Cuando Jimmy Buffett falleció en septiembre de 2023, víctima de un cáncer, dejó tras de sí no solo un legado musical inolvidable, sino también un imperio financiero construido a lo largo de décadas. Sin embargo, lo que parecía ser una sucesión tranquila se ha convertido en una intensa batalla legal entre su viuda, Jane Buffett, y el co-fideicomisario de su patrimonio, Rick Mozenter.
Jimmy, conocido por su estilo relajado y su filosofía de vida desenfadada, seguramente nunca habría imaginado que su fortuna, valuada en 275 millones de dólares (alrededor de 241 millones de euros), acabaría siendo el centro de una disputa judicial de este calibre. Ahora, Jane Buffett ha decidido tomar cartas en el asunto, demandando a Mozenter por su presunta mala gestión del fideicomiso, comportamiento hostil hacia ella y por dificultarle el acceso a información clave sobre los activos de su esposo, como explica un amigo de la pareja a PEOPLE. Según esta fuente, Jimmy nunca hubiera querido que “Jane fuera tratada así”. De hecho, explica que el matrimonio estuvo “muy unido durante muchos años” y cuenta cómo Jimmy confió en ella “en tantas decisiones importantes de su vida y su carrera”. Hay que recordar que el cantante y su esposa estuvieron casados durante casi cinco décadas y tuvieron tres hijos: Savannah (46), Delaney (33) y Cameron (31).
El conflicto legal comenzó cuando Jane Buffett intentó obtener detalles sobre la administración del fideicomiso, solo para encontrarse con una falta de transparencia y una actitud hostil por parte de Mozenter. Según su demanda, este no solo ha obstaculizado el acceso a información financiera, sino que también ha cobrado 1,75 millones de dólares en honorarios (alrededor de un millón y medio de euros), una suma que ella considera excesiva para su papel de administrador. En su denuncia, además, argumenta que la “menospreciado, faltado al respeto y tratado con condescendencia” en respuesta a “solicitudes razonables de información que sin duda tenía derecho a recibir”.
Además, Jane ha expresado su preocupación por el bajo rendimiento del fideicomiso, que genera menos de 2 millones de dólares anuales (algo más de un millón ochocientos mil euros) pese al enorme valor de sus activos, incluyendo la marca Margaritaville, un imperio de negocios basado en la imagen y la música de Buffett.
Las demandas y contrademandas
Ante la acción legal emprendida por Jane Buffett en la Corte Superior de Los Ángeles, Mozenter no tardó en responder con su propia demanda en Florida, buscando remover a Jane como co-fideicomisaria. En su argumentación, el administrador sugiere que Jane debería vender algunas de sus propiedades personales si necesita dinero, una postura que ha sido interpretada como una estrategia agresiva para mantener el control del fideicomiso. Para intentar poner fin al conflicto, Jane ha solicitado que Mozenter sea reemplazado por Daniel Neidich, CEO de Dune Real Estate Partners, quien podría garantizar una administración más transparente y profesional.
El caso sigue en proceso y podría tardar meses en resolverse. Mientras tanto, los seguidores de Buffett observan con sorpresa cómo la herencia del icónico músico ha desatado una dura batalla legal, llena de dificultades y tensiones. Este fideicomiso fue creado hace 30 años con la intención de beneficiar a su esposa e hijos, pero de momento, esto no está sucediendo.
La disputa entre Jane y Mozenter no solo ha revelado la falta de transparencia en la administración del fideicomiso, sino que también ha evidenciado la desconfianza y tensión entre los involucrados. La gestión de la fortuna millonaria del cantautor debería ser un proceso claro y eficiente, pero según el expediente judicial, Mozenter ha evitado proporcionar detalles fundamentales durante 16 meses "evadiendo el caso y poniendo excusas sobre por qué aún no podía proporcionar la información solicitada", lo que ha generado una mayor incertidumbre para Jane Buffett. De momento, el administrador ha dado la callada por respuesta y está todo en manos de los tribunales, ellos tienen la última palabra y decidirán quién tiene la razón. Lo cierto es que la gestión de grandes patrimonios siempre conlleva riesgos y conflictos, incluso cuando el deseo del fallecido era mantener la armonía entre sus seres queridos.