El hermetismo ha sido total. Durante días, ni una fotografía, ni una filtración, ni una sola pista sobre la mujer que ha entrado a formar parte del círculo más cercano de Ana Rosa Quintana y que ha conquistado el corazón de su hijo, Álvaro Rojo Quintana. A sus 38 años, el abogado se ha casado con su pareja en una ceremonia discreta y alejada del ámbito mediático. Pero, la identidad de su ya esposa ha sido celosamente protegida, lo que ha convertido este enlace en uno de los más misteriosos y comentados del momento. Tal ha sido el empeño por preservar la intimidad de los novios, que la propia Ana Rosa ha tenido que salir al paso con una petición clara de respeto, que deja un enigmático misterio.
El enlace se ha celebrado en el Valhalla Beach Club, en El Palmar de Vejer, un enclave privilegiado frente al mar, en plena costa gaditana. Un escenario que no fue escogido al azar, sino con toda la intención por parte de los novios, como explicó Ana Rosa ante los medios con una gran sonrisa: “Ellos querían hacer una cosa relajada, íntima, un poco distinta y han elegido esto, un poco más hippie”. Una elección muy personal que refleja el estilo de vida de la pareja y su deseo de alejarse del bullicio. “El sitio es precioso, a ellos les gusta mucho el mar y Cádiz ”, confesó la periodista, subrayando el vínculo emocional que tienen con esta tierra.
Desde el primer momento, el tono del evento ha sido de máxima discreción, una premisa que Ana Rosa ha querido dejar muy clara: “Álvaro es súper discreto y lo ha sido toda la vida. Y los pequeños igual”. Con un gesto amable, se dirigió a los medios presentes: “Os lo agradezco y siento que hayáis venido hasta aquí, pero no, para nada. Estamos encantados de estar aquí. De verdad”. Visiblemente emocionada, la presentadora no ocultó la felicidad que sentía al ver a su hijo dar este importante paso: “ Es maravilloso, con mis tres hijos y no se puede estar más feliz ”. Una declaración sincera y cargada de orgullo maternal.
También quiso compartir unas palabras Kike Quintana, primo del novio e hijo de uno de los hermanos de Ana Rosa, quien no solo confirmó el carácter reservado del enlace, sino que aportó alguna pincelada del ambiente que se vivía dentro. “Vamos a estar en familia, la gente que se quiere, familiares, amigos... Todo muy en familia, todo muy íntimo y todo muy... ¡que viva el amor todo el rato! O sea, nada especial, pues lo que es una boda de gente que se quiere y que se va a dar mucho amor”, explicó con entusiasmo, dejando claro que esta no era una boda convencional, sino una celebración pensada para quienes verdaderamente forman parte del círculo más cercano de los novios.
Con desparpajo, Kike no dudó en alabar a la nueva esposa de su primo: “Es fantástica. Es una prima más. Totalmente”. Una frase sencilla pero cargada de significado, que revela la naturalidad con la que ha sido acogida por los suyos. “Además, a mí me gusta la familia y cuanto más seamos, mejor. Y más toca a distribuir”, añadió entre risas, mostrando su buena sintonía con la nueva integrante del clan. Kike también se refirió al marcado hermetismo con el que toda la familia ha afrontado este día. “A ver, mi familia son todos que cuidan mucho su vida íntima, nosotros también, pero mi tía, sobre todo”, comentó en alusión a Ana Rosa. “Yo, que he dado ahora el salto, nos gusta más esto de delante de las cámaras, pero mi familia son todos muy celosos de su intimidad.”, explicó, reafirmando el deseo común de preservar este momento como algo estrictamente personal.
Este enlace ha sido el segundo matrimonio de Álvaro Rojo. En 2016 se casó con la psicóloga Ana Villarrubia en una ceremonia mucho más mediática, celebrada en una finca de Extremadura y oficiada por el entonces juez y hoy ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. En aquella ocasión fue Ana Rosa quien hizo de madrina, pero esta vez ha sido la madre de la novia quien se ha encargado. Por su parte, los hijos pequeños de la periodista, Juan y Jaime, han participado como padrinos. Sin embargo, lo que realmente ha hecho único a este enlace ha sido la decisión de mantener la privacidad, que ha marcado todo el desarrollo de la boda. No se han publicado imágenes, ni se ha difundido ningún detalle más allá de los que la propia familia ha compartido. La discreción ha sido absoluta.