepcional, y Juan aún se muestra sorprendido por la cantidad de lectores que han conectado con su historia desde el primer momento. Una de ellas fue la infanta Elena, que acudió personalmente a la presentación del libro. “Yo pensaba: ¿pero cómo te lo has podido leer ya si salió el jueves? ¡Estoy en shock aún!”, bromeaba entre risas.
A pesar de todo lo vivido, o quizás precisamente por ello, Juan se muestra más fuerte, sereno y consciente que nunca. Vive con la certeza de que cada día es un regalo y que lo verdaderamente importante no son los grandes gestos, sino el amor, el apoyo mutuo y el presente. “Lo que de verdad nos hace fuertes no es solo la salud o la suerte, sino el amor que damos y el que recibimos”.