La serie Miss Austen, que aterriza este 11 de junio en Movistar Plus+, ofrece una mirada inédita a la mujer que revolucionó la literatura romántica. Alejada de los tópicos y centrada en su relación con su hermana Cassandra, la ficción se atreve a explorar las emociones más íntimas de Jane Austen y los silencios que dejó tras su muerte. Un enfoque diferente que invita a preguntarse quién fue realmente esta autora tan admirada más allá de sus novelas inmortales.
Es irónico que la gran maestra del romance literario jamás tuviera un final feliz como los que imaginaba para sus personajes. Detrás de los bailes, las miradas furtivas y las promesas contenidas de sus novelas, se esconde la historia de una mujer brillante que conoció el amor… pero no pudo vivirlo. Austen cambió para siempre la literatura con títulos como Orgullo y prejuicio o Sentido y sensibilidad, sin embargo, su vida fue mucho más sombría y compleja que la que reflejaba en sus obras.
Muchos lectores sueñan con cruzarse en su vida con un Mr. Darcy; incluso la propia Jane, al igual que muchos de sus personajes, tuvo su particular amor imposible, quien le inspiró al carismático galán que plasmó en sus páginas. Se llamaba Tom Lefroy, era irlandés, joven, apuesto y de buena familia. Se conocieron en 1795, cuando la autora tenía 20 años, y, según varios testimonios y biografías, enseguida conectaron. Se paseaban juntos, conversaban con complicidad y parecía que entre ellos surgía algo más que amistad.
Pero el amor en el siglo XVIII no siempre podía con todo. Lefroy dependía económicamente de su tío, quien no veía con buenos ojos una posible unión con Jane. La escritora no tenía dote ni fortuna y eso bastaba para que Tom fuera enviado lejos. En 1799 se casaba con otra mujer, Mary Paul, una dama con mejor posición social que la literata, junto a la que formaba una familia y tenía siete hijos. Años más tarde, ya convertido en juez, admitía que sí estuvo enamorado de Jane pero que las circunstancias económicas impidieron que pudieran casarse.
Un apasionado romance que aparecía reflejado en las cartas enviadas por la autora a su hermana: “Por fin ha llegado el día en que tendré mi último coqueteo con Tom Lefroy y, cuando recibas esto, habrá terminado. Mis lágrimas fluyen mientras escribo, ante la melancólica idea”, relataba. Esta historia se convertía también en la película romántica La joven Jane Austen, protagonizada por Anne Hathaway y James McAvoy en 2007.
Su delicada situación financiera
A pesar del éxito de sus novelas, Jane nunca fue independiente económicamente y dependía del apoyo constante de su familia. Su padre era clérigo rural y tenía el título de caballero, un estatus social respetable similar al de muchos de los personajes masculinos que Jane describía en sus obras. Sin embargo, eso no implicaba que la familia gozara de una gran fortuna ni de amplios recursos. Tras la muerte de su progenitor, la escritora, su madre y su hermana Cassandra afrontaron serias dificultades económicas y tuvieron que mudarse varias veces, buscando siempre un lugar donde asentarse con cierta estabilidad.
Durante su vida, Jane publicaba cuatro novelas —Sentido y sensibilidad, Orgullo y prejuicio, Mansfield Park y Emma, que obtuvieron una buena acogida, especialmente la segunda, que se convirtió en su título más popular. Sin embargo, todas salieron a la luz de forma anónima, firmadas con el seudónimo “By a Lady”, una medida habitual en las escritoras de la época, que reducía sus posibilidades de reconocimiento y también su capacidad para negociar mejores condiciones con los editores. Aunque sus obras se vendían razonablemente bien, los beneficios que obtenía eran limitados y nunca le permitieron vivir de su pluma. Fue solo tras su muerte cuando se empezó a reconocer su verdadero valor literario y su nombre comenzó a ocupar el lugar que merecía entre los grandes autores británicos.
El final de sus días
En sus últimos años, la salud de Jane comenzó a deteriorarse de forma progresiva. Pero, a pesar del empeoramiento físico, siguió escribiendo mientras le fue posible, terminó Persuasión y La abadía de Northanger e incluso empezó una nueva novela, Sanditon, que quedó inacabada. Sin embargo, esta obra se publicaba por primera vez en 1925 con el título Fragmento de una novela escrita por Jane Austen. La conclusión de la novela ha sido reimaginada en varias ocasiones y, en 2019, también se adaptaba a la televisión.
Aunque los médicos de la época no lograron identificar la causa de sus problemas de salud, los expertos actuales especulan con varias hipótesis: enfermedad de Addison, que la dejó postrada en una cama y con molestias reumáticas, cáncer, tuberculosis o lupus. Lo cierto es que la autora sufría fatiga extrema, náuseas, dolores y una pérdida de peso significativa. En 1817, fue trasladada a Winchester con la esperanza de recibir mejor atención médica, pero nada se pudo hacer y fallecía allí el 18 de julio, con solo 41 años.
Su hermana Cassandra, que la acompañó hasta el final, dejó constancia en una carta de cómo fueron aquellos últimos momentos: “Sintió que se moría aproximadamente media hora antes de quedar tranquila y aparentemente inconsciente. Durante esa media hora fue su lucha, ¡pobre alma!”. Además, añadía que Jane no hablaba de un dolor concreto, pero sí expresaba que “no puedo decir lo que sufro”, y pedía entre susurros: “Dios me conceda paciencia, rezad por mí”. Un testimonio conmovedor que refleja no solo la gravedad de su estado, sino también su fortaleza y lucidez incluso en los instantes finales.
Su pilar fundamental
Jane y Cassandra eran las únicas mujeres de ocho hermanos, un hecho que marcaba profundamente su relación. En una familia tan numerosa y mayoritariamente masculina, se convirtieron en inseparables, apoyándose mutuamente en cada etapa de su vida. La pequeña de las Austen fue su gran amiga, su apoyo incondicional y su confidente más cercana. Pero también la protagonista de una decisión muy polémica que ha marcado para siempre el modo en que conocemos a Jane Austen: tras su fallecimiento, quemó gran parte de su correspondencia.
De las más de 3.000 cartas que se calcula que escribió a lo largo de su vida, solo se conservan unas 160, muchas de ellas incompletas. Aunque se cree que lo hizo para proteger la intimidad de su hermana y evitar posibles malentendidos sobre su carácter o pensamientos, el gesto ha dado pie a múltiples especulaciones. ¿Qué quiso ocultar? ¿Qué aspectos de la vida de Jane nunca conoceremos por completo? Esa ausencia de documentos ha alimentado el misterio que rodea a la autora, una figura admirada, pero también profundamente enigmática y de la que ahora puedes descubrir un lado más humano en Miss Austen.