María Dueñas (Puertollano, 1964) vuelve a ocupar los primeros puestos en las listas de ventas con Por si un día volvemos (Ed. Planeta), su sexta novela, un viaje fascinante a la Argelia colonial francesa del siglo XX, una tierra de oportunidades para multitud de españoles que allí emigraron y, también, un lugar de huida para su protagonista, una mujer humilde y valiente que vivirá todo tipo de situaciones en esas tierras, desde las más duras y dramáticas hasta las más exitosas y placenteras. Orán, marcado por su fuerte pasado español, es el escenario principal de la nueva novela de una de nuestras autoras más leídas desde que irrumpió como un torbellino en el panorama literario con El tiempo entre costuras en el año 2009. Con ella charlamos, recién llegada de América, donde ha tenido una magnífica acogida en varios países por parte de un público fiel y efusivo.
- En Por si un día volvemos reflejas la realidad histórica de la emigración española a Argelia en la primera mitad del siglo XX. ¿Quiénes eran los pieds-noirs?
Muchos españoles cruzaron el Mediterráneo y se asentaron en la Argelia francesa; en esta novela me centro sobre todo en aquellos que lo hicieron en la ciudad de Orán. Con el tiempo, la mayoría fueron adquiriendo la nacionalidad francesa. Y, tras la independencia de Argelia, algunos volvieron a su tierra de origen, aunque la mayoría se asentó en Francia, donde empezaron a ser llamados pieds-noirs. En Francia es un capítulo muy conocido de su historia, pero en España se sabe poco de ellos, y yo quise rescatar esa memoria.
- Orán tenía un fuerte pasado español, presente colonial francés y una gran efervescencia en esos años. ¿Era una tierra de oportunidades?
Orán perteneció a la corona española durante tres siglos. Después formó parte de Francia hasta su independencia, y en los últimos treinta años de esta etapa es cuando yo sitúo mi novela. Era por entonces una ciudad espléndida, mediterránea y luminosa, con hermosa arquitectura francesa, volcada sobre un gran puerto. Con una vida próspera y activa en todos los sentidos: negocios, comercio, espectáculos… Fue, sin duda, una tierra prometedora para muchos españoles.
"Orán perteneció a la corona española durante tres siglos. Después formó parte de Francia hasta su independencia, y en los últimos treinta años de esta etapa es cuando yo sitúo mi novela"
- A Cecilia le ayudan a sobrevivir las mujeres más humildes en sus primeros y duros tiempos en Argelia. ¿Querías plasmar esa sororidad que siempre ha existido en las circunstancias más difíciles?
Cecilia llega a Argelia siendo muy joven, sola y sin recursos, huyendo de su pasado. A lo largo de la novela la acompañaremos durante tres décadas; seremos testigos de su evolución personal y sus avances, y conoceremos a las personas que la ayudarán a lo largo de ese camino. Serán muchas las mujeres que le tienden una mano: le dan trabajo, la orientan y aconsejan, la protegen y le enseñan lo que hasta entonces ella desconocía. En el libro no menciono la palabra sororidad porque entonces no se usaba, pero sin duda está muy presente.
- Una humilde española acaba triunfando con un negocio de jabones levantado de la nada. ¿Su afán de superación movía montañas?
Cecilia es una gran luchadora, una mujer con enorme carisma y coraje que sale adelante poco a poco gracias a su tesón y esfuerzo. Tras trabajar como empleada, monta un pequeño negocio de fabricación de jabón que, a lo largo de los años, irá creciendo hasta convertirse en una empresa muy solvente, con una gran tienda en la rue d’Arzew, la mejor calle comercial de Orán. Se superó muchísimo, cambió de mundo y de estilo de vida, conoció a otras gentes, tuvo distintos amores… A pesar de todo ello, siempre fue muy consciente de sus orígenes, y ayudó a todos los que la necesitaron en algún momento.
- ¿Cómo fue el final de la Argelia francesa, cómo la vivieron muchos europeos allí residentes desde hacía años?
Los últimos días de la Argelia francesa fueron muy dramáticos para los europeos que residían allí porque se vieron forzados a abandonar su mundo de una manera precipitada, sin llevar apenas nada con ellos. Además, se sintieron desprotegidos por Francia, su patria, dejados a su suerte para trasladarse a la metrópoli. No había pasajes de barco o avión para todos, muchos se lanzaron al mar en pequeñas embarcaciones por su cuenta, incluso desde España Franco envió dos transbordadores de la Compañía Transmediterránea. Estos llegarían al puerto de Alicante a finales de junio de 1962 cargados con los últimos españoles que quedaban en Orán. Entre ellos, en mi novela, viajan Cecilia y Rafael, el hombre de su vida.
- ¿Por qué los pieds-noirs eran tan mal vistos en Francia?
En la Francia metropolitana prosperó la idea de conceder la independencia a Argelia, pero los franceses que vivían en Argelia se resistieron hasta el final, porque anticipaban que eso significaría el fin de su mundo. Esa negativa, unida a actuaciones violentas provocadas por algunos integrantes de esa población —la OAS—, hizo que en Francia se generaran reacciones de antipatía hacia ellos, que se manifestaron sobre todo cuando llegaban en barco al puerto de Marsella.
- ¿Crees que ha cambiado tu manera de escribir desde El tiempo entre costuras o en lo sustancial sigues la misma línea?
Apenas ha cambiado; me sigo volcando en cada novela con la misma ilusión, la misma dedicación, y las mismas ganas de volver a seducir a los lectores.
"En mi tiempo libre viajo, leo, paseo, voy al cine o veo series, me reúno con mi familia y amigos… Una vida normal, en definitiva."
- Has viajado recientemente a Iberoamérica para presentar tu novela al otro lado del océano. ¿Encuentras diferencias con tus lectores españoles?
He estado en las grandes ferias de Buenos Aires y Bogotá, y también en eventos en Montevideo y Santiago de Chile. La acogida ha sido magnífica, como siempre; tengo la inmensa suerte de contar con muchísimos lectores en toda América Latina. La calidez con que me reciben es siempre enorme, aunque quizá podría distinguir dos rasgos propios: por un lado, son más efusivos que los lectores españoles —aquí tendemos a ser más sobrios— y, por otro, también me llama la atención tener tantos lectores —chicos y chicas— muy jóvenes.
- ¿Qué le dirías a la profesora universitaria que decidió ponerse a escribir su primera novela hace casi veinte años?
Que hay que seguir trabajando mucho, aunque cambie el rumbo. Antes mis esfuerzos se dirigían a la actividad académica y ahora a la literatura y la promoción de mis novelas, pero mi ritmo de trabajo sigue siendo muy activo, no bajo la guardia.
- ¿Cómo es un día normal de María Dueñas cuando no está escribiendo o de promoción? ¿Qué te gusta hacer lejos del mundo literario?
Suelo hacer lo mismo que cualquier persona en su tiempo libre: viajo, leo, paseo, voy al cine o veo series, me reúno con mi familia y amigos… Una vida normal, en definitiva.