Acaba de aterrizar en Netflix, pero La realeza no deja de sumar adeptos colándose entre los contenidos más vistos. Esta miniserie india de ocho capítulos se ha convertido en la nueva obsesión de la plataforma gracias a una irresistible mezcla de comedia, "drama palaciego", romance y crítica social. Ambientada en la ciudad ficticia de Morpur, combina el esplendor de las antiguas casas reales con el ritmo imparable de la vida moderna en una historia de amor tan inesperada como adictiva que te enganchará desde el primer episodio.
El protagonista es Aviraaj Singh Maharaj, interpretado por Ishaan Khatter, un príncipe heredero que, aunque ha crecido rodeado de privilegios, es consciente de que su linaje ya no es sinónimo de poder ni riqueza. Su familia, antaño venerada, ahora sobrevive a duras penas entre compromisos públicos, apariencias y graves problemas económicos. En el otro extremo está Sophia Kanmani Shekhar (Bhumi Pednekar), una empresaria hecha a sí misma que lucha por salvar su compañía tecnológica de la quiebra.
Cuando sus caminos se cruzan, ninguno imagina que están a punto de embarcarse en una relación tan compleja como imprevista. Ambos se ven obligados a colaborar: Sophia quiere transformar el Motibagh Mahal, un palacio en ruinas, en un lujoso hostal cinco estrellas dentro de un proyecto al que llama "Royal Bed & Breakfast". Para lograrlo, necesita la autorización de la familia real que, aunque en declive, aún conserva derechos sobre la propiedad. Por su parte, Aviraaj, que tras la muerte de su padre se ha convertido en el nuevo marajá, está presionado por las deudas familiares y la necesidad de recuperar el prestigio perdido en medio de un entorno que le obliga a reinventarse.
La historia entre Aviraaj y Sophia no es el típico romance edulcorado. Ella no cree en los cuentos de hadas y él ha dejado de confiar en el peso de su apellido. Sin embargo, la necesidad les obliga a trabajar mano a mano. Esa convivencia forzada da pie a tensiones, malentendidos y, cómo no, a que salten chispas entre ellos. La serie juega con los contrastes entre lo clásico y lo contemporáneo, donde el esplendor de la tradición convive con decisiones empresariales, retos personales, obligaciones familiares enfrentadas con el deseo y la relación entre los protagonistas que evoluciona capítulo a capítulo.
La innegable química entre los dos actores principales se convierte en uno de los grandes atractivos de la ficción. Ishaan Khatter, con su elegancia natural, no es solo una cara bonita, sino que ofrece un Aviraaj vulnerable y orgulloso a partes iguales, mientras que Bhumi Pednekar brilla como una Sophia decidida, práctica y emocionalmente blindada, una mujer exitosa para quien el romance está en un segundo plano. Sus escenas juntos están llenas de tensión contenida, ironía y una conexión que va aumentando por momentos hasta que, finalmente, surge el romance.
Sin embargo, no lo tendrán fácil y su relación no estará exenta de problemas. La diferencia entre sus orígenes provoca constantes tensiones y choca con las expectativas familiares y sociales, que no están preparadas para ver a la realeza mezclarse con “los de fuera”. Estos conflictos, tanto personales como de su entorno, añaden una capa extra de tensión que mantiene la historia viva.
La ambientación en La realeza es casi un personaje más. El ficticio Morpur deslumbra con sus interiores suntuosos, patios soleados y vistas que evocan la campiña india, un escenario donde, como en toda buena producción de Bollywood, el lujo y los excesos están siempre presentes. Cada espacio está cuidado al detalle, con una mezcla de tradición y modernidad también reflejada en el vestuario: sedas bordadas conviven con líneas minimalistas y elegantes, inspirando incluso a los amantes de la moda.
Tampoco pueden faltar la música y los bailes tan típicos de esta género. La banda sonora, exuberante y cinematográfica, acompaña con maestría cada coqueteo, disputa y revelación emocional, alternando animadas melodías de fusión - que mezclan instrumentos tradicionales indios con ritmos actuales como el pop o la electrónica- con baladas conmovedoras que enriquecen la experiencia y sumergen al espectador en los diferentes momentos y estados de ánimo que ofrece la trama.
La realeza no solo reinventa el cuento del príncipe y la plebeya, sino que lo hace con estilo, humor y una visión contemporánea que la aleja del tópico. Es ideal tanto para los amantes de las series indias, que disfrutarán del brillo, la música y el carácter vibrante de estas producciones, como para quienes aún no han caído en sus redes pero buscan una comedia romántica con encanto, una pareja protagonista con química y una historia que enganche y les deje con una sonrisa.